"Llevo diez días sin mi dosis"

El acopio de cloroquina de Sanidad pone en un brete a los enfermos crónicos

El ministro de Sanidad, Salvador Illa
El ministro de Sanidad, Salvador Illa

Pérdida de control del habla, disfunciones motoras, sudores, cambios de humor... un brote de Lupus puede dejar a sus pacientes incapacitados para llevar una vida normal. Hasta hace unas semanas, las personas que padecen esta y alguna enfermedad más, como la artritis reumatoide, eran las únicas que acudían a las farmacias en busca de su dosis de cloroquina. Cuando los medios se hicieron eco de los beneficios de este compuesto para tratar el coronavirus, la demanda creció como la espuma y el Ministerio de Sanidad centralizó su distribución en previsión a un desabastecimiento. Los laboratorios dejaron de proveer a los distribuidores habituales del sector, muchas oficinas tuvieron que devolver las cajas que les quedaban en stock al almacén estatal... y los enfermos crónicos se vieron inmersos en una verdadera caza del tesoro.

"Hace más de diez días que mi mujer no toma la medicación". David lleva desde el 16 de marzo tratando de encontrar una solución para su esposa. "Cuando empezamos a escuchar que la cloroquina había resultado efectiva en otros países para los contagiados por el Covid-19, le dije a mi mujer que debíamos hacer acopio", relata David a este diario. Esto sucedió cinco días antes de que se decretase el estado de alarma y, al preguntar en su farmacia, se encontraron con que ya no podían dispensarles la medicación. David se dirigió entonces a su hospital, el Ramón y Cajal, donde "nos incluyeron en una lista de cien pacientes preferentes". Cada día David llamaba al centro, que trataba de tranquilizarle: la medicina estaba al llegar. Este jueves todavía no había recibido novedades. 

La cartera de Salvador Illa movió ficha el 16 de marzo. Entonces, empezó a controlar a través de la Agencia Española del Medicamento (Aemps), la distribución de cloroquina fosfato e hidroxicloroquina para tratar el Covid-19 en los centros hospitalarios. El 23 de marzo, el ministerio echo el lazo también al stock de las farmacias. Desde Sanidad, trasladaron a La Información la situación actual de la cadena de suministro: "La distribución de estos compuestos para el tratamiento del coronavirus se hace de manera controlada por la Aemps a través de su aplicación de Medicamentos en Situaciones Especiales (SME) para poder garantizar que se reparte en todos los hospitales según sus necesidades".

Desde Farmaindustria (Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica), explican a La Información que esta gestión controlada tiene como objetivo que un previsible aumento de la demanda en las regiones más afectadas por el Covid-19, no pueda acaparar la parte del suministro que necesitan otras regiones, que podrían quedar desabastecidas si no se imponen barreras. En el caso de los enfermos crónicos, que consumen estos fármacos de manera habitual, la cartera de Illa deja sus necesidades en manos de los gobiernos autonómicos: "Son las CCAA las encargadas de distribuirlo para evitar que ninguno de esos pacientes tenga que interrumpir su tratamiento", apuntan a este diario.

El nuevo sistema: la vuelta al canal farmacia 

En un primer momento, la solución que se les aportó a este colectivo distaba mucho de la idoneidad. Con las farmacias neutralizadas, el enfermo debía acudir al hospital con su receta. "Los pacientes de Lupus son inmunodeprimidos", explica Blanca Rubio, presidenta de la Asociación de Lupus de Madrid. Con la sombra del coronavirus en los centros sanitarios, esto era "como tener que entrar al avispero para evitar que nos piquen las avispas".

Las asociaciones de pacientes y los consejos de Farmacia se movilizaron con rapidez. Esta semana, el Colegio Oficial de Farmacia (COFM) expuso el problema al Ministerio de Sanidad y este activó a las consejerías regionales. Esa misma tarde, comenzó a rodar una circular en la que se detallaba que, a partir de ahora, el paciente volvería al canal farmacia -algo que los boticarios españoles vienen demandando desde que la pandemia desembarcó en el país- y serían las oficinas las que activarían la gestión. "Muchos de estos enfermos no se pueden desplazar y, con el estado de alarma, tampoco se sienten deambulando de una farmacia a otra para preguntar por su medicación", alega Marian, dueña de una oficina madrileña.

El último sistema que ha marcado Sanidad dicta que el paciente tendrá que rellenar un formulario con sus datos personales. Será el boticario quien eleve la petición al Ministerio que dará o no luz verde a la petición. Si todo funciona según lo previsto, en solo dos días llegará a  la farmacia el pedido nominal para cada enfermo. Esta circular se difundió por toda España. A última hora de la tarde del jueves, muchos farmacéuticos aún conocían el reciente sistema. "El problema es que últimamente los protocolos cambian casi a diario", lamenta Marian.

En un piso de la calle Alcalá, David y su esposa recibieron la noticia con esperanza y sospecha a partes iguales: "A mi mujer tuvieron que extirparle el bazo", relata, "En estas condiciones, ir al hospital resultaba inviable... si no resiste un catarro imagínese si pilla el virus". La alternativa que se les ha ofrecido a la gran mayoría de los pacientes crónicos ha sido rebajar la dosis diaria para estirar la dolquina que pudiera quedarles. Elena, otra paciente de Lupus lleva días alargando sus últimas pastillas: "No pude consultar a mi reumatólogo sobre la medicación porque tuvo que sumarse al equipo de Urgencias para atender a los contagiados del Covid-19". David se apresuró a registrar a su mujer en la farmacia. Si se cumple lo prometido, la cloroquina llegará en 48 horas: "Si no... habrá que seguir insistiendo".

Los laboratorios españoles, a toda máquina

En los hospitales tampoco sobra cloroquina. Fuentes del hospital de Getafe aseguran que "de momento hay orden de ofrecerla solo a os menores de 70 años". Desde el Jiménez Díaz también apuntan a un racionamiento de este fármaco. Ante esta situación, los fabricantes españoles pusieron toda su maquinaria a funcionar. "Hemos donado 390.000 dosis para la sanidad pública", informan desde Teva a La Información. La firma puso a disposición del Gobierno todo el compuesto que les quedaba en España. Su objetivo ahora es doblar su producción, aunque tendrán que salvar una piedra en el camino. Sus fábricas para este compuesto están en India y, esta semana, el país asiático decretó el confinamiento de toda su población.

Otras firmas se han sumado a la cruzada contra el virus. Los laboratorios Rubió que, desde hace años fabrican Dolquine, uno de los fármacos más consumidos a base de hidroxicloroquina, explica que sus peticiones se  han triplicado. La compañía lo tiene claro, podrán hacer frente a este nuevo escenario, "sin olvidar la cantidad de producto que necesitan los enfermos crónicos". Por su parte, desde Aldo Unión explican que desde hace un tiempo participan en dos ensayos clínicos sobre el coronavirus y que, recientemente, han obtenido la luz verde de la Aemps para empezar a comercializar el solicitado compuesto. Los fabricantes han puesto sus armas a disposición de la Aemps, que gestionará cada caja de cloroquina mientras dure la alarma. Entre tanto, las próximas 48 horas serán claves para los pacientes que, hasta el momento, han sostenido el mercado de este fármaco. Si se cumple la hoja de ruta de Sanidad antes de que acabe la semana, terminará su incertidumbre.

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