La situación por el Covid-19

El virus 'confina' al independentismo y reabre las heridas entre Torra y Sánchez

El president de la Generalitat, Quim Torra
El president de la Generalitat, Quim Torra
EFE

Todo parecía haberse estabilizado. Las reuniones ya tenían lugar en los emplazamientos elegidos por ambos lados. Los mensajes desprendían más cordialidad que enfrentamiento. Y, a pesar de que las posturas estaban alejadas, las dos partes aplaudían la predisposición de la rival para intentar buscar un acuerdo que acabara con un problema histórico. Pero ese 'cuento de hadas' que estaban empezando a escribir el Gobierno central y el Govern catalán se ha encontrado con el gran obstáculo del coronavirus. Una pandemia sin precedentes que ha recuperado la tensión entre administraciones que parecía haber quedado atrás. Choques que se han ido acrecentando conforme avanzaba el virus. Y que en gran parte responden a la postura del president, Quim Torra, de poner en cuestión cada decisión que toma Moncloa.

El propio Torra es el que ha asumido personalmente esa lucha de la principal institución catalana contra Moncloa. Algo que no gusta a sus propios socios de ERC, y está empezando a hacer mella en quienes apoyan el soberanismo a pesar de no declararse abiertamente independentistas. Es el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que aunque mantiene buenas relaciones con el secesionismo no ha dudado en lanzar varios reproches al jefe de la Generalitat. El principal ataque de la líder de En Comú Podem es esa pelea constante que Torra quiere librar con Pedro Sánchez y su Consejo de Ministros. "No entiendo que se pase todo el día hablando del confinamiento, y que competencias que le son propias no se realicen con el máximo esfuerzo", señaló la primera edil de la ciudad condal. 

Esos confinamientos de la población, sumados a la petición de 'cierre' del territorio de Cataluña y la aplicación del Estado de Alarma son los tres asuntos que han motivado los enfrentamientos entre el Ejecutivo central y el Govern. El president lleva prácticamente dos semanas acusando a Moncloa de no tomar decisiones mucho más duras para frenar al virus. Y a la vez, considera que la intervención es un "155 encubierto". Su discrepancia fue tan grande que fue el único responsable autonómico que no firmó la declaración conjunta que Sánchez acordó con el resto. Esto motivó en parte el enfado de ERC. De hecho, los republicanos optaron en su momento por mantener una actitud mucho más prudente. Algo que se explicaba por el temor de los de Pere Aragonès a que la crisis dejara miles de contagiados y centenares de muertos en la región. 

Esta situación fue la que desencadenó la primera respuesta contundente del Ejecutivo de coalición de PSOE y Unidas Podemos, que se mostró contrariado por la actitud de Torra. La encargada de lanzarle el mensaje por sus críticas en pleno inicio del Estado de Alarma fue la ministra de Defensa, Margarita Robles, que manifestó que "alguien que antepone la política a una cuestión así no merece ser llamado responsable político". También hay que recordar que el president fue especialmente crítico con el papel que iban a jugar en la crisis las Fuerzas Armadas, que dependen de la cartera de Robles. Este rechazaba con vehemencia que intervinieran si no lo solicitaba. Aun así, el Gobierno podía tomar la decisión en cuanto quisiera. Pero el impacto del virus en lugares como las residencias de ancianos han facilitado que esos recelos hayan desaparecido. 

Del confinamiento al '155 encubierto'

Pero el primer episodio que anticipó el gran impacto que iba a tener el Covid-19 en Cataluña se vivió en Igualada y otras tres localidades cercanas a esta. Pocos días antes de que se ordenara la cuarentena para toda la población del país, el Govern impulsó esta medida debido a que tenía un foco descontrolado que amenazaba con tener consecuencias mucho peores para los habitantes de esas zonas. Desde ese momento, Torra lanzó un órdago a la administración central, asegurándole que iba a llevar a cabo el 'cierre' de sus fronteras. Algo que finalmente no pudo hacer, al no disponer de las competencias suficientes para ello. 

Aun así, el jefe de gobierno catalán no se ha rendido y ha repetido en numerosas ocasiones que la única manera de poner coto a los peores efectos del coronavirus es cerrar a cal y canto Cataluña. Una medida que se traduciría en poner fin a toda actividad económica no esencial, dejando abiertos supermercados, farmacias y todas las fábricas relacionadas con estos negocios. Además, por supuesto, de mantener abierto todo lo que tenga que ver con la agricultura y la fabricación de material sanitario. Esto sumiría a la región en una situación extrema. Escenario al que no quieren llegar los empresarios catalanes, que a través de patronales como Foment han mostrado su oposición a lo que puede suponer un golpe definitivo para la economía. 

Con todo lo ocurrido en las últimas semanas, esta crisis casi ha devuelto al punto de partida esa reconciliación que comenzó con la visita de Sánchez al Palau de la Generalitat. Fue allí donde admitió que existía un "conflicto" que ya duraba 10 años y que había tenido consecuencias nefastas, como las condenas a prisión para una decena de líderes independentistas por el referéndum del 1 de octubre. Después, se produjo la reunión en el Palacio de la Moncloa, que terminó con un comunicado conjunto en el que se pactaban reuniones mensuales. Una buena predisposición que no ha podido cumplirse por motivos obvios. Y que parece haberse dinamitado vista la reacción de Sánchez y sus ministros a las múltiples acusaciones de Torra. El mismo president que llegó a decir que el Estado de Alarma era un "155 encubierto".

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