Damien, a dos metros de los yihadistas, "como en una película"

  • "Como en una película", los yihadistas surgieron de un coche con sus kalashnikov. Con una tranquilidad pasmosa, empezaron a matar. Damien estaba a dos metros de uno de ellos y se salvó. Fue el 13-N en la calle Charonne, en el corazón de París.

21H30 más o menos. Damien ha llegado a París desde Bruselas para pasar el fin de semana en casa de una amiga. Escuchando música, llega a la calle Charonne en dirección al barrio de la Bastilla. En la acera de enfrente, en el bar-restaurante La Belle Équipe, se respira "un ambiente tranquilo, de principio de fin de semana".

"Noté un coche que disminuía su velocidad a mi izquierda", cuenta a la AFP este francobelga de 39 años. "Me pareció que una persona salía justo a mi altura".

Las detonaciones le hacen sobresaltar, se quita los auriculares. "Ruidos de petardos. A lo mejor hasta sonreí: 'Joder, ¿quién hace una broma así?'"

"En ese momento veo a un hombre, con ropa oscura, elegante, una barba bastante corta, pelo negro". En las manos, un kalashnikov, "desproporcionadamente grande". Otro tiene uno igual del otro lado del coche. "Mi intuición me dice que no eran sólo dos".

"Disparaban a los vehículos detenidos detrás de ellos, muy tranquilos, el que estaba cerca de mí con mucha calma, casi con una leve sonrisa en los labios. Damien está a solo "dos metros, dos metros y medio".

"Llevaban el kalashnikov a la altura de la cadera de una manera totalmente relajada. Me dio la impresión de estar viendo una película de gánsteres". Nadie grita. "No se notaba ninguna agresividad aparte de la violencia sonora. Estábamos todos hipnotizados".

¿Qué hacer? "Sentí que tenía que correr en dirección contraria". Hasta perder el aliento. Detrás, "salvas de interminables de disparos", "de una violencia insoportable porque sabía lo que era".

Eran las 21H36, según el fiscal de París, cuando llegaron los asesinos. Las 21H38 cuando Damien, sano y salvo, llama a un amigo. En esos dos minutos mataron a 19 personas.

"Nunca vengo a esta ciudad", dice Damien, emocionado, con un suspiro de voz. "No comprendo cómo pude estar exactamente allá en ese momento".

Desde entonces se ha repetido hasta el cansancio esos segundos estupefacción ante el horror, ese instante congelado "en el que todo se vuelve irreversible, casi un momento de locura".

"Habría podido no tener el reflejo de irme". "Lo más duro es sentir que con la gente de la acera de enfrente compartimos la misma emoción antes de que los masacraran".

Y las preguntas: "¿Y si hubiese llegado 20 segundos antes? Hubiese estado en la trayectoria de los disparos. ¿Y si hubiese cogido otro camino?" "No quiero hacerme muchas, me da vértigo".

Damien "no entiende" cómo pudo sobrevir estando tan cerca de los yihadistas. El sábado depositó una vela delante de La Belle Équipe. El domingo se llegó hasta la sala El Bataclan, donde hubo 89 muertos.

En internet, ante la foto del presunto cerebro de los atentados, Abdelhamid Abaaoud, cree reconocer a uno de los atacantes de la calle Charonne.

¿Qué hace para sentirse mejor? "Tratar de celebrar el hecho de estar vivo". Desde el viernes, "todo lo que estoy viviendo es un poco como una segunda oportunidad".

"Aceptar la realidad", agrega. "Luego, trabajar en ello". "Me alivió poder hablar con otras personas que vivieron lo mismo", supervivientes, en la célula de ayuda psicológica o en la policía.

"Estoy en guardia", dijo Damien, que ahora se sobresalta con cualquier "ruido fuerte", "pero no tengo ganas de vivir permanentemente con miedo".

"Lo que salva es el calor que se puede sentir en la relación con los demás. Ver gente que se ríe a mi alrededor". Él, de momento, "no consigue reír".

Los atentados en Francia dejaron 130 muertos y unos 350 heridos.

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