El Vaticano II es la brújula que dirige a la Iglesia a la meta, según el papa

  • El papa Benedicto XVI dijo hoy que el Concilio Vaticano II, del que se cumple mañana 50 años, sigue siendo válido y que los documentos emanados de ese "gran evento eclesial" son "una brújula" que permiten a la Iglesia navegar en mar abierto "para llegar a la meta".

Juan Lara

Ciudad del Vaticano, 10 oct.- El papa Benedicto XVI dijo hoy que el Concilio Vaticano II, del que se cumple mañana 50 años, sigue siendo válido y que los documentos emanados de ese "gran evento eclesial" son "una brújula" que permiten a la Iglesia navegar en mar abierto "para llegar a la meta".

"Los documentos del Concilio Vaticano II, a los que hay que volver, liberándoles de una masa de publicaciones que muchas veces en vez de que se conozcan lo esconden, siguen siendo para nuestro tiempo una brújula que permite a la nave de la Iglesia navegar en mar abierto, en medio a las tempestades o aguas calmas y tranquilas para navegar de manera segura y llegar a la meta", afirmó el papa.

El obispo de Roma, que participó en ese Concilio que lanzó a la Iglesia hacia el tercer milenio cuando era un joven profesor de teología, hizo estas manifestaciones ante varias decenas de miles de personas que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles.

Por primera vez en la audiencia, se usó el árabe para explicar la catequesis papal y después Benedicto XVI dijo en esa lengua que rezaba por todos los árabes, a los que bendijo.

Joseph Ratzinger, de 85 años, recordó que él fue testigo directo del Vaticano II y afirmó que ese momento de gracia que supuso para la Iglesia "continúa hoy" y que hay que seguir recogiendo la extraordinaria riqueza que emanó, "a descubrir pasajes de esos textos, fragmentos y trozos".

Benedicto XVI en algunas ocasiones ha dicho que tras el Vaticano II se desató "un utopismo anárquico entre algunos miembros de la Iglesia convencido de que todo sería nuevo" y que se han cometido numerosos abusos de la liturgia. De ahí que hoy volviera a pedir su relectura.

Recordando aquellas fechas, 1962-1965, señaló que para él su participación -asistió primero como consultor del cardenal Fring, de Colonia (Alemania), y después como experto- fue una "experiencia única".

El pontífice aseguró que vio una Iglesia "viva", esperanzada y alegre y a cerca de tres mil obispos de todo el mundo que se unían bajo el Espíritu Santo, lo que demostraba la universalidad de la Iglesia.

Tras señalar que en anteriores concilios se trataron errores de fe, para corregirlos o condenarlos, el Vaticano II lo convocó el papa Juan XXIII cuando no había específicos problemas de doctrina o disciplina de clarificar, de ahí, señaló, la sorpresa que causó cuando el "Papa Bueno", como es conocido, lo anunció el 25 de enero de 1959 en la basílica romana de San Pablo Extramuros.

El papa Roncalli lo convocó -dijo Ratzinger- porque estaba convencido de la fe "tenía que hablar de una manera renovada, más incisiva, porque el mundo estaba cambiando rápidamente, pero manteniendo intactos sus contenidos perennes, sin ceder y sin compromisos".

Benedicto XVI señaló también que el papa Pablo VI lo clausuró el 7 de diciembre de 1965 con palabras que siguen teniendo una gran actualidad.

En aquella ocasión, el papa Montini afirmó que el Concilio Vaticano II tenía que ser visto años después teniendo en cuenta el tiempo en el que se celebró.

"Se celebró en una época en la que los hombres estaban más apegados al reino de la tierra que al de los cielos, un tiempo en el que olvidarse de Dios era habitual, casi lo sugería el progreso científico. Un tiempo en el que el ser humano, más consciente de su propia libertad, tendía a reivindicar una autonomía absoluta, separándose de cualquier ley trascendente", afirmó.

Benedicto XVI agregó que el laicismo era considerado "la norma más sabia para el ordenamiento de la sociedad".

El papa señaló que el tiempo actual sigue marcado por un "olvido y sordera" hacia Dios y que por ello está convencido de que el hombre de hoy debe aprender la lección más sencilla y fundamental del concilio: la fe en Dios.

"Lo más importante -agregó- es que se vea con claridad que Dios está presente, nos mira, nos responde y que cuando falta la fe en El cae lo esencial, porque el hombre pierde su dignidad".

Ratzinger abrirá mañana solemnemente el Año de la Fe, en conmemoración del Vaticano II.

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