El Amazonas agoniza y se dirige a una situación de "no retorno"

  • Como siga así, será una "tragedia", dicen los pobladores de esta selva. Y los científicos están de acuerdo. Las organizaciones ecologistas llevan años denunciando el declive del Amazonas, el mayor pulmón verde del planeta Tierra. Pero la sequía de este año es de las peores.
Unos brasileños cruzan el Río Negro, uno de los mayores afluentes del río Amazonas
Unos brasileños cruzan el Río Negro, uno de los mayores afluentes del río Amazonas
Reuters
Erik German, Amazonas brasileño | GlobalPost

(Mutum, Brasil).Una lancha motora navegando a toda velocidad contra la corriente y por la noche en un estrecho río amazónico no puede llegar muy lejos.Justo después de las 9 de la noche, la lancha de aluminio se detiene en seco y emite un sonido parecido a un trueno. Los pasajeros y el cargamento saltan por los aires. Los sonidos de sorpresa, blasfemias y de hombres chapoteando en el agua resuenan en la oscuridad.

Un enorme árbol semi sumergido da una rápida lección de física newtoniana y de los riesgos de navegar por la noche.El percance demuestra además lo que todo el mundo en este remoto rincón de la jungla brasileña lleva tiempo comentando: el mayor bosque tropical del mundo está peligrosamente seco, y probablemente se esté secando.

Octubre significó el fin de una de las mayores sequías que recuerda el Amazonas, un periodo de bosques secos e inflamables, tierras de cultivo polvorientas y ríos con caudales bajo mínimos. Los ríos son las autovías de comunicación en las profundidades de la selva, pero también son los cementerios de árboles muertos, que normalmente acaban ocultos bajo el agua a distancias seguras para la navegación.Pero este año no ocurre así, y la magnitud de la sequía va mucho más allá de los barcos obstaculizados.

Si bien la región ha sufrido épocas de sequía anteriormente, sus habitantes y los científicos dicen que ahora son mucho más frecuentes y fuertes. Según los expertos, hay numerosas pruebas que demuestran que los cambios meteorológicos que se están registrando la Amazonia pueden estar causados por el cambio climático global.

El mayor bosque tropical del mundo ha sido durante mucho tiempo el bastión de esperanza para un planeta acosado por el cambio climático. Con una extensión similar a la del territorio continental de EEUU, el Amazonas guarda el 20 por ciento del agua fresca del planeta y genera una quinta parte de su oxígeno

Con el cambio climático en aumento debido al crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono, el Amazonas ha sido una de las pocas fuerzas que ha logrado ir manteniéndolo a raya. Pero las últimas evidencias científicas sugieren que el bosque quizás ya no sea capaz de protegernos de un planeta cada vez más caliente.

"Cada ecosistema tiene un punto de no retorno a partir del que ya no puede seguir adelante", explica Oliver Phillips, un profesor de Ecología Tropical de la Universidad de Leeds que ha pasado décadas estudiando cómo los bosques reaccionan a los cambios del clima. "La preocupación ahora es que hay partes de la Amazonia que pueden estar aproximándose a ese punto".

Phillips lideró un equipo de docenas de investigadores que estudiaron los daños causados por una sequía severa en 2005 a los árboles y al crecimiento de la vegetación en más de 100 puntos a lo largo del Amazonas. Sus conclusiones, publicadas en la revista Science, son preocupantes.

El bosque tropical absorbe cada año mediante la fotosíntesis unos 2.000 millones de toneladas de CO2 en la atmósfera. Pero en 2005 la sequía causó la muerte masiva de árboles y el proceso se invirtió. Como si fuese una aspiradora que expulsa el polvo, la región amazónica soltó unos 3.000 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2005. Por lo tanto, la sequía hizo que unos 5.000 millones de toneladas de gases que atrapan el calor terminasen en la atmósfera, más que las emisiones combinadas anuales de Europa y Japón.

Todavía se tiene que ver si la capacidad del bosque tropical para absorber gases invernadero se ha visto mermada de forma permanente. "No lo podemos decir con seguridad, pero podría estar ocurriendo", explica Phillips. "A menudo no se sabe si se ha traspasado un umbral hasta que ya se ha atravesado".

A Phillips le preocupa que haya habido dos sequías seguidas tan pronto. En los límites del bosque en Perú y Bolivia hubo más incendios este año que en cualquier otro del que haya registro, asegura. También hay informes sobre daños significativos a plantas en el noroeste de la Amazonia, una región normalmente húmeda.

