"El martirio de monseñor Romero no fue sólo su muerte: inició antes, con los sufrimientos por las persecuciones antes de su muerte y continuó después, porque no bastó que muriera, lo difamaron, calumniaron y enfangaron. Su martirio continuó por mano de sus hermanos sacerdotes y del episcopado", afirmó el papa ante una delegación de obispos y fieles salvadoreños.
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