Dos tragedias ecológicas gallegas: Fragas do Eume (2012) y Monte Pindo (2013)

  • El devastador incendio que se ha tragado un monte singular y protegido como el coruñés Monte Pindo, en Carnota, recuerda de lejos a otro fuego terrible que, a menor escala -quemó 520 hectáreas-, arrasó en 2012 una parte de otra de las joyas verdes de Galicia, el parque natural de As Fragas do Eume.

Lorena Bustabad

Ferrol, 13 sep.- El devastador incendio que se ha tragado un monte singular y protegido como el coruñés Monte Pindo, en Carnota, recuerda de lejos a otro fuego terrible que, a menor escala -quemó 520 hectáreas-, arrasó en 2012 una parte de otra de las joyas verdes de Galicia, el parque natural de As Fragas do Eume.

Aquel incendio se inició en plena sequía primaveral, el 31 de marzo del 2012, en el alto de Teixido, en lo más elevado de un monte del municipio coruñés de A Capela.

Se declaró oficialmente a las 15:00 horas y durante esa tarde amenazó las puertas de varias aldeas pequeñas y casas desperdigadas que fueron desalojadas durante la noche sin otras consecuencias que los daños materiales y pastos arrasados.

Las llamas empezaron a crecer en una turbera en el lugar de O Crego y en poquísimas horas eclosionaron en un frente imparable empujado por rachas fortísimas de viendo que avanzó ladera abajo hacia Monfero, al otro lado del río, arrasando los pinares y eucaliptales que poblaban las laderas escarpadas del cañón del río Eume, la arteria fluvial que riega un paraje único que está considerado el bosque atlántico mejor conservado de Europa.

El fuego cruzó el río Eume y se hizo fuerte en Monfero. También tocó a los municipios de Cabanas y As Pontes, cuatro de los cinco que limitan con el parque natural.

Durante cinco días, las fragas ardieron hasta que los esfuerzos combinados de los efectivos de la Xunta y la UME (334 efectivos), con la ayuda de la lluvia que cayó el miércoles 4, permitieron dar el fuego por extinguido tras encoger el corazón de una comunidad muy sensibilizada con las catástrofes naturales desde la marea negra del 'Prestige' en 2002 y la oleada de fuegos del 2006.

El balance de la consellería de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia para el fuego de As Fragas concluyó que había consumido 520 hectáreas, 274 de ellas en zona de especial reserva natural -fraga o bosque autóctono- de un parque que suma 9.126, con un hábitat muy especial poblado por especies de flora y fauna amenazadas y muy poco usuales.

Un año después, la Xunta cifró en 61 las hectáreas de singular valía ambiental que se habían visto más afectadas y determinó que la regeneración casi espontánea del terreno dañado evolucionaba "de forma continua y muy positiva".

"En las zonas de superficie quemada se observa una progresión de la cobertura vegetal", indicó el pasado marzo la Consellería de Medio Ambiente, que tras el fuego colocó barreras vegetales para evitar el arrastre de cenizas al cauce del río, esparció paja, prohibió el paso y las talas y resembró con especies autóctonas.

Otras 60 hectáreas de las que se quemaron en aquel fuego correspondía a zonas de matorral y monte bajo y 150 más eran de pinos y eucaliptos repoblados artificialmente en las laderas del cañón de un parque en el que centenares de propietarios se reparten pequeños trocitos de terreno.

El presidente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo, sostuvo desde un principio, que este fuego había sido intencionado. Lo fuera o no, nunca se halló al responsable que con intención o por imprudencia, provocó el incendio.

El juzgado de Instrucción número tres de Ferrol abrió una investigación por orden de su entonces titular, Alejandro Morán, que terminó por archivarse a finales de julio, cuatro meses después, al no hallar un autor material de la lumbre que se originó, como causa más probable, a partir de una colilla, según se reflejaba en las conclusiones del informe del Seprona de la Guardia Civil.

Los ecologistas, que se adentraron en el bosque días después, reconocieron que el fuego fue tan rápido que quemó la superficie sin calcinar la tierra.

De aquel incendio nació una Plataforma en Defensa de As Fragas que agrupa a entidades ambientalistas, vecinos y propietarios del parque que realiza limpiezas periódicas y plantaciones de árboles autóctonos para regenerar uno de los parajes más hermosos y visitados de Galicia.

En paralelo, explica a EFE Miguel Abraira, portavoz de esa Plataforma, se constituyó Bétula, una asociación sin ánimo de lucro para la custodia del territorio que recolecta fondos para comprar parcelas en el parque con el fin de protegerlas.

As Fragas do Eume es, oficialmente, un parque natural desde 1997. No obstante, todavía carece de un Plan Rector y de Usos y Gestión (Prux), critica Mónica Arto, que integra la Junta Consultiva del parque.

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