"Al principio hubo dudas"

Laura, estudiante de Medicina en primera línea: "Vigilo al virus para acabar con él"

Laura, estudiante de Medicina de último año
Laura, estudiante de Medicina de último año
La Información

Hace algo más de dos semanas,  Laura respondió a la llamada del Ministerio de Sanidad y se 'alistó' en sus filas. Las autoridades sanitarias de Castilla-La Mancha tardaron cerca de 72 horas en coger el teléfono y contactar con esta toledana de 23 años. "Fue muy rápido y hubo muchas dudas, porque al principio estaba todo en el aire", recuerda. La orden ministerial que publicó la cartera de Salvador Illa, no precisaba bajo qué condiciones mandaría a los estudiantes de Medicina de último año al campo de batalla: "Pese a la incertidumbre, de mi clase nos apuntamos casi todos...  y no me arrepiento". Ahora, la joven forma parte del equipo del hospital toledano Virgen de la Salud donde estudia, fotograma a fotograma, los estragos del virus en la región. Sabe que, a mayor conocimiento, mayor poder de anticipación: "Sentí que debía ayudar desde dentro porque tenemos que acabar  con esto cuanto antes".

La alarma suena a las 7:30 horas de la mañana. No le gusta el café y asegura que tampoco lo necesita -"Siempre me despierto con mucha energía"-, así que desayuna yogur, tostadas y zumo. El sol no ha salido del todo cuando coge el coche para volver al hospital. Vive en la localidad de Yuncos con su familia y aún le quedan 20 minutos de trayecto hasta el que ya es su puesto de trabajo. "Estoy acostumbrada a los viajes, me he pasado años yendo y viniendo de Madrid para asistir a clase". Ahora conduce en dirección contraria y siempre se topa con los controles fijos de la Guardia Civil que le recuerdan -cómo si hiciera falta-, que el estado de alarma continúa. "Me paran todos los días dos veces, al entrar y salir de Toledo", relata, "Enseño mi tarjeta de identificación del hospital y nunca hay problema". La mayoría de los agentes ya la tienen 'fichada'.

En solo unas semanas, el hospital se ha habituado al deambular de unos estudiantes que, en un primer momento, causaron  desconcierto. La mañana del miércoles 25 de marzo, Laura y Alberto, su compañero de clase, se plantaron en el edificio general del complejo hospitalario Virgen de la Salud. Era su primer día y, al parecer, nadie los esperaba. "Al principio les pillamos por sorpresa". En todo el hospital, solo el director general conocía los detalles de su incorporación. Éste les presentó a un intensivista que les detalló lo que se esperaba de ellos.

La orden ministerial era reciente y, no fue hasta ese mismo miércoles, cuando el director general de Salud Pública de la región, Juan Camacho, compareció ante los medios para anunciar ese rearme de personal a base de médicos jubilados, liberados sindicales, graduados sin especialidad... y estudiantes como Laura. "Se ha iniciado ya la contratación de alumnos de Medicina y Enfermería en su último año de formación, para lo cual se suscribirá un contrato laboral de duración determinada en la forma de contrato de 'auxilio sanitario'". Las condiciones contractuales son las de un MIR de primer año (cerca de 1.200 euros brutos) y una media jornada, pero sin contacto con los pacientes. 

"No queríamos ser un estorbo"

El día en que Laura pisó el hospital, Castilla-La Mancha rozaba los 3.000 contagiados, registraba 263 fallecidos y había dado de alta a 71 personas. La estudiante no entraría en contacto con ninguno de los enfermos. "Nos quedamos mucho más tranquilos cuando nos explicaron que íbamos a encargarnos de la recogida de datos", afirma la estudiante, "No sólo por la cobertura, en cuanto a posibles complicaciones... es que no estamos preparados para enfrentarnos a casos clínicos por nuestra cuenta". Entorpecer el trabajo de una plantilla ya saturada, estaba entre los miedos de la joven... y de la gran mayoría de universitarios que rellenó el formulario para 'subirse al barco' donde hicieran más falta.

Laura y su compañero Alberto
Laura y su compañero Alberto en el hospital Virgen de la Salud / La Información

Las disposiciones del Ministerio se han cumplido. "Lo que hacemos no tiene nada que ver con la labor asistencial, no estamos cerca de los pacientes", asevera la joven. A las manos del equipo de estudiantes del hospital llegan decenas de historiales de pacientes. "Nos encargamos de recabar información, encontrar semejanzas, estudiar cada caso... la idea es volcar lo que encontramos en formularios que después llegan a los investigadores que están inmersos en un ensayo clínico", explica Laura.

Frente a sus ordenadores, en una de las salas del edificio de Docencia del hospital toledano, estos universitarios forman todo un batallón de ojos atentos al virus. ¿Su objetivo? Llegar a conocer al Covid-19 para predecir, en la medida de lo posible, su comportamiento. "Cuando ves la televisión parece que hay mucha gente tomando decisiones precipitadas, pero desde aquí me he dado cuenta de que el escenario cambia cada día... es fácil juzgar a posteriori, pero no lo es tanto predecir qué va a ocurrir". Laura confirma lo que expertos de todo el mundo llevan tiempo advirtiendo: se sabe muy poco del bicho. 

Entre las 14:30 y las 15:00 horas Laura sale del hospital. Conduce otra media hora hasta casa y comienza su ritual. Los zapatos en el felpudo, la ropa a la lavadora y el móvil y las gafas, bañados en alcohol. La ducha es reconfortante. Después de comer, se vuelve a poner la careta de alumna. Los apuntes son más fijos que su calendario: "Teníamos los exámenes a principios de mayo, la presentación del TFG en abril y el MIR en enero del año que viene... ahora está todo en el aire". No le preocupa demasiado. Asegura que, en general, va  adelantada. Ahora estudia "en directo", pero  no es ésta su mayor satisfacción: "Sentir que lo que sé puede estar ayudando a que  esto termine cuanto antes... es lo mejor que me llevo".

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