La natalidad es un motor de la economía... y no sólo para mantener el sistema de pensiones

  • El envejecimiento de la población es un problema que suena a algo muy lejano. Pero la economía no sólo se resentirá desde el punto de vista de las pensiones. El mundo desarrollado necesita a los niños en muchos más sectores: la vivienda, el consumo, el mercado laboral...
El 52% de los trabajadores españoles cree que la reducción de jornada perjudica su carrera
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lainformacion.com

El mundo acaba de atravesar la barrera de los 7.000 millones de habitantes y no parece que haya demasiados problemas de población en el mundo. Pero los hay. Y se multiplican, precisamente, en el primer mundo, que es el que tiene que tirar aún de la economía global.

La natalidad se está recortando a pasos agigantados en las naciones desarrolladas (y empieza a tomar los países emergentes) y el impacto sobre las cuentas de los países no se limitará a los sistemas de pensiones.

Según acaba de recordar el informe El dividendo demográfico sostenible: ¿Qué tienen que ver el matrimonio y la fertilidad con la economía?, los beneficios de un modelo basado en fomentar la fertilidad pueden ser múltiples.

Realizado por varias instituciones relacionadas con la familia de distintos países (entre ellas, la Universidad Internacional de Cataluña), el documento se presenta hoy en España después de haber levantado un amplio debate en Estados Unidos. No en vano, aboga claramente por las políticas familiares como gasolina de la macroeconomía.

La fiscalidad, la legislación laboral o el consumo de primera necesidad tienen mucho que ver con la familia y, por extensión, con la marcha económica.

De esta forma, el documento parte de elementos tan básicos como que "más ciudadanos también significan una mayor masa laboral para los negocios y, especialmente, más demanda para los productos que se comercializan".

Un ejemplo a partir de los datos de la primera potencia mundial: En Estados Unidos, los padres casados (en una edad comprendida entre los 18 y los 50 años) gastan "notablemente más dinero, tanto en el conjunto del hogar como per cápita, en cuidado de niños, comidas en casa, salud, mantenimiento de la vivienda, servicios y seguros personales".

Por el otro lado, el gasto en mascotas y juguetes lo lideran los matrimonios sin hijos.

En líneas generales, desde las compañías de alimentación hasta las textiles, pasando por cualquier asunto relacionado con una vivienda, vivieron un boom a finales del siglo pasado, al mismo tiempo que se producía el boom de la natalidad en el primer mundo. Con el declive actual, todas ellas han entrado en un periodo de frenazo.

Todavía quedan algunos efectos de aquella circunstancia, pese a todo: lo que se ha venido a llamar el dividendo demográfico, por el que muchas naciones aún gozan de prosperidad en los primeros años del declive poblacional. De este modo, el informe señala que "mientras que la natalidad cae, un creciente porcentaje de trabajadores copan los mejores años de productividad que representa la juventud".

Pero, en el momento en que se pasa a la generación siguiente, lo que era beneficio en un principio se convierte en problema. "El envejecimiento de la población pasa de ser una fuerza positiva en el desarrollo y la innovación a ser un sumidero de recursos". Ha ocurrido en Japón y se espera que suceda lo mismo en China de aquí a 40 años.


¿Y qué hacer entonces? Francia, Alemania, Suecia, Italia y Japón han tomado medidas drásticas sobre la edad de jubilación. España también ha extendido la edad para abandonar el trabajo hasta los 67 años, si bien más de un organismo internacional ha puesto en duda que sea suficiente.

El informe cree que no basta con esto. Los gobiernos también tienen que invertir en la natalidad y en favorecer la conciliación laboral. En un país como España donde la jornada de trabajo termina dos horas más tarde después que la media europea, la racionalización se hace más necesaria.

Sin olvidar, claro está, las políticas de estímulo fiscal a la familia: desde el apoyo a la continuación de las empresas familiares a promover el ahorro, pasando por las ayudas directas en función de los hijos que se tengan.

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