
Aún hoy, la gente suele estremecerse cuando oye la palabra "epilepsia". Quienes padecen la "enfermedad del demonio", como era conocido antiguamente este mal de origen neurológico por sus impactantes crisis convulsivas, conviven también con los prejuicios de los demás y el silencio en el que se refugian para escapar de ellos.
No se trata de una situación por la que atraviesan unos pocos. En España se calcula que hay unos 400.000 epilépticos y que cada año se diagnostican alrededor de 20.000 nuevos casos.
Quienes viven de cerca la enfermedad saben que lo peor es el desconocimiento que existe sobre ella en la sociedad en general. Para luchar contra esto hoy se celebra el Día Nacional de la Epilepsia.
Desde la Asociación Madrileña de Epilepsia (AME) sus responsables explican que se trata de "un desorden neurológico crónico (como las cefaleas o el Alzhéimer) que todavía en el siglo XXI sigue rodeado de mitos y generando miedo y rechazo".
Para terminar con esto, apuntan a la necesidad de aclarar algunas ideas erróneas que circulan en torno a la epilepsia. La primera, que esta enfermedad que afecta a 50 millones de personas en todo el mundo se manifiesta a través de más de 30 tipos de ataques, por lo que no siempre está asociada a convulsiones.
También, que el tratamiento es efectivo en aproximadamente un 70 por ciento de los casos, lo que permite a la mayor parte de los epilépticos llevar una vida plena, aunque entre un 25 y un 30 por ciento sufre ciertas limitaciones o discapacidad.
Pese a ello, son frecuentes los problemas de discriminación en los ámbitos laboral y educativo.
Esto provoca que muchos afectados lleguen a no buscar tratamiento para evitar dar a conocer su estado. De ese silencio, justamente, habla la periodista Beatriz Mori en su libro 'No me digas que no lo cuente. Vivir con una enfermedad secreta: epilepsia'.
La epilepsia se caracteriza por ataques repetidos, de una duración de entre 40 segundos y 2 minutos, producidos por unas descargas eléctricas excesivas, súbitas y a menudo breves, de grupos de neuronas. Dependiendo de la parte del cerebro en la que se produce la descarga, pueden alterar el estado de alerta y provocar movimientos involuntarios, espasmos, sensaciones extrañas o convulsiones.
Ante la presencia de alguien con una crisis epiléptica, los especialistas recomiendan no moverle del lugar en el que se encuentra ni introducirle nada en la boca y evitar que se golpee la cabeza.Si la crisis dura más de cinco minutos, la sufre una mujer embarazada o se producen varias seguidas y entre ellas el paciente no recupera la conciencia, lo recomendable es acudir a urgencias.
De todas formas, "la discriminación y la estigmatización social que rodean a la epilepsia suelen ser más difíciles de vencer que los mismos ataques", aseguran desde la Asociación. "Es hora de que esto cambie", reclaman.
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