"No tenemos futuro"

Desalojan a los científicos de la Covid en Valencia: "Esto es un despropósito"

La Universitat de València ha recortado el espacio de uno de los centros punteros en virología del país y ha puesto en jaque a sus investigadores en plena pandemia.

El Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio)
El Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio)
Twitter | @i2sysbio

"No tenemos futuro". El investigador Santiago F. Elena y su equipo llevan meses avanzando en un tratamiento que aplaque el azote del coronavirus. Lo hace desde los laboratorios del I2SysBio, uno de los pocos centros punteros en virología de toda España. El viernes pasado toda la plantilla recibió un ultimátum: "Teníamos que despejar los laboratorios de la cuarta planta antes del martes". La orden puso en jaque cinco proyectos vinculados a la Covid y otros tantos de diversa índole, todos ellos financiados y en curso: "Nos hemos comprometido a ofrecer resultados en unos plazos, el tiempo corre y no podemos trabajar sin saber qué va a pasar mañana".  La Ciencia española se enfrenta ahora a una nueva cruzada: "¿Quién va a devolver los millones de los proyectos que se queden a medias? Es un despropósito".

En plena crisis mundial, los investigadores se han topado con un escollo inesperado. "Alguien tiene que poner sensatez en todo esto", denuncia a La Información el codirector de la institución José Luis García López. Dos gigantes gestionan el instituto: la Universitat de València (UV) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) comparten la titularidad de un proyecto que se lleva fraguando una década. "El convenio de colaboración se firmó en 2016 y dio pie a una simbiosis entre ambos órganos, la universidad puso el edificio y la mitad de los profesores, la agencia dependiente del Ministerio de Ciencia puso la otra mitad de titulares y buena parte del equipamiento", explica. La orden del desalojo la emitió el rectorado valenciano de manera unilateral.  

Un conflicto inédito en la historia del CSIC

"Por primera vez en la historia del CSIC, una universidad ha roto por su cuenta el acuerdo con la agencia", señalan fuentes de la dirección del I2SysBio. La falta de espacio es un problema crónico de la UV que, ahora, prepara la salida de los equipos del instituto y la entrada, en su lugar, de otros investigadores que padecen la asfixia de unas áreas de trabajo que hace años que se les quedaron pequeñas. "El cierre de esa cuarta planta supone restar a nuestro equipo del 25% de su capacidad, lo que compromete, no solo las investigaciones en curso, sino una necesidad de expansión que pone en peligro el futuro de todo el proyecto", incide García.

Convenio de colaboración entre la UV y el CSIC
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propiedad de la UV situado en el Campus de Paterna, en terrenos contiguos al Parque Científico. Está formado por 5 plantas sobre rasante, con una superficie construida de 7.392 m2", reza el convenio. Cerca de la mitad de la inversión destinada a su construcción salió del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). El reciente viraje del rectorado valenciano supone romper tanto el pacto entre ambas instituciones españolas, como el proyecto en el que Europa depositó su confianza... y su financiación. El polémico desalojo es solo la punta del iceberg de un golpe a la reputación de toda la Ciencia española. El alcance de la decisión se conocerá con el tiempo, pero el efecto dominó ya ha empezado. 

La fuga de mecenas ya ha empezado

La fuga de mecenas no se ha hecho esperar. El I2SysBio y la multinacional ADM Biopolis mantenían una prolífica colaboración que incluía una inyección de capital anual. "Era uno de las iniciativas con más recorrido", explica el codirector, "Un plan para transferir los hallazgos científicos al ecosistema empresarial casi de inmediato". En este contexto, los equipos del centro podían testar antivirales obtenidos en el laboratorio en un entorno industrial de forma rápida. El proyecto quedó paralizado con la Covid y su reactivación estaba prevista para esta semana, pero el giro de guión de la UV lo ha cambiado todo. "El acuerdo con ADM incluía esa cuarta planta que ya no podemos ofrecer"

La empresa se ha retirado y, con ella, un mecenazgo del que la investigación española no puede prescindir. "La financiación es el gran obstáculo de la producción científica en nuestro país y con ADM lo habíamos salvado", afirma el doctor F. Elena. Los especialistas del instituto cooperaba con la multinacional en un estudio sobre la aplicación de probióticos en una posible vacuna contra la Covid. Con el cierre de la cuarta planta, la investigación tendrá que seguir su curso lejos del centro valenciano. "Imagino que la firma querrá recuperar su partida de este año, al menos una parte". Quién pagará la cuenta es la incógnita de la ecuación. "No sabemos si pagará el rectorado o si lo saldarán a costa de nuestros propios proyectos",  lamenta el doctor.

"Lo que falta no es espacio, sino un plan de gestión a largo plazo"

El proyecto inicial del I2SysBio contemplaba la construcción de dos edificios. "Un centro gemelo, pared con pared con el actual", explica García. Según los cálculos del CSIC, harían falta alrededor de cinco millones y un plazo de año y medio para edificar las instalaciones que "resolverían no solo el problema actual, sino el de todo el campus". Este diario ha tratado de contactar con la Universitat de València para conocer las razones detrás de su decisión, en repetidas ocasiones, sin éxito. Según los datos de la UV, los profesionales del I2SysBio cuentan con 126,12 metros cuadrados útiles por investigador, frente a la media de 16 de los que disponen científicos de otras instituciones. "La cifra tiene trampa, cuenta toda la superficie del instituto, cuando no toda es aprovechable", coinciden varias fuentes del centro en cuestión. 

Más allá de los ratios, dos particularidades obligan a cuestionar la idoneidad de la decisión. La cuarta planta la forman laboratorios especialmente creados para responder a las necesidades del trabajo propio del estudio de sistemas biológicos complejos. Los nuevos inquilinos trabajan en el análisis de datos satelitales, lo que implica que tales laboratorios estarán infrautilizados o, directamente, serán desmantelados y sustituidos por salas de computación. "No se trata de estar por encima de nadie, los investigadores que van a entrar son del más alto nivel, pero esto es un despilfarro de recursos", insiste el codirector y miembro del CSIC. Además, en la naturaleza del instituto está el crecimiento y esto cercena toda posibilidad de expansión.

"Somos un centro de nueva creación, si no ofrecemos espacio... ¿cómo podemos atraer talento?", insisten ambos. En base a la hoja de ruta inicial, el CSIC había lanzado cinco plazas para cinco profesores que entrarían en el curso de un año con todos sus equipos. "En breves estaba prevista la llegada de un investigador americano que renunció a una plaza en una universidad de EEUU para venir a Valencia... ¿con qué cara le decimos que ya no hay hueco para su equipo?", comenta de F. Elena. La financiación, la reputación y la pervivencia del instituto están en la cuerda floja. Solo en proyectos Covid, sus científicos habían recibido más de tres millones. El tiempo corre y los mecenas esperan resultados. En plena crisis mundial, las mentes al frente de la investigación en nuestro país buscan un hueco para sus cajas, mientras tratan de 'colar' la marca España en la carrera contra la Covid.

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