El desahucio no entiende de dramas

    • Las viudas se han convertido también en víctimas de las hipotecas. Cada vez más, se enfrentan a embargos por ser avalistas de sus hijos.
    • "Tenían su pisito pagado y ahora lo tienen en el aire", afirma con preocupación Rosario Vicente, presidenta de las asociaciones de viudas.

Las mujeres tienen más riesgo de pobreza en la vejez, según un estudio
Las mujeres tienen más riesgo de pobreza en la vejez, según un estudio

Se pasan la vida "cuidando de". De sus hijos, de sus maridos, de sus padres... y de nuevo de sus hijos. Y lo hacen, siempre con la misma dedicación y entrega. Las viudas son también las mejores economistas. Expertas en estirar hasta lo indecible una paga que, en el mejor de los casos llega a 600 euros, y en muchos otros, se queda en la mitad. Aunque, detrás de las cifras, se esconden situaciones de auténtica injusticia social que ellas resuelven con lecciones de dignidad.

En este contexto, las asociaciones cubren vacíos: el de la soledad, y también el económico. "Intentamos organizarnos para ayudar a las viudas que más lo necesitan", dice Rosario Vicente, presidenta de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Viudas Hispania. "Hacemos lo que podemos".

Es uno de los colectivos más sensibles, pero también el más silencioso. Acostumbradas a ajustarse el cinturón, en pocas ocasiones han dicho una palabra por encima de otra. Aunque tienen sus reivindicaciones históricas. Por ejemplo, que las pensiones se fijen sobre el 60 o 70% de la base de cotización y que se equiparen realmente al salario mínimo interprofesional. "Pero la solución, ya quisiera yo tenerla. Algunas viudas me dicen, es que no hacen nada", afirma Vicente, "pero yo digo, es que no podrán. Las cosas están mal para todos, mira los jóvenes".

Para ellas, al drama de la muerte de su marido, se añade, después, la pérdida de recursos económicos. Unas 2.300.000 mujeres cobran una pensión de viudedad en España, la edad media de las beneficiarias está en torno a los 76 años.

Con la mitad de ingresos-la pensión se calcula sobre el 52% de la base reguladora del salario o pensión que cobraba su esposo- tienen que sostener prácticamente los mismos gastos-casa, agua, luz, gas.. 377.000 de ellas, además, no reciben ningún tipo de retribución porque sus maridos no cotizaron el mínimo exigido.

A pesar del riesgo de vulnerabilidad social de este colectivo, los sucesivos gobiernos han ido dando largas a la posibilidad de revisar su situación. Este año, las pensiones de viudedad subieron apenas entre euro y medio y dos. Y con ello el Ejecutivo de Rajoy volvía a aplazar por un año la mejora de las pensiones de este tipo, prevista por ley de 2011, y cuya implantación progresiva debía producirse en un plazo de ocho años a contar desde principios de 2012."Las hay que tienen su casa en el aire"

Rosario conoce miles de casos, más de 20.000 que son las asociadas de la Confederación que dirige. Mujeres que han luchado toda su vida por sacar a sus hijos adelante y que ahora no pueden encender la calefacción porque el dinero se va en la factura, no pueden comer pescado ni una vez a la semana, no pueden afrontar una factura imprevista ni "darse lujos" como tomar un chocolate con bizcocho. "A veces les digo, venid esta tarde a merendar... pero me dicen. Rosario, yo no puedo, porque no tengo dinero"

En la precariedad que siempre han ido sorteando, ha golpeado también la crisis. Hijos que pierden su empleo y que vuelven a casa, o que acuden, día sí y día también, a comer. Ellas responden de inmediato con un ¿Cómo les voy a decir que no? "La situación es muy delicada", dice Vicente, "Las viudas iban tirando porque tenían su pisito o su casa pagada, pero ahora con la pensión tienen que atender a sus hijos que se han quedado en el paro. Hay viudas que están solas y que los fines de semana les dicen: venid a comer. Y van el viernes, el sábado y el domingo. Y como ellas dicen, no les ponenos manjares, les ponemos sólo cosas para que coman. Cocido, carne con patatas... Y se te parte el alma, porque te dicen: mamá, si sobra me lo llevo. Esto es tremendo, y es lo que está pasando".

Como siempre, ellas piensan más en los demás, que en ellas mismas, aunque eso implique hacer malabarismos imposibles para que la pensión llegue a fin de mes. Si no hay que encender la estufa, no se enciende. Si hay que apagar antes la luz por la noche, se apaga. Aunque esa disposición por ayudar está provocando casos urgentes. "Las hay que tienen su casa también en el aire, porque con ella han avalado la hipoteca de sus hijos. Hay casos que nos tienen en vilo, porque se van a quedar todos en la calle. Las madres han firmado para que no les quiten la vivienda a sus hijos y están viviendo todos de la pensión". Y con la casa, que se ha ido pagando con el esfuerzo de toda una vida, ahora embargada.

Las historias de ancianos que han visto cómo el banco se echaba encima para saldar un crédito son algunas de las más graves que señalan también desde las asociaciones de afectados por la hipoteca. Algunos casos fueron especialmente mediáticos. Fue, por ejemplo, la historia de Ángeles Belmonte, una viuda de Almería, de 76 años, desahuciada por avalar a su hijo de 55. La mujer protagonizó una activa lucha y llegó incluso a encadenarse al Banco de España, una acción por la que fue sancionada.

