En plena pandemia

Mascarillas al mejor postor: crecen los desalmados de la crisis del coronavirus

Mascarillas intervenidas
Mascarillas intervenidas
Guardia Civil

El número de personas que intentan sacar rédito a la crisis del coronavirus no deja de crecer. A las estafas de los que estos días ponen a la venta mascarillas, llegando a recaudar hasta 600.000 euros sin enviarlas, se suma ahora un nuevo caso cuya investigación dirá si se cometió algún tipo de delito. Pero, dada la crisis sanitaria en la que está sumido el país y más aún desde que hace cuatro días el Gobierno diera un plazo de 48 horas para que quien disponga de material sanitario lo hiciera saber para su posterior recogida, el que unos ciudadanos tuvieran organizada una subasta silenciosa de mascarillas es denunciable. La Guardia Civil paralizó la subasta que iba a tener lugar en Zuera (Zaragoza) a través de Internet. En el registro a la empresa implicada, los investigadores encontraron un total de 1.132 mascarillas.

Hasta allí llegaron los agentes después de que un ciudadano denunciara la intención de esta empresa de esperar la mejor puja por una mascarilla para 'venderla'. Porque de eso se tratan las subastas a ciegas. Suelen hacerse de forma presencial. Delante del objeto que se subasta se dejan sobres con la cantidad que el comprador está dispuesto a pagar. El mejor postor lo consigue. Dado el estado de emergencia en el que nos encontramos, en esta ocasión la subasta se iba a celebrar a través de Internet e iba a tener lugar hoy. Ya no es posible. Pero no son las únicas mascarillas que demandan a gritos desde los hospitales de todo el país para que no les falte a los sanitarios así como a los que más lo necesitan. 

En el día de ayer los agentes de la Guardia Civil anunciaron la intervención de hasta 69.000 mascarillas y más de 5.000 gafas y guantes. La mayoría de las intervenciones se llevaron a cabo en aeropuertos, como el de Barajas, Gran Canaria o Santiago de Compostela. A Gijón llegó en un contenedor procedente de Ecuador hasta 7.000 mascarillas. Estas operaciones están teniendo lugar casi a diario. Y todo el material incautado se pone en manos del Ministerio de Sanidad para su posterior reparto. Los sanitarios siguen reclamando material para los pacientes y para ellos. Están en la primera línea de la batalla contra el coronavirus y se repiten los testimonios de algunos médicos que llegan a tener que limpiar y reutilizar los guantes. El miedo de no tener la suficiente protección para acceder a las salas donde están los pacientes con coronavirus es real, decía ayer Almudena Sánchez en La Sexta. 

Con estas operaciones queda de manifiesto que muchos ciudadanos hicieron acopio de estas mascarillas, que desaparecieron en las farmacias desde que se empezó a conocer los primeros casos en Madrid. Fueron los ciudadanos los que corrieron a por ellas y precisamente son ellos los que no dudan en señalar a los que no están cumpliendo con el reglamento vigente. Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional están recibiendo denuncias en las que se señala directamente a aquellas personas que van en grupo por la calle, en bicicleta o ha organizado una fiesta en un bar. El propio alcalde de Madrid, Martínez-Almedia, se sorprendió cuando la policía local le notificó que había un bar en La Latina que permanecía abierto y con clientela. Rápidamente se procedió a su cierre.

No es un caso aislado. Todavía parece haber gente, los menos, que no se cree "que esto va en serio", decía ayer el alcalde. Porque "esta situación va de salvar vidas". Insistía. En la capital de España el pasado domingo se realizaron 198 sanciones y una detención. El lunes 230 y cuatro detenciones y ayer 234 sanciones y una detención más.  Esta es la cruz de la moneda, pero también existe la cara. Desde la Guardia Civil ayer agradecían tanto a las empresas como a la comunidad china y particulares las donaciones de material sanitario que se está llevando a cabo sin cesar en sus cuarteles de toda España. 

Desde allí también lamentan que se sigan denunciando casos en los que las principales víctimas son las personas más mayores. Se están convirtiendo en los más vulnerables de una crisis en la que llaman a su puerta disfrazados de médicos con la intención de que les dejen pasar porque les quieren hacer un test para ver si están infectados y en realidad les quieren desvalijar. El clásico timo del instalador del gas se está adaptando a la pandemia y ahora cualquier excusa les sirve para intentar acceder a esos domicilio. En los últimos conocidos ya por las autoridades les piden el dinero que tengan en el domicilio asegurando que lo tienen que desinfectar porque sin o lo hacen pueden ser contaminados. 

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