El abanico en China no entiende de sexos

  • Pekín.- En China el uso del abanico es muy popular entre hombres y mujeres, que, sin distinciones, giran sin descanso este objeto cuando se ven azotados por las altas temperaturas del verano, y por ello son muchos los que muestran su perplejidad cuando escuchan que en España es utilizado principalmente por las féminas.

El abanico en China no entiende de sexos
El abanico en China no entiende de sexos

Pekín.- En China el uso del abanico es muy popular entre hombres y mujeres, que, sin distinciones, giran sin descanso este objeto cuando se ven azotados por las altas temperaturas del verano, y por ello son muchos los que muestran su perplejidad cuando escuchan que en España es utilizado principalmente por las féminas.

"Los hombres y las mujeres somos iguales ¿no? Todos pasamos calor ¿no? No me parece correcto que los hombres no lo usen. Desde luego deberían utilizarlo", sentencia indignada Bai Yushen, una anciana de 80 años que acude cada día desde hace tres décadas al mismo parque junto a sus amigos.

A Bai, vestida con una camiseta holgada de color rojo y con unos aros de oro en las orejas que dan un aire coqueto a su desenfadado aspecto, le cuesta entender que este artilugio "tan claramente inventado para combatir el calor pueda ser considerado 'femenino'".

Los historiadores del gigante asiático sitúan la aparición del abanico hace unos 3.000 años y, según explican, ya en la dinastía Shang (XVI-XI AC) los había de muy distintos tipos.

Muchos se hacían con papel, seda, pluma, bambú o paja, pero en todos ellos, independientemente del material, se prestaba mucha atención a sus varillas y a la pintura de la superficie.

Poco a poco el abanico fue convirtiéndose en una especie de lienzo donde los calígrafos dejaban deslizar su tinta, e importantes artistas chinos como Qi Baishi o Zhang Daqian lo utilizaron como medio de expresión, hasta finalmente ser considerados obras de arte.

Símbolo de autoridad y de poder, era colocado también en las estancias de la familia imperial como distintivo social.

A pesar de que antiguamente las mujeres lo utilizaban con mayor frecuencia que los hombres, siempre ha sido una pieza usada por ambos sexos, y es más frecuente ver a los varones con abanicos grandes.

"Pues mi hijo acaba de regresar de España y a mi no me ha comentado nada de este tema", cuenta sin inmutarse Lang Guinyong, que se encuentra plácidamente tumbado en un banco mientras mueve con esmero un enorme abanico que asegura tener desde hace nada menos que 30 años.

No muy lejos, pero fuera de la multitud que puebla especialmente en verano los parques pequineses, otro hombre, He Yin, de 66 años de edad, comenta a Efe que él siempre los ha usado y en verano le resulta imposible separarse de ellos, "sobre todo cuando hace mucho calor".

Mientras He muestra con orgullo su gran abanico decorado con dibujos sobre la dinastía Ming, cuenta que utiliza uno o dos al año y siempre ha preferido los plegables (Zhe Shan) a los redondos (Tuan Shan), ya que éstos últimos "son más sólidos, pero más difíciles de transportar de un lado a otro", comenta.

"Lo de España no lo entiendo muy bien. Está claro que es algo cultural y no puedo decir que sea un tontería, pero desde luego es raro. Me pregunto cómo resuelven los hombres el problema del calor", agrega este obrero ya retirado.

He vuelve a la carga y reitera: "Es que no lo comprendo, porque desde luego en China los hombres lo han utilizado siempre, desde la antigüedad".

Uno de los lugares de producción más famosos es la ciudad de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, situada en el este del gigante asiático, donde se fabrican abanicos de papel negro, de madera de sándalo o de marfil, y se exportan a millones a países como Japón o Corea del Sur.

Porque, en China, el abanico sigue cumpliendo con éxito su función práctica, que no es otra que la de simplemente combatir el calor, moviéndolo lenta o rápidamente, con la cabeza erguida y sin diferencias.

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