Descubren que el rojo de las lagartijas jóvenes es un señuelo para los depredadores


Investigadores de la Universidad de Alcalá y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) han analizado en dos trabajos la función de la coloración roja de los ejemplares jóvenes de lagartija colirroja (‘Acanthodactylus erythrurus’) y han comprobado que se trata de un señuelo para que los depredadores no ataquen partes vitales de su anatomía y un calmante para reducir la agresividad de los adultos de su misma especie.
Los ejemplares jóvenes de lagartija colirroja desarrollan una coloración rojiza en su cola y patas traseras que desaparece cuando se hacen adultos. El estudio, publicado en ‘Evolutionary Ecology’ y ‘Animal Behaviour’, concluye que hacer más llamativas las partes del cuerpo que no son vitales, como la cola, provoca que los ataques de los depredadores se dirijan a esa zona, que pueden regenerar incrementando sensiblemente así sus posibilidades de sobrevivir, según informó este martes el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“Se trata de una estrategia basada en el engaño al depredador que aumenta la supervivencia de las lagartijas”, apunta José Javier Cuervo, investigador del MNCN.
Para comprobar esta hipótesis, los investigadores crearon modelos de lagartijas con y sin la cola roja y observaron los ataques que recibían por parte de sus depredadores. “Aunque los modelos con cola roja fueron descubiertos antes, la mayoría de los ataques fueron dirigidos a la cola”, explica Cuervo.
El investigador subraya que, “pese a que la coloración roja hace a los juveniles más visibles, y de alguna manera más vulnerables, estas lagartijas han mantenido esa tonalidad llamativa para salvaguardar partes vitales y lograr que los ataques se centren en la cola, parte del cuerpo que las lagartijas pueden regenerar”.
Por otro lado, el estudio recalca que esta coloración también reduce las agresiones de los adultos de la misma especie. “Posiblemente, esta tonalidad indica a los adultos que se trata de ejemplares sexualmente inmaduros, es decir, que no son competidores”, añade Cuervo.
Para comprobar esta teoría, los investigadores grabaron encuentros en cautividad entre adultos de ambos sexos y ejemplares juveniles con su cola pintada de blanco o de rojo. Aunque el número de agresiones apenas varió, los juveniles con cola roja, tanto con su tonalidad original como pintada, recibieron menos mordiscos que los de cola blanca, es decir, las agresiones fueron menos violentas. “Nuestros resultados avalan la hipótesis de que, con esta característica, las lagartijas juveniles consiguen reducir la agresividad de los adultos”, concluye.

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