El matrimonio civil en el Líbano, mucho más que una cuestión de amor

  • Dos jóvenes parejas se dan el "sí" y se juran fidelidad eterna. Nada extraño. Sin embargo, este enlace se celebra en la calle ante decenas de manifestantes, delante del Parlamento del Líbano, donde la lucha por el matrimonio civil es mucho más que una cuestión de amor.

Kathy Seleme

Beirut, 26 ene.- Dos jóvenes parejas se dan el "sí" y se juran fidelidad eterna. Nada extraño. Sin embargo, este enlace se celebra en la calle ante decenas de manifestantes, delante del Parlamento del Líbano, donde la lucha por el matrimonio civil es mucho más que una cuestión de amor.

Pese a que no quede inscrito en ningún documento oficial, las felices parejas se consideran ya casadas, algo que la legislación libanesa no contempla por la fuerte presión de las 18 comunidades religiosas que coexisten en el país.

"En nombre del Estado del que somos ciudadanos, en nombre de la libertad y del amor, nos consideramos casados de forma civil y pedimos una ley para poder inscribir nuestro enlace, ya que rechazamos el matrimonio religioso", dijeron los contrayentes esta semana en su peculiar declaración conyugal.

Este simulacro de matrimonio fue organizado por la Asociación Chamel de jóvenes contra el sectarismo y la violencia, que en 2011 presentó al Parlamento un proyecto de ley elaborado por Ogarit Yunun y Walid Slaibe, fundadores de la campaña nacional para el estatuto personal de los libaneses.

Una de las activistas leyó un comunicado en la ceremonia en el que recordó que su país posee una propuesta que "yace en los cajones del Parlamento sectario, que hasta ahora rechaza examinarlo".

En declaraciones a Efe, Yunun, uno de los autores del proyecto, aseguró que su borrador estuvo en el orden del día de la pertinente comisión parlamentaria, lo que implicaba su revisión.

"Sin embargo, cuando hubo que examinarlo, en dos ocasiones lo pospusieron y pasó del lugar 9 al 36. Es vital que haya una ley civil libanesa que rija la vida de todos y cuando se trate del matrimonio civil no haya que ir al extranjero", apuntó, pues el Líbano sí reconoce los enlaces civiles fuera del país.

En la actualidad, hay también otro proyecto que podría ser validado. Se trata del que elaboró el expresidente Elias Haraui, que no fue refrendado en su día por el entonces primer ministro Rafic Hariri, presionado por las críticas y amenazas de los clérigos de distintas confesiones.

"El reconocimiento del matrimonio civil es la primera etapa hacia la laicidad, pero el camino aún es largo", reconoció a Efe Nayla, una activista por los derechos civiles.

Mientras, para Karim, un joven de la ciudad septentrional de Trípoli, es imprescindible "poner término a la locura sectaria en el Líbano", fragmentado por las diferentes comunidades que gestionan, cada una a su manera, asuntos civiles como el matrimonio.

El conflicto en torno al matrimonio civil volvió a saltar a los focos la semana pasada cuando una pareja formada por un musulmán suní y un mujer chií anunciaron que se habían casado ante un notario, en noviembre pasado, con base a una antigua ley de 1936, que data del Mandato francés sobre el país.

Sin embargo, ese enlace no fue reconocido por la ley, pues todo lo relacionado con el estatuto personal de los libaneses está regido por las 18 comunidades religiosas.

El propio presidente del país, Michel Suleiman, se ha manifestado recientemente en favor de reconocer el matrimonio civil como forma de unificar al país.

En su página de Facebook, el mandatario escribió hace una semana que "se debe trabajar para instaurar el matrimonio civil, un paso importante para erradicar el confesionalismo y consolidar la unidad nacional".

Pese a ello, advirtió de que la decisión no le corresponde únicamente a él, sino que es "un trabajo de equipo entre 128 diputados, 30 ministros, miembros de la sociedad civil y otras partes concernidas".

Suleiman colgó en su página una foto de un padre llevando en hombros a su hija, que sostiene una pancarta con el lema "Sí al matrimonio civil, no a la guerra civil", referida a los tres lustros del conflicto armado que ensangrentaron este país entre 1975 y 1990.

Por de pronto, el actual primer ministro del país, Nayib Mikati -apoyado por la mayoría parlamentaria encabezada por el grupo chií Hizbulá-, ya ha rechazado de forma categórica incluir el asunto en el orden del día de su gobierno.

En la última sesión del Ejecutivo, Mikati sentenció que, mientras él ocupe el cargo, un proyecto así nunca será aprobado.

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