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En noviembre de 2012, el Gobierno anunció que la redacción del decreto ley para frenar los desahucios se centraría especialmente en salvaguardar los intereses de tres colectivos, familias numerosas, discapacitados y ancianos. Pero incluia un punto que revierte lo dicho: "ese decreto penaliza a los avalistas y los deja fuera de cualquier posibilidad de acogerse a ello. Por tanto, deja fuera a los padres mayores que han avalado con su propiedad la hipoteca de sus hijos", explica Ada Colau, de la plataforma de afectados. Algunas comunidades, como Andalucía, sí han dado algunos pasos para proteger también a los que avalen con sus bienes la firma de una hipoteca.

"La crisis nos está afectando a todos", opina Margarita García Durá, secretaria general de la Unión Democrática de Pensionistas y miembro del Consejo Estatal de Personas Mayores."pero la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil, y ese eslabón está integrado en una parte importante por las mujeres".

Y buena parte de la culpa la tienen las costumbres fuertemente arraigadas en la sociedad española, esas en las que las mujeres se han dedicado al cuidado del hogar y de la familia. Pero también, los hábitos de matrimonio. "En este país, la mujer siempre se ha casado con unos años de diferencia con su pareja, y, por eso, la mujer sobrevive también a su marido y se queda sola en circunstancias muy penosas. Tiene los mismos gastos pero los ingresos se reducen. Y en un momento de la vida que es cuando más lo necesita, porque su salud tampoco es excelente y tiene que hacer unos desembolsos que la pensión no le permite".

"La gente tiene que cobrar una pensión digna, y tiene que tener en cuenta que las leyes son demasiado severas con los más débiles, cuando no son tan severas con los más fuertes porque tienen otros recursos", asegura tajante.Umbral de la pobreza

Según la oficina de estadística comunitaria, Eurostat, nuestro país es el cuarto en Europa con más riesgo de pobreza y exclusión social. Este organismo considera "pobreza" los ingresos inferiores a 7.355 euros anuales, esto es, 600 euros al mes. La media de las prestaciones de viudedad en nuestro país está, para las mujeres, en 470 euros.

En su informe de vulnerabilidad social, presentado a finales de año, Cruz Roja alertaba de la precariedad que afecta a nuestros mayores. Así, según este organismo, el 51% de las personas mayores atendidas en sus programas sociales viven por debajo del umbral de la pobreza pero, a pesar de ello, un tercio de ellas han tenido que ayudar a un familiar en el último año. En su boletín, indicaban además que la cuarta parte de los mayores viven hogares donde todo sus miembros están en paro.

"Cuanto más pobres, más ayudan", señalaba en su presentación el coordinador de Cruz Roja, Antoni Bruel. "Sabemos que está creciendo esta situación y claro, si atiendo a mis familiares, tengo menos dinero para mi salud y mis necesidades".

Según los datos de Cruz Roja, la situación de privación afecta a ocho de cada diez mujeres atendidas en sus servicios. Un tercio no puede encender la calefacción una vez al día en invierno, y más del 70% no podría hacer frente a un gasto imprevisto de 600 euros. Y a las dificultades para llegar a fin de mes, se añade otro mal endémico de efectos también devastadores: la soledad.

"Las personas mayores siguen siendo un gran apoyo para la sociedad y, precisamente, las más pobres son las que más están ayudando a sus familias, aunque la soledad arrasa en la vidas del 46% de las personas mayores que atendemos", dice Bruel. Casi la mitad, cree que la sociedad los ve como una carga.En primera persona

La vida de Juana, viuda de Rentería de 65 años, dio un vuelco hace cinco. Entonces, su hijo decidió solicitar un crédito para unas obras en su negocio. La entidad, Kutxabank, le exigió un aval de 18.000 euros. La avalista sería ella, o eso creía.

Porque de la noche a la mañana, tras la firma ante el notario, Juana se convirtió en titular del crédito concedido para la compra de ese local. En total, 409.000 euros, una cuota de 3.000 euros al mes, a la que su hijo no podía hacer frente. Su pensión de viuda es de apenas 900.

"Juana no sabe ni leer ni escribir", dice Castor, su actual pareja. Nadie le explicó nada, afirma, ni el notario ni mucho menos el banco. Juana solo sabe que firmó, cómo no iba a firmar, para ayudar a su hijo en aquella reforma. "A mí me olió mal cuando, al mes, vinieron a tasar el piso"

Meses después, cuando Juana fue a sacar dinero del cajero, se encontró con la cuenta bloqueada. "Todos los meses le habían estado sacando 300 euros de la pensión, y no nos daban ningún recibo. Nos decían que para qué. Hasta que fui yo y, a gritos, conseguí que me lo diesen"

Su piso, "pagado desde hace 20 años", entró en subasta. Gracias a la ayuda de Stop Desahucios la han conseguido parar de momento, y están a la espera de jucio.

"Si fuese el aval, se podía levantar. Pero esa deuda...", explica Castor que aún saca fuerzas de flaqueza. "Ella, todo lo que gana, se lo está gastando en medicamentos y psicólogos. Está deprimida, lo está pasando muy mal", dice, "Lo único que quiero es que la dejen en esta casa mientras viva, es donde ella está contenta".

A pesar de todo, Castor confía en la justicia "en que todo salga bien", dice convencido. Aunque luego añade, asomando su carácter gallego, "pero vamos a ver..."

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