Día Mundial de la Lucha contra el Sida

A la espera de la vacuna, tras 40 años de VIH: "La cura que urge es la del miedo"

Marina tiene 24 años y es portadora del virus que infectó a 1,7 millones de personas en 2019. Las cifras reflejan con retraso el impacto del sida, una epidemia que la Covid-19 ha trasladado a un segundo plano.

Marina, portadora de VIH y activista
Marina, portadora de VIH y activista
La Información

Marina tiene 24 años y es portadora del VIH. La pandemia del coronavirus ha relegado a esta epidemia a un segundo plano. Pero la pandemia sigue ahí. La comparación es inevitable. El mundo está en vilo, a la espera del antídoto de la Covid. La sensación es una vieja conocida para los infectados del VIH. "Hay pacientes del virus que llevan cuarenta años esperando una vacuna". La eclosión de los retrovirales dieron una segunda oportunidad a muchos de ellos. "Antes asumías una vida con la muerte en los talones". El fármaco llegó como una segunda oportunidad que abrió las puertas a una vejez brindada... pero no a la normalidad. "Ahora más que la vacuna contra la enfermedad, nos urge una cura contra el miedo y el desconocimiento"

Los peores efectos de la infección remitieron con los retrovirales mucho más rápido que el estigma, la losa detrás del virus. A Marina le llegó el diagnóstico a los 19. "Fue hace cuatro años, el médico que me lo comunicó lo hizo saltándose cualquier barrera de intimidad, delante de mi madre que me acompañó a la consulta". El diagnóstico cayó como un jarro de agua fría, con todo el peso de los prejuicios de la sociedad. "El positivo te deja en shock, sobre todo, por la falta de formación específica sobre salud sexual". La misma desinformación que llevó a su círculo a distanciarse de la joven. "La gente decidió apartarse de mí"

"La incertidumbre es otra de las sensaciones más fuertes que rodean a un diagnóstico positivo de VIH". La noticia golpeó a Marina en ese momento de la vida en el que una aún no ha decidido por dónde llevarla. "Eres una joven que busca su camino y entonces te llega y piensas 'Y ahora, ¿Cómo encauzo mi futuro?'".  La parálisis duró un año. "Pasado este tiempo me di cuenta de qué era lo que me había llevado a esta posición. Nunca nos habían hablado del manejo de la propia erótica". Tampoco de las enfermedades de transmisión sexual más allá del 'Póntelo, pónselo'. "Comprendí que el VIH me había cambiado y que podía aprovechar esto para ayudar a los demás". 

Marina cogió la piedra que la vida puso en su camino y se decidió a sumar su grano de arena en la contención de una epidemia que, cada año, suma miles de nuevos afectados. Y es que, la otra cara de esa estigmatización es el miedo a hablar y el miedo a saber el propio diagnóstico. Según el último balance del Ministerio de Sanidad, hasta el 30 de junio de 2020, quince CCAA y la ciudad autónoma de Ceuta, notificaron 2.698 nuevos positivos de VIH identificados durante 2019. 

Como en el caso de la Covid, las estadísticas acusan un notable retraso. "La información reportada por las autoridades regionales elevan la tasa de infección para 2019 a 7,46 infectados por cada 100.000 habitantes, cuando se haya completado la notificación de todos los diagnósticos realizados ese año", reza el informe del Ministerio. Reyes 

A diferencia de la Covid, las autoridades españolas no han llegado a poner sobre la mesa un cribado obligatorio que ayude al control del VIH. Como en el caso de Marina, la mayor parte de la población se entera de que es portadora del virus 'de rebote'. "Me puse mala y mi médico determinó que debía someterme a una serología completa". Antes, la idea de un testeo nunca había cruzado su mente. Las conclusiones de Sanidad respaldan la cuestión: El 45,9% de los nuevos diagnósticos presentaron diagnóstico tardío.

Desde el inicio de la epidemia en España hasta el 30 de junio de 2019 se han notificado un total de 88.135 casos de sida, según las cifras oficiales de la cartera.  La pandemia de Covid ha afectado negativamente a los afectados por el VIH, no solo a nivel asistencial. "El VIH es una enfermedad infectotransmisible, pero no infectocontagiosa", explica Marina. Esto significa que, para que un infectado transmita el VIH a otra persona debe haber un intercambio de fluidos que entren directamente en el torrente sanguíneo. La principal diferencia, a nivel legal es que, con una patología como la primera, las autoridades pueden negarte el acceso a un espacio público hasta a un puesto de trabajo.

"Hasta hace poco, una persona con VIH no podía ser taxista"

"Hasta hace poco, una persona con VIH no podía ser taxista". El Acuerdo del Consejo de Ministros del 30 de noviembre de 2018 dio un paso al frente y acabó con esta discriminación. "Con un tratamiento retroviral, la carga viral se rebaja tanto que el virus resulta indetectable". Es decir, un afectado medicado podría tener relaciones sexuales sin protección y, aún así, no contagiar a la otra persona. Pero el estigma se mantiene y la Covid le ha dado alas. 

Un 'Informe de situación' publicado por el Ministerio con fecha del pasado 25 de septiembre, identificó una convocatoria para interinos de trabajo social en la Junta de Andalucía que, "utilizando como argumento los colectivos que han sido considerados como sensibles para el SARS-CoV-2 por el Ministerio de Sanidad, imponen la firma de una declaración de no pertenecer a ninguno de estos colectivos, incluyendo de forma específica el VIH en inmunodeficiencias". Ningún estudio ha confirmado que un afectado por el vius que se encuentre bajo tratamiento tenga más riesgo frente a la Covid.  

Además de esta dificultad, la pandemia ha paralizado consultas y retrasado subvenciones. "Ya existe un retraso en la llegada de las partidas destinadas a la ejecución de proyectos para frenar al VIH", lamenta Reyes Veayos, presidenta de la asociación Apoyo Positivo, de la que Marina también forma parte. Entre otros proyectos, la ONG mantiene un piso de convivencia y asistencia para personas con VIH. "El dinero no llega y los costes han aumentado, pues hemos tenido que elevar la precaución y los recursos frente al Covid". 

El tapón en la Adminsitración es un escollo para la contención de esta pandemia cuyo control, desde 1981, es una cuenta pendiente de nuestro país. "Existe, por ejemplo una partida adjudicada en Madrid para proyectos de asistencia a los afectados, ejecutados en 2019, por valor de 332.242,27 euros. La convocatoria de 2019 salió en julio de este año y la CAM no la ha resuelto ni pagado todavía", denuncia Velayos. Frente al impago, el despliegue de recursos y fondos que ha desplegado la Covid, cuyo máximo exponente es la carrera mundial por la vacuna, levanta ampollas. 

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