"Los bosques tropicales húmedos han evolucionado a temperaturas bastante altas, pero hay temperaturas a las que no se dan", afirma Greg Asner, un ecologista de la Carnegie Institution for Science. "Algunos bosques tropicales en el mundo están empezando a estar expuestos a temperaturas que no habían experimentado jamás hasta ahora".

Asner terminó recientemente un estudio sobre los bosques tropicales del mundo en el que se demuestra hasta qué punto se pueden extender las consecuencias. Tomando 16 modelos de predicción durante los próximos cien años sobre el cambio climático, este investigador ha creado un mapa que muestra los puntos en donde se cree que el aumento de los gases de efecto invernadero provocará cambios sustanciales en los bosques.

Asner descubrió que el aumento de las temperaturas y los cambios en las lluvias podrían dejar en torno al 37 por ciento de la Amazonia tan alterado que las plantas y los animales que viven allí ahora tendrán que adaptarse, trasladarse o morir. Si además se toman en cuenta factores humanos como la tala de árboles, la porción de bosque afectado puede llegar a ser del 81 por ciento.

Asner dice que las capas de hielo polar que se derriten no son los únicos centinelas del cambio climático que tenemos. El mayor bosque tropical del planeta (sin agua, seco, y a veces en llamas) está también en primera línea de acción, e igual de amenazado.

"Odio tener que situarme frente a los osos polares", admite. "Pero estamos hablando de la Amazonia; la mayor parte de la biodiversidad del planeta está en los bosques tropicales húmedos".

Los habitantes llaman a las sequías anuales en esta selva "la temporada de quema", porque los propietarios de tierras aprovechan para provocar incendios y despejar zonas para cultivos y animales. En las últimas décadas los incendios en los límites de la jungla se consumían a los pocos metros, en cuanto llegaban a la vegetación permanentemente húmeda.

Pero con la sequía de 2005 la situación ha cambiado, explica Foster Brown, un científico medioambiental que trabaja en la Universidad de Acre."El ecosistema se ha vuelto tan seco que en lugar de ser una barrera para el fuego el bosque lo aviva", afirma. "Hemos pasado de una situación en donde sólo una pequeña parte de la región era susceptible al fuego a ahora, con toda la región amenazada".

Los incendios en los bosques no son la única evidencia de la sequía. Este año uno de los mayores tributarios del río Amazonas, el río Negro, disminuyó su caudal medio durante la época de la sequía en unos 4 metros, marcando un récord histórico. Los canales en algunas áreas se han convertido en lodazales, impidiendo la circulación de barcos y dejando aisladas a comunidades remotas.

El Gobierno brasileño anunció el mes pasado un paquete de ayudas de emergencia por 13,5 millones de dólares. Asimismo, el gobierno del estado del Amazonas ha distribuido unas 600 toneladas de comida por barco y avión después de que la mitad de sus municipios declarasen un estado de emergencia que afecta a más de 62.000 personas.

Más al oeste, en el estado de Acre, los ríos continúan siendo navegables, pero sólo lo justo. En la remota comunidad de Mutum viven unas 650 personas en casas con techo de paja al borde del río. Normalmente se tarda unas seis horas en llegar hasta allí por río desde la carretera más cercana. En el punto álgido de la sequía de este año se tardaba 12 horas en hacer ese camino.

Pero no fue la comunicación por barco lo que inquietó más a Mariazinha Yawanawa, la jefa del poblado. Su gente vive del bosque: cazan en la jungla, pescan en los ríos y cultivan en el entorno de sus casas. El terreno se ha vuelto polvoriento y duro, dice, y han visto humo en el horizonte.

"Nunca había vivido un año como este", recuerda. "Cada mañana, cuando nos reunimos las familias, nos preguntamos qué está pasando".Mariazinha, de 41 años, tuvo que superar numerosos obstáculos culturales para convertirse en la primera jefa de la comunidad. Al explicar cómo logró hacerse finalmente con el puesto, un líder tribal encoge los hombres y asegura que ella es "mucho más dura que los hombres".

Pero el tema del clima ha dejado confusa a esta musculosa y determinada mujer. "Todo ha cambiado. No sabemos cuándo plantar. Plantamos y después el sol lo mata todo", afirma. "Si sigue así, va a haber una tragedia".

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