Cien han dado positivo

El virus pone en jaque a la cárcel: 1.000 funcionarios afectados y presos aislados

Sorprenden a un joven lanzando móviles y droga a la cárcel
Sorprenden a un joven lanzando móviles y droga a la cárcel
Europa Press

Cada día son más los funcionarios de prisiones que están dando positivo en coronavirus. Una deficiencia en su servicio puede acabar colapsando la tensa calma que desde que se iniciara el estado de alarma se está viviendo en las cárceles españolas. Se producen pequeñas peleas que gestionan estos trabajadores que se deben estar empleando a fondo y  muy bien para luchar contra uno de los conflictos que más puede encender la mecha según van pasando los días: la falta de drogas que trae implícita la prohibición de las visitas y de salidas de permiso. Ayer, en la prisión de Santa Cruz de Tenerife fue detenido un hombre que arrojó al patio de la prisión un paquete que contenía tres teléfonos móviles con sus cargadores y 4 piezas de hachís, con un peso aproximado de 68 gramos. Eso sí, no es la primera vez que sucede.

Una de las mayores preocupaciones que tienen los funcionarios y trabajadores que realizan su labor en los centros penitenciarios es la de no contagiar a los internos, conscientes de que ellos son ahora mismo el único factor de riesgo para los presos. Entre la población reclusa sólo hay siete casos positivo en coronavirus, pero entre sus guardianes ya hay un fallecido y un centenar ha dado positivo en Covid-19. Más de 1.000 están en cuarentena. Y la cifra puede ir en aumento, por lo que desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip) detallan a La Información sus tres prioridades.

La primera, saber el "número de trabajadores que pueden estar contagiados". Para ello han solicitado que su colectivo sea incluido entre los primeros que puedan someterse a los test para saber hasta donde les ha puesto en jaque esta pandemia. Aseguran que entre sus medios para defenderse cuentan con trajes EPI, guantes y mascarillas, pero según pasan los días se requiere de más material saniario. Algunos funcionarios de prisiones madrileñas han denunciado a este medio que una misma mascarilla "y quirúrgica" la tienen que utilizar durante tres turnos. 

Dentro de la prisión estos trabajadores intentan mantener la distancia de seguridad requerida por Sanidad "en la medida de lo posible". Hasta los propios internos les piden que se pongan la mascarilla "y estén con ellos el menor tiempo posible". Porque los presos "tienen miedo de ser contagiados, es lo que más nos dicen", aseguran a este medio. "Los internos te dicen, con mucha razón, que aquí dentro no está el Covid-19", explica el delegado sindical de CCOO-FSC en la prisión de Alcázar de San Juan, Rafael Correas, que admite la "tensión" que existe entre los funcionarios para intentar "por todos los medios" no contagiar a los internos, sabedores de que, en este momento, son su "único factor de riesgo".

Pero hay ciertas tareas así como ciertas horas del día que lo impiden. Los módulos de ingreso o las enfermerías son las zonas más 'calientes' y donde menos se pueden mantener esos protocolos. "Como en las películas apocalípticas, ese es el prisma desde el cual lo ven ellos" pues "gente con la que llevan tratando años llega un día con guantes y mascarillas y es un choque", señala Pedro Antonio Martínez, vocal de médicos de prisiones de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y trabajador en la prisión de Ocaña II.

El funcionamiento de las cárceles ha cambiado. Ahora los presos están en su celda, en el patio, en el comedor o en la sala de televisión. Ellos sí que no guardan ninguna distancia de seguridad. El resto de actividades se han parado.  Se ha roto la rutina y la normalidad, sobre todo desde que se decidió prohibir las visitas de los familiares. En su lugar se han repartido móviles que cada centro deberá gestionar para que los internos que así lo soliciten puedan hacer una videollamada. Su llegada también ha sido motivo de algún que otro conato de peleas.

Es el centro el que debe organizar esas llamadas. El preso deberá estar un lugar que pueda mantener la intimidad pero siendo vigilado en todo momento por un funcionario de prisiones. Será éste el que, mediante un palo, tenga que marcar el número y empezar la comunicación para después apartarse y dejar de salir en escena pero sin quitarle ojo al preso. Estas llamadas no podrán durar más de 10 minutos y en ningún momento el móvil deberá estar colocado de tal manera que en la imagen se vea parte de la prisión ni ningún guardia. Una vez acaba la llamada será el propio interno el que tenga que limpiar el móvil para evitar los contagios con un paño impregnado en alcohol que le entregará el funcionario.

Estas llamadas pueden dar algo más de sosiego y tranquilidad a los internos, pero los días pasan y aunque son varios los que preguntan a los funcionarios lo que está sucediendo de puertas para afuera ellos mismos están perfectamente informados a través de las televisiones en las que antes de esta crisis sanitaria se podía escuchar alguna película o programa de entretenimiento y ahora es rara la que no tenga sintonizada algún espacio informativo en el que se esté hablando del coronavirus.

Esto puede ir alimentando su nerviosismo, su miedo a la enfermedad, su necesidad de ver a los suyos, de poder recibir dinero para comprar en prisión e incluso de acceder a esa droga que cada vez tiene más complicado su entrada en prisión. En esta línea el coordinador en Cuenca de la Plataforma Tu Abandono Me Puede Matar, Enrique Merás, que sufre síntomas relacionados con el virus, asegura que "al acabar las visitas y los vis a vis, la falta de droga se empieza a notar, y se tira desde fuera". "Algún funcionario ha encontrado droga en los patios así como teléfonos móviles", concluye. 

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