El "cartonero" del Papa, en huelga de hambre por los pobres de Buenos Aires

  • Apoyado en su amistad con Francisco, Sergio Sánchez, conocido como el "cartonero" del papa, se ha unido a la huelga de hambre que vecinos de los barrios marginales de Buenos Aires llevan a cabo desde hace más de un mes para reclamar la urbanización de las zonas más pobres de la capital.

Alida Juliani Sánchez

Buenos Aires, 28 may.- Apoyado en su amistad con Francisco, Sergio Sánchez, conocido como el "cartonero" del papa, se ha unido a la huelga de hambre que vecinos de los barrios marginales de Buenos Aires llevan a cabo desde hace más de un mes para reclamar la urbanización de las zonas más pobres de la capital.

Ya ha pasado 37 días desde que un grupo de ciudadanos decidió acampar a los pies del emblemático Obelisco para forzar a las autoridades a comprometerse definitivamente con los habitantes de las llamadas "villas", las áreas de exclusión social que el arzobispo Jorge Bergoglio visitaba con asiduidad.

"El papa siempre habló de inclusión, pero no solamente de tener un trabajo, sino de los derechos que reivindica cualquier ser humano, como una vivienda digna, poder dar estudios a sus hijos, contar con un colegio y la salud, que es lo primordial", dijo Sánchez en una entrevista con Efe.

El representante de los cartoneros, las personas que se ganan la vida recogiendo basura en las calles de la capital argentina, conoce bien al papa Francisco porque participó en algunas de las homilías que Jorge Mario Bergoglio realizaba en los lugares más deprimidos de la ciudad cuando era arzobispo de Buenos Aires.

"Pero no vengo por ser amigo del papa, simplemente por pelear el derecho propio", subraya Sánchez.

"Nuestra organización (el Movimiento de Trabajadores Excluidos que él encabeza) trata de acercarse a toda la gente que no tiene voz. Nosotros sí podemos pelear y mostrar que los cartoneros apoyamos a la gente de las villas, porque nosotros salimos de ellas", explica.

Según datos del censo de 2010, más de 160.000 personas viven hacinadas en villas en la capital argentina, que ocupan 260 hectáreas, pero la cifra no deja de crecer.

"Lo que se está peleando es que esas zonas sean legalizadas como barrios. La gente vive muy precariamente. Se está pidiendo lo mínimo, por ejemplo que tengan una ambulancia. Hay gente que muere dentro, y estamos hablando de la ciudad de Buenos Aires", subraya Sánchez.

Acceso a agua potable, instalación de una red de cloacas, desagües fluviales, alumbrado público, mejoras en la recolección de residuos y la pavimentación de las calles de sus barrios son las principales demandas, englobadas bajo el pedido de "urbanización".

"Podemos aceptar que la calle sea todavía de tierra, pero lo que se necesita es que tengan una salita o un hospital donde la gente se pueda atender, porque nadie te saca de la villa, nadie puede entrar a sacarte", señala el representante de los cartoneros que hace especial hincapié en algo tan básico como "la salud".

Por eso "estamos aquí, para que el Gobierno de la ciudad se acerque y podamos dialogar", remarca Sánchez.

"Se ha escuchado que nosotros con una carpa podemos meter presión y no es así, simplemente tenemos una sola forma de lucha. Esto no es una medida de presión, sino algo pacifista para que cada gente, cada ciudadano que pase por acá vea que hay gente que existe y que son argentinos también", reivindica.

Ante la falta de respuesta de las autoridades, "que dicen que esta todo bien para iniciar la urbanización, pero nunca lo hacen", el movimiento de cartoneros ha puesto en marcha otra estrategia.

"Nuestra organización está tratando de abrir las puertas, nosotros peleamos mucho con el gobierno para que los cartoneros seamos reconocidos en la ciudad y queremos ayudar a los compañeros que lo necesitan", explica Sánchez.

Ante la huelga de hambre iniciada por los habitantes de los barrios marginales, los recolectores de cartones han solicitado al actual arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, la intermediación del padre "Toto", uno de los conocidos como "curas villeros", como puente "para transmitir nuestras necesidades de forma más directa".

"El enlace con Francisco ya existe, pero creemos que con un cura el mensaje llegará mejor", indica Sánchez.

El cartonero está convencido de que ese mensaje llegará al papa, "porque si bien no sabe nada de que yo estoy acá, esta es su lucha, la de la inclusión social y de los que se merecen una vivienda y un trabajo digno", dice.

"Creemos que en algún momento va a llegar una comunicación directa con Francisco, pero eso es cosa de Dios, es él que lo tiene que lograr", sostiene confiado Sánchez.

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