La magistrada del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar ha dejado sin vigencia la orden internacional para la detención de Tomás Gimeno por un delito de sustracción de sus hijas Anna y Olivia y en su lugar ha acordado otra orden internacional por la presunta comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género.
Según han informado fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), la juez instructora también ha declarado la pérdida de competencia del Juzgado de Güímar en el caso a favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife, donde tiene domicilio la madre de Ana y Olivia.
Este sábado se han conocido los resultados de la autopsia realizada a la niña Olivia Gimeno, que han revelado que su muerte se produjo como consecuencia de un edema agudo de pulmón, lo que puede ser provocado por asfixia, una intoxicación o un ahogamiento. La autopsia al cadáver de la pequeña concluyó sobre las 15.00 horas del viernes en el Instituto Anatómico Forense y aún se está a la espera de los resultados de los análisis toxicológicos, biológicos e histopatológicos.
Mientras tanto, el buque oceanográfico 'Ángeles Alvariño' del Instituto Español de Oceanografía (IEO), ha regresado hoy al puerto de la capital tinerfeña por primera vez en trece días a causa de una avería en el equipamiento, según la Guardia Civil, y para proceder al avituallamiento y relevo de la tripulación, según otras fuentes conocedoras de la investigación. Es la primera vez que este barco se utiliza para localizar personas y en este caso se desplazó a Tenerife desde su base en Vigo para ayudar en la búsqueda de Tomás y sus dos hijas, rastreo que iba a finalizar esta semana y que se decidió prolongar después de que el lunes se hallasen sumergidos una botella de submarinismo y un edredón pertenecientes a Tomás Gimeno.
Tres días más tarde, el 'Ángeles Alvariño' localizó el cuerpo sin vida de Olivia dentro de una bolsa de deporte atada a un ancla, a mil metros de profundidad en la zona de búsqueda frente al Puertito de Güímar, donde se perdió la geolocalización del teléfono móvil del padre de Anna y Olivia.
Para el rastreo ha sido fundamental el equipamiento del buque oceanográfico, dotado con una ecosonda de presión que le permite captar cualquier anomalía que se encuentre en el fondo marino y capaz de emitir simultáneamente una gran cantidad de ondas acústicas que a su regreso se convierten en impulsos eléctricos y permiten dibujar un mapa del fondo. Cuando el sensor notifica que ha encontrado algo anómalo en el fondo, entra en funcionamiento el robot no tripulado Liropus 2000, que realiza labores de inspección y recogida de muestras hasta una profundidad de 2.000 metros, aunque debidamente adaptado, puede sumergirse incluso a 3.000 metros de profundidad.
Mientras tanto, a la desazón instalada en la sociedad canaria en particular, y en el conjunto de España por extensión, tras el hallazgo del cadáver de la pequeña Olivia se suma la tensa espera por localizar el paradero de su hermana Anna, de 1 año, y del padre de ambas. Una espera que puede verse prolongada en función de la demora para reparar la avería del 'Ángeles Alvariño', ahora que todos los ojos están puestos en lo que pueden esconder las abruptas profundidades del litoral canario.
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