El miedo a una venganza sectaria planea entre los suníes de Irak

  • Los suníes de Irak temen convertirse en el chivo expiatorio de las milicias chiíes y de las tropas kurdas que combaten al yihadista Estado Islámico (EI), lo que podría derivar en una guerra civil sectaria.

Yaser Yunes

Mosul (Irak), 19 sep.- Los suníes de Irak temen convertirse en el chivo expiatorio de las milicias chiíes y de las tropas kurdas que combaten al yihadista Estado Islámico (EI), lo que podría derivar en una guerra civil sectaria.

Los habitantes de las ciudades septentrionales de Mosul y Tikrit y de la provincia occidental de Al Anbar, actualmente bajo el yugo de los extremistas en el autoproclamado califato, ven por ello con recelo la posible entrada de estos combatientes.

En Mosul -en manos del EI desde el pasado 10 de junio-, los vecinos están divididos entre quienes rechazan con fuerza la participación de las milicias chiíes en la lucha para liberar la ciudad y quienes la aceptan con condiciones.

Este es el caso de Moayad Hazem, de 29 años, quien dijo a Efe que apoyarán "la participación de las milicias de los hermanos (chiíes) del sur de Irak siempre que no vengan con ánimo de revancha".

"Estaremos atentos a que esas fuerzas no se conviertan en unas de repugnante venganza sectaria", advirtió este habitante de Mosul, la segunda ciudad de Irak.

Si reciben el apoyo de los chiíes, Hazem se comprometió a ayudarles "a limpiar Mosul de los asesinos y extraños que mataron a sus habitantes, tras engañarlos con buenas intenciones y luego traicionarlos", en alusión al EI.

Menos abierto se muestra el abogado Mohamed Salem al Yaburi, de 37 años, preocupado por el hecho de que esos grupos armados "no gozan de legalidad y se formaron sobre bases sectarias".

Parte de la población de las provincias de mayoría suní vio con buenos ojos la llegada de los extremistas, debido a que habían sufrido antes la represión del Gobierno de Bagdad, encabezado entonces por el chií Nuri al Maliki.

Sin embargo, la luna de miel duró poco en muchos casos, al mostrar el EI su cara más sangrienta, que afectó principalmente a los chiíes y a minorías religiosas, pero también a los suníes que no se doblegaron a su interpretación radical del islam.

En opinión del coronel jubilado Niazi Mustafa, de 68 años, el anterior Gobierno de Al Maliki "supo cómo jugar al ritmo del sectarismo después del fracaso de los órganos de seguridad y la retirada de miles de soldados que se suponía que debían defender Mosul" de la ofensiva del EI.

Mustafa dijo a Efe que el Ejecutivo tomó esa desbandada como pretexto para "movilizar a las milicias chiíes y golpear a los suníes, y así encender el conflicto interconfesional".

La convocatoria para luchar contra el EI de voluntarios chiíes, a los que se ha acusado de algunas masacres de suníes, todavía prosigue bajo el actual Gobierno del primer ministro, Haidar al Abadi, elegido el pasado agosto.

El coronel denunció que los milicianos que combaten ahora en la provincia de Saladino asesinan a inocentes, destruyen viviendas y saquean bienes.

"Tememos que le llegue el turno a Mosul. La guerra de exterminio está a las puertas si esas milicias prosiguen combatiendo del lado de los cuerpos de seguridad iraquíes", alertó.

En términos similares se expresó el gobernador de Nínive, Azil al Nuyeifi, que remarcó en declaraciones a Efe su rechazo a la entrada en Mosul de cualquier fuerza que no dependa de los Ministerios de Defensa e Interior.

"La provincia no permitirá la llegada de fuerzas irregulares como la denominada (milicia chií) Multitud Popular. Si entran, causarán una gran preocupación y hostilidad entre la población, y tal vez una guerra sectaria", indicó Al Nuyeifi.

La minoría suní de Irak se siente discriminada desde la caída del dictador Sadam Husein, del mismo credo, y ha protagonizado protestas para exigir la liberación de los presos y la anulación de la ley antiterrorista, que consideran dirigida contra ellos.

Para el político kurdo Mohiedin al Mazuri, "la discordia confesional en Irak ha permanecido dormida, similar a la de un volcán inactivo bajo la superficie y que emana un débil humo a la espera del momento adecuado para la erupción".

Entre las causas de la discordia sectaria, destacó el hecho de que los árabes suníes iraquíes rechacen que el jefe del Gobierno sea chií, aunque haya sido elegido en las urnas. "Esa es la esencia del problema, por eso ellos se oponen a la democracia", lamentó.

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