¿Y la normalidad? Un año del virus que llegó para cambiarlo todo en el mundo

La Covid-19 ha logrado contagiar a ciudadanos de todos los continentes. La llegada del virus no ha sido un desafío solo para los médicos ya que toda la humanidad ha tenido que adaptarse a su presencia.

Residencia ancianos coronavirus
Un año del 'nuevo' virus que llegó para cambiarlo todo en este mundo.
EFE

Los expertos avisaron a finales de noviembre del primer caso de coronavirus, pero otras evidencias científicas apuntan a la presencia del patógeno en Europa y otros continentes desde octubre. No es posible ponerle una fecha exacta al comienzo del fin para la normalidad, pero uno de los hitos de este virus puede ayudar a esclarecer su trayectoria. La OMS informó  del primer brote de coronavirus en la ciudad china de Wuhan el 31 de diciembre de 2019. Las autoridades del país asiático impusieron una cuarentena que parecía escalofriante en su momento. Twitter se llenó de vídeos donde los ciudadanos de esa ciudad industrial de 11 millones de habitantes gritaban desde sus ventanas por la desesperación que sentían. Todo el mundo los vio, pero la civilización occidental nunca pensó que ese sería su destino o que a estas alturas de 2020 ese virus impredecible y escurridizo seguiría definiendo la vida. 

Ya nada es igual. A las personas en las calles solo se les ve los ojos y nadie se da dos besos ni abrazos en los reencuentros. Los cambios son profundos. El académico David Barrado Navascués, profesor de Investigación Astrofísica, define 2020 como el año 0 de una nueva sociedad. El científico asegura a La Información que todavía es pronto para dar un dibujo completo sobre cómo será la humanidad post-pandémica, pero rechaza que será la misma. Para él, la humanidad se encuentra en un punto de inflexión donde es crucial la reflexión para no perderse.   

Si se mira al hoy, la psicóloga Chris Prom explica que este virus ha "desnudado el ansia de control que tiene el ser humano sobre todo lo que hace" y lo ha convertido en un ser intranquilo. Además, la alarma generada por el paso de la Covid ha hecho que las personas vivan en un constante estado de alerta, que genera comportamientos más "reaccionarios e impulsivos que razonados y meditados", según la psicóloga. Hay un nuevo hombre, que es "ansioso y se siente desubicado en su propio planeta. El hecho de que algo de la naturaleza le haya 'ganado la partida' le ha generado sentimientos de inferioridad e inseguridad que se reflejan en la forma en la que ahora se miran al espejo". ¿Esto tiene vuelta atrás? Muchos describen a la pandemia como algo coyuntural, pero la profesional advierte de que "el tiempo de recuperación será proporcional a lo que se estire este periodo tan complicado"

La profesional también resalta las contradicciones que provoca el virus en la masa social. El bombardeo constante de información y los bandazos de las autoridades sobre las medidas para combatir la pandemia generan un cierto estado de paranoia que convierten a los grupos sociales en un polvorín con capacidad de estallar en magnitudes todavía desconocidas… Sin embargo, también se percibe mucha apatía. Una gran parte de las personas han tirado la toalla y ya no se cuestionan ni por qué deben usar una mascarilla. Hay más obediencia ciega y conformismo. El predominio de uno de estos dos comportamientos dependerá de la situación epidemiológica. En las regiones donde se logre controlar el virus se vivirá por un tiempo en estado de alerta por miedo a vivir otra catástrofe como esta y donde no se consiga dominar la curva, los ciudadanos entrarán en un estado apático por el cansancio que genera la situación de incertidumbre en la que están inmersos. 

Mientras esto se confirma, la vida sigue... El encierro por la Covid ha empujado a una gran parte de la masa laboral a trabajar desde casa. Muchos dicen que el teletrabajo ha llegado para quedarse, pero, ¿qué se quedará?, ¿el ritmo de trabajo 24/7 será lo 'normal'?, ¿va a ser posible desconectar de las pantallas? Alberto Andreu, Director Ejecutivo del Máster en Recursos Humanos y Digitalización de la Universidad de Navarra, defiende que "lo que hicimos durante el confinamiento no fue teletrabajar, sino sobrevivir". El experto defiende la permanencia de un modelo mixto para la mayor parte de las empresas españolas, donde gran parte de las labores se hará a distancia, pero otras -las que precisan del uso de creatividad y la puesta en común de ideas- se harán de forma presencial. Para él, el éxito de las nuevas fórmulas de trabajo va a depender de la capacidad que tengan los directivos de plantear y revisar los objetivos de la empresa. 

La forma en que se enfrenta la vida y la muerte también ha cambiado. Los españoles combaten una especie de 'guerra invisible'. Los balances diarios de la pandemia, que han reflejado más de 900 muertos al día, han caído como bombas en los hogares de los ciudadanos. Sin embargo, entender y dimensionar la crisis ha sido difícil para todos al no poder ver lo que ocurre desde las cuatro paredes de casa. La psicóloga experta María José Figueroa, de UNICEF, destaca en una entrevista para el organismo que "cuesta mucho asumir la muerte, y aún más cuando no se ve, no se toca, y no se acompaña a la persona que ya no está", y advierte del peligro de banalizarla, especialmente la de los mayores por la fragilidad que han demostrado durante la crisis. 

¿Qué le espera a la humanidad? Los expertos entrevistados coinciden en que 2021 será todavía más difícil que 2020 por la incertidumbre hacia el comportamiento del virus. Una mirada hacia el lugar donde todo comenzó comprueba que la batalla no está ganada para nadie. Este medio conversó con residentes de Wuhan a principios de enero para conocer la realidad de la ciudad China en ese momento. Los que atendieron la llamada casi 12 meses después aseguran no estar totalmente liberados de las cadenas del virus. 

En Wuhan, "no se puede hablar de una normalidad total. Quedan secuelas. Yo no creo que esto cambie en años", declara Francisco Ibarra, un estudiante de la ciudad. El joven destaca que "Wuhan no reporta casos gracias al cierre total. Aquí nadie entraba ni salía de sus casas. Era imposible porque los edificios estaban cerrados con candados. Sí, candados de verdad. Era impensable rebajar las medidas por el cansancio colectivo. No se hizo hasta que los balances llegaron a cero contagios comunitarios nuevos durante varios días. Ahora estamos mucho mejor, pero seguimos con muchas restricciones para el tránsito de personas. Las actuaciones de las autoridades locales envían un mensaje claro de que esto no ha acabado". 

El primer epicentro de la pandemia todavía lucha para mantener a raya al virus, y ya varios países, como Irán o Hong Kong, aseguran estar atravesando una tercera ola. La humanidad tendrá que 'convivir' por más tiempo con este virus que ha puesto a prueba su capacidad de adaptación, su resistencia ante la incertidumbre, y su relación con la fragilidad de la vida humana.

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