"Los médicos están exhaustos"

Cómo un brote en un hospital hizo de una urbe catalana una "ciudad fantasma"

Hospital d'Igualada
Hospital d'Igualada
EFE

El estallido del brote de coronavirus en el hospital de la ciudad de Igualada, en pleno corazón de Cataluña, ha convertido a la urbe en una "ciudad fantasma" tras darse a conocer hace menos de 24 horas. La eclosión del virus, que se ha extendido a través del propio hospital de la localidad, ya ha dejado tres muertos y 49 contagiados, 33 de ellos sanitarios. La capital de la Anoia, con cerca de 40.000 habitantes, anunció este miércoles por la noche el cierre de todos los centros educativos, lo que ha contribuido a la paralización de la localidad, en la que ha cundido la "preocupación", especialmente de aquellos vecinos que en los últimos catorce días habían pasado por el principal centro médico de la comarca.

La suspensión de clases, que llegó al correo electrónico de los padres pasadas las nueve de la noche del miércoles, ha provocado que hoy progenitores y abuelos se hayan movilizado para quedarse en casa con los menores y acudir a por provisiones al supermercado con la vista puesta en un confinamiento de dos semanas. Aunque muchos comercios y restaurantes siguen abiertos, apenas se ve gente por las calles y "la sensación es de ciudad fantasma", explica a 'Efe' Teresa, maestra en un colegio igualadino.

"Intentamos tomarnos esta situación con tranquilidad. Mientras hay colegio es distinto, hay como normalidad, pero ahora ya es incluso desagradable", se ha sincerado la docente, que tiene hijos veinteañeros a los que reconoce le está costando convencer para que se queden en casa y prescindan de salidas nocturnas.

Concepció Vidal, una jubilada igualadina de 77 años, y su marido Josep, de 86, llevan desde ayer sin poner un pie en la calle, tal como les han aconsejado sus hijas. "Puedo pasar unos días confinada en casa, porque soy previsora y tengo comida y otras provisiones para varios días, pero la situación no me gusta", admite.

Con Josep han estado conectados a la televisión durante parte de la mañana y han seguido con especial atención la comparecencia del alcalde de la ciudad, Marc Castells, sobre la infección de coronavirus en el hospital igualadino.

"La sensación es de preocupación, pero qué le vamos a hacer, lo tenemos que aceptar, es lo que hay ahora. El miércoles de la semana que viene tenía que ir a hacerme una prueba vascular en el hospital, que tenía programada desde hace un año, pero no podré hacerla", apunta.

El brote en el hospital, que está obligando a tener bajo control a más de 200 sanitarios, ha hecho que muchas cirugías se pospongan o trasladen a otros centros, y que las visitas programadas se pospongan. Por otra parte, también han quedado suspendidas las excursiones y las conferencias a las que suele asistir con su esposo todos los lunes del Aula de Extensión Universitaria para la Gente Mayor de la comarca de Anoia, según le han hecho saber a través de whatsapp esta mañana.

Otra vecina, Silvia, conductora de autobús, explica que hoy se ha quedado en casa para cuidar de sus hijas porque no podía dejarlas con nadie con tan poca previsión. Según le han contado sus compañeros al volante a través de whatsapp, apenas había viajeros hoy en el transporte público de la ciudad.

En un mesón cercano al hospital de Igualada, José, encargado de sala, cuenta que no hay "nadie" en la calle y que en el amplio comedor apenas han servido a media docena de personas. "No sé si seguiremos abiertos, eso ya lo tendrá que decidir el jefe", ha manifestado a Efe tras confesar que preferiría quedarse en casa hasta que se contenga la situación. La falta de actividad en Igualada ha llegado incluso al tanatorio, donde un cartel avisa que está restringido el aforo y donde se recomienda dar el pésame, si es posible, por teléfono o por vías telemáticas.

Mostrar comentarios