El secretario de prensa del Pentágono, Peter Cook, dijo que los funcionarios de Defensa ambos países hablaron con sus homólogos durante aproximadamente una hora a través de una videoconferencia, en lo que aseguró fue un intercambio "cordial y profesional".
Estas conversaciones tienen el objetivo de evitar que los aviones de las diferentes fuerzas se crucen en el camino. No estaba claro que tan fructífero era este esfuerzo en medio de un segundo día de los bombardeos de Rusia en Siria.
Cook dio pocos detalles, pero dijo que los funcionarios discutieron qué frecuencias internacionales podrían utilizarse si un piloto estaba en peligro y en que idioma las tripulaciones de aeronaves deben comunicarse entre sí.
"Hemos dejado muy claro que, como mínimo, la prioridad aquí debe ser la operación segura de la tripulaciones aéreas sobre Siria", dijo Cook. No se programaron aún llamadas de seguimiento de la situación, agregó.
Estados Unidos ha reiterado en numerosas ocasiones la necesidad de que Moscú informe sobre cuándo y cómo planea enviar sus aviones de combate y bombarderos.
Funcionarios militares estadounidenses estaban furiosos el miércoles después de que Rusia sólo les dio un vago adelanto una hora antes de que comenzaran los bombardeos. La advertencia no especificó cuándo o dónde se producirían las incursiones, apenas que los aviones de la coalición debían evitar la zona.
Rusia lanzó el miércoles sus primeros ataques aéreos en Siria, que se encuentra inmersa en una brutal guerra civil que se ha cobrado alrededor de 250.000 vidas en cuatro años y medio.
Este jueves Moscú realizó nuevos bombardeos contra enemigos del régimen de Bashar al Asad en el noroeste y centro de Siria, reafirmando que combate tanto al grupo yihadista Estado Islámico (EI) como a "los otros grupos terroristas". Rusia tiene actualmente un total de 32 aeronaves militares desplegadas en territorio sirio.
Sin embargo, militares de EEUU consideraron que los ataques rusos en realidad estarían dirigidos principalmente contra los opositores al régimen de Bashar al Asad, un añejo aliado de Moscú.
Por su parte, Washington lidera una coalición internacional integrada por países europeos y árabes que lleva a cabo ataques casi diarios en Siria con aviones y drones para combatir al EI.
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