Ante el cierre total de la actividad

Sánchez relega a Calviño por el fiasco de la UE y abraza el parón que quería Iglesias

Trabajador construcción mascarilla coronavirus
Trabajador construcción mascarilla coronavirus
EFE

España ha cerrado su economía a las actividades no declaradas esenciales en plena crisis del coronavirus por decisión del presidente del Gobierno y su grupo de incondicionales. Pero sin una sola explicación de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que nunca ha sido partidaria de esta medida tan drástica y ha quedado relegada en este momento tan trascendente para el país. Fuentes del entorno de Moncloa advierten que ha sido una de las decisiones más difíciles de Pedro Sánchez y que, de hecho, ha supuesto un mazazo para la responsable económica, caída en desgracia por el fracaso de lo que ella siempre ha defendido: una acción coordinada con el resto de los socios europeos que permita aliviar las finanzas de todo el conjunto. 

Con la UE en desbandada y sin los coronabonos a la vista, el presidente ha hecho caso de quienes le aconsejaban un parón lo más radical posible de la actividad económica, "para que todos los días de confinamiento parezcan un domingo". Y así, se pueda atacar el aumento de los contagios de la manera más eficaz posible, aunque eso suponga que la mayor parte de los trabajadores y las empresas cojan quince días de vacaciones forzadas. Calviño, al hilo de las pretensiones de los empresarios y los más europeístas, siempre ha rechazado esa opción en el Consejo de Ministros, con notorios enfrentamientos con el vicepresidente Pablo Iglesias, los ministros de su partido y buena parte del resto del gabinete. "Hasta ahora Sánchez había respaldado las posturas de Calviño -admiten en el entorno de Moncloa- pero tras el fiasco de la UE y la necesidad de parar cuanto antes la pandemia, hay un malestar muy grande y todo se le ha puesto de perfil".

La encargada de explicar cómo va a funcionar el cierre económico del país este domingo fue Yolanda Díaz, la titular de Trabajo y gran aliada de Iglesias en el gabinete, que ya ha logrado poner en marcha todo el plan que solicitaba Unidas Podemos de hacer valer su parón. El objetivo es dejar caer la economía todo lo posible para así favorecer un descenso mayor de la curva de contagiados y llegar a un recuperación lo más deprisa que se pueda, incluso en forma de V. Es decir, que se permita que toque fondo para que así sea más sencillo reactivarla. Como ya pasó con la moratoria de las hipotecas, Iglesias ha vuelto a ganar. Aunque sea porque Sánchez le ha dejado. 

El auge de Yolanda Díaz

Esta decisión de Sánchez ha coincidido con el crecimiento de la figura de la ministra de Trabajo, que ha dado cuenta de las medidas económicas mientras Calviño está 'desaparecida'. Su peso se ha hecho patente cuando ha asumido la tarea de explicar el permiso retribuido recuperable, que escenifica ese cierre temporal de las empresas que aún mantenían a sus trabajadores en sus puestos de manera presencial. Una comparecencia plagada de menciones explícitas a los empleados, apuntando que de esta crisis "saldremos con más derechos, con un tejido productivo más fuerte y cuidando a nuestro pueblo". Gestos de complicidad con los asalariados que son constantes desde que accedió al cargo. Aunque también ha recordado que esto no significa que los afectados estén de vacaciones, ya que tienen que "decidir" cuándo devolver las horas no trabajadas por el confinamiento, tras negociar con las empresas.

A quien no hace guiños Díaz es a los empresarios. Tanto que desde la tribuna de prensa del consejo de ministros, acompañada de la aliada de Calviño y portavoz María Jesús Montero, ha lanzado varios dardos a ese entorno, que estaba en contra de que se abriera este escenario de paralización económica. Pese a lo dramático de la situación también para la clase empresarial, la titular de Trabajo mandó varios avisos a navegantes para justificar esta decisión. La primera es que el Gobierno "prima el interés general por encima del particular". La segunda, que no van a aceptar "presiones" de ningún tipo para hacer todo lo que consideren en la lucha contra el virus.

La responsable de Trabajo fue incluso más dura al hablar de las negociaciones fallidas hasta ahora con al UE, que eran la bandera que enarbolaba Calviño. A su entender, si no se aborda la crisis con medidas de este tipo "el proyecto europeo seguramente servirá de poco". Una contundencia que no ha mostrado ningún otro miembro del Ejecutivo. De hecho, la propia Calviño ni se ha pronunciado.

Calviño sufre otra 'enmienda'

La última intervención pública de la vicepresidenta tercera fue en el Congreso, donde defendió el plan económico del Gobierno para mitigar los efectos del virus. Un debate que superó sin mayores problemas, ya que el Ejecutivo tenía garantizado el apoyo de la mayoría de la cámara para los distintos decretos que se votaban.  Fue precisamente en esa sesión parlamentaria donde arreciaron las críticas al Ejecutivo por no tomar decisiones mucho más contundentes, como la del cierre económico. Quien defendió en ese momento que no se llevara a cabo fue Pedro Sánchez. Algo en lo que coincidía totalmente Calviño. Solo tres días después, rectificó.

Desde entonces, y en medio del 'runrún' sobre esa suspensión de los trabajos presenciales no esenciales, no ha vuelto a hacer acto de presencia. En la única rueda de prensa que ofreció en Moncloa durante el estado de alarma, ya tuvo que hacer frente a varias preguntas sobre las discrepancias en el Consejo de Ministros entre ella misma y Pablo Iglesias. Esa batalla la ganó este último, al conseguir la moratoria sobre el pago de las hipotecas. Ahora, una ministra de Unidas Podemos acapara el foco mediático económico mientras la llamada a liderar la estrategia de los números es relegada por quien la puso al frente de la economía de todo el país. 

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