Los móviles diminutos como moneda de cambio en prisión: "Son muy peligrosos"

celda
celda

No miden más de 20 centímetros, dura la batería dos días y son muy fáciles de ocultar. El minimóvil es uno de los quebraderos de cabeza de los funcionarios de prisiones que ven como cada día muchos de los conflictos entre los presos tienen su origen en ellos. "En la calle parecen inocuos, pero en una prisión son una moneda de cambio y generadores de conflictos", asegura a La Información Joaquín Leiva, portavoz de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip). Al año se intervienen una media de 1.500. A la celda llegan desde el exterior, pero una vez dentro ningún preso se los lleva. Se quedan como moneda de cambio. Si sube el consumo de pilas en la prisión puede ser porque el número de terminales está aumentando. 

En uno de los últimos registros en la parte trasera de un inodoro se han llegado a detectar ocho. "Y cada vez aparecen más", asegura Leiva. Y el modelo más demandado es el minimóvil. Se pueden comprar por pocos euros e introducir en partes o entero sin ser detectado porque para ello sería necesario radiar constantemente a todos los presos. Una de las demandas desde Acaip es la falta de personal. Y en este caso es muy evidente. Una tarjeta SIM se la guardan hasta en la ranura de las chanclas. El resto del móvil es de plástico, por lo que los detectores de metales no los llegan a detectar.

¿Y cómo pueden pasar los controles? Es sencillo. Sus componentes son de plástico y los detectores de metales no saltan. Leiva también explicó en Espejo Público que algo que esté cinco centímetros dentro de la piel no se detecta.  "Si este teléfono tan pequeño va en una cavidad corporal el detector de metal no lo detecta a la entrada, en un vis a vis ni en el cacheo del interno cuando se dirige a su celda".

Con estos teléfonos las conversaciones que puedan tener sus dueños, que tampoco suelen ser los que los tienen escondidos en las celdas, no están relacionadas solo con el narcotráfico o el crimen organizado. "La mayoría son para violar las ordenes de alejamiento y comunicaciones. La víctima recibe una llamada de un teléfono que no conoce y suele coger". En las prisiones cada interno puede hacer hasta 10 llamadas a la semana de diez minutos cada una. Eso sí, los números que puede marcar han sido previamente autorizados "con la presentación de un contrato telefónico para identificar al receptor". Cuando el preso puede saltarse estos controles "el daño puede ser muy alto". También se pueden comunicar mediante cartas, "pero en esta ocasión sí que hay un férreo control". 

"Para evitar que trafiquen con las llamadas que hacen desde las cabinas de las prisiones se solicitan los contratos telefónicos de a quien se va a llamar, pero cuando lo hacen desde el móvil que tienen dentro de la cárcel eso es imposible y sí, se utilizan como moneda de cambio". Es la manera por la que numerosos presos llegan a endeudarse con otros, con los problemas que eso acarrea cuando empiezan a dejar de pagar. "Quien tiene el teléfono móvil tiene poder sobre otros internos, ya no solo porque lo tiene sino porque lo puede alquilar y esto ocasiones que haya posibilidad de que se produzcan deudas y al cobrarlas se ocasionan muchos incidentes". 

El mercado negro dentro de las prisiones se mueve no solo con la droga sino con el alquiler de estos teléfonos diminutos y las llamadas telefónicas. Una de las deficiencias de estos móviles concretos es que no tienen conexión a Internet, por eso algunos de los internos aspiran a mejores terminales y no es raro encontrar que algunos de los relojes con los que llegan familiares a las visitas en realidad esconden smartwatch de última generación o incluso bolígrafos que en realidad hacen llamadas. 

¿Pero en las cárceles no hay inhibidores  de frecuencia? Sí, pero según denuncian desde Acaip "son insuficientes y lo peor de todo es que no están preparados para los nuevos terminales". La tecnología ha avanzado tanto que la tecnología 4G "por no hablar ya de la 5G" no la bloquean. "Llama la atención cómo personas nada expertas en tecnología se las ingenian para conseguir hacer un cargador". Si en una prisión aumenta en exceso el consumo de pilas puede deberse a que se están utilizando para cargarlos. "También se vigila el tiempo que están encendidas las televisiones. No sería la primera vez que con los cables de la misma se están cargando los móviles". 

Mostrar comentarios