El antecedente de #Acampadasol: las movilizaciones estudiantiles de 1987

  • En aquel momento luchaban por  la anulación de las normas disciplinarias contenidas en las instrucciones de comienzo de curso para los centros de enseñanzas medias, la derogación de la legislación sobre la selectividad, la congelación de las tasas académicas y la exigencia de más presupuestos para la enseñanza.
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El 15 de mayo y los días sucesivos quedarán en la memoria de muchos como el momento en el que la sociedad española, encabezada por los jóvenes, por fin, reaccionó. Más de 50 ciudades acogieron a miles de personas en sus plazas con un grito unido en contra de la clase política:"estamos indignados".

Previamente a este movimiento los jóvenes habían sido acusados de "pasotismo", "estaticidad", "conformismo con el sistema" e incluso se les había denominado con etiquetas como generación ni-ni (ni estudia ni trabaja) que no les hacían mucha justicia. Y es que, durante 24 años las protestas de la juventud se han llevado a cabo en sordina.

De hecho, hay que remontarse a 1987 para dar con un movimiento que se pueda comparar al de Toma la plaza. Durante cerca de tres meses más de tres millones de estudiantes se movilizaron en numerosas huelgas generales y manifestaciones de masas que ocuparon, al igual que ahora, el centro de toda la atención pública.

Las revueltas estudiantiles contra las reformas en marcha como la subida de las tasas universitarias y la selectividad, paralizaron la enseñanza media y superior en España durante el mes de enero de 1987.

Aquel enero tanto institutos como universidad estaban en pie de guerra aunque el punto álgido lo alcanzó el 23 de enero cuando tras una marcha pacífica en Madrid se produjeron unos duros disturbios que durante más de tres horas convirtieron el centro de al capital en una batalla campal.

En ella, una adolescente de 15 años, María Luisa Prada, resultó gravemente herida de bala por disparos de la policía.  El día de la manifestación, se encontraba de pie, hablando con una amiga, cuando sintió un golpe muy fuerte.

Los disturbios obligaron al Gobierno a negociar con los jóvenes aunque no consiguieron los objetivos que se habían marcado. No obstante, el movimiento sirvió para demostrar que la juventud española se mantenía activa. ¿Sucederá ahora lo mismo?

El icono del movimiento

Aquella manifestación encumbró a Jon Manteca, denominado "El cojo Manteca", un Alavés que en su adolescencia había perdido una pierna al escalar una torre de alta tensión. Punk y vagabundo sin hogar,  el día de los disturbios estaba pidiendo dinero en Sol cuando se cruzó con la manifestación.

Jon Manteca, contagiado por lo violento del ambiente, según explicaría más tarde, utilizó una de las muletas en las que se apoyaba al caminar para romper el letrero de la estación de Metro de Banco de España y un reloj-termómetro frente al Banco de España, y en esa actitud fue captado por las cámaras de EFE.

La fotografía recorrió las portadas de los diarios nacionales y extranjeros debido a lo pintoresco del personaje (estética punk, mutilación, cicatrices, violencia), y en poco tiempo acabó siendo convertida por los medios de comunicación en símbolo de las movilizaciones estudiantiles, a pesar de que Jon Manteca no era estudiante ni tenía más relación con todo aquello. La fama le llegó a Manteca de manera fortuita, todo lo contrario de lo que ha ocurrido con Sol donde la organización del movimiento 15M se ha esforzado por que ninguna cara sobresalga sobre el resto.

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