En Rio, una iglesia católica recibe a decenas de refugiados sirios

  • El papa Francisco pidió a cada parroquia de Europa recibir a una familia de refugiados sirios. Pero en Brasil un cura católico ya lo está haciendo hace más de un año, alojando a decenas y hasta aprendiendo árabe para comunicarse con ellos.

Más de 30 refugiados sirios, en su mayoría musulmanes, han sido acogidos por el padre Alex Coelho en su parroquia Sao Joao Batista de Rio de Janeiro. Gracias a un acuerdo con la ONG católica Cáritas y las donaciones de sus feligreses, los refugiados que llegan a la iglesia cuentan con alojamiento y comida durante al menos tres meses. Pueden comenzar a aprender portugués y los ayudan a buscar un empleo.

"Aquí hay una capilla, pero los refugiados pueden venir a rezar el Corán si así lo desean", dice el padre Alex al mostrar a la AFP la amplia y despojada casa situada en el patio de la iglesia que alberga hoy a nueve sirios.

Todos son hombres, han llegado hace aproximadamente un mes y solo hablan árabe, a excepción de Khaled Fares, un joven musulmán de 27 años que arribó a Brasil directamente desde Damasco hace un año y medio y estudia portugués en la universidad.

"Mi opción, si me quedaba en Siria, era el ejército o morir. Mi padre me rogó que me fuera", dice este técnico en prótesis dentarias que viste jeans y camiseta Adidas, y cuyo sueño es estudiar odontología en Rio.

"La guerra es muy triste. Yo en Brasil no conozco a nadie, no tengo parientes, no tengo casa, no tengo idioma. Pero no me siento perdido", relata mientras baja la cabeza para esconder su emoción.

Escogió como destino el exótico Brasil, a más de 11.000 km de su tierra natal, porque fue el único país que aceptó su pedido de asilo y no quería arriesgar su vida en el mar para intentar llegar a Europa de forma ilegal.

Con una gran tradición de asilo y una fuerte comunidad árabe instalada aquí desde hace décadas, Brasil ha recibido a 2.077 refugiados sirios desde que empezó la guerra en 2011, por lejos más que cualquier otro país de América Latina.

No ha negado un solo pedido de visa a un refugiado e incluso adoptó medidas en 2013 para simplificar y acelerar los trámites de asilo para los sirios.

Pero a diferencia de Khaled, casi todos los refugiados sirios que llegan aquí quieren regresar a Europa o incluso a Turquía cuando ven que Brasil, en plena crisis económica y política, no les ayuda con un subsidio, vivienda ni empleo.

El padre Alex decidió comenzar a acoger refugiados en su parroquia hace un año y medio, cuando miraba un reportaje televisivo sobre los sirios en la televisión.

En su iglesia viven refugiados nigerianos, afganos, palestinos e iraquíes, pero el 90% son sirios.

La guerra en Siria ha provocado la muerte de más de 240.000 personas y forzado al exilio a más de cuatro millones. El éxodo de decenas de miles de sirios a Europa ha generado la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.

"Yo soy cristiano y ellos son en su enorme mayoría musulmanes. Pero dios es uno solo para nosotros, y somos hermanos. Dios no tiene religión", dice Coelho.

Dara Rmadan tiene 42 años pero parece mucho más. Vendió su casa en el norte de Siria, cerca de la frontera con Irak, para poder huir con su mujer y sus cuatro hijos de la guerra, que comenzó en 2011 y durante la cual su tienda de ropa fue incendiada.

Todos llegaron a Estambul, donde permanece su familia, pero Dara vino a Brasil a buscar un futuro mejor luego de que varios países europeos rechazaron su pedido de asilo. Ahora quiere regresar a Turquía.

"En Europa el gobierno te da casa, un salario, un plan de salud. Si traigo aquí a mi familia, no tengo cómo mantenerla", dice a través de un traductor.

"Pero no extraño Siria. No tengo nada ahí. Perdí todo. No queda nadie ni nada para extrañar", dice.

Frente a la iglesia, en el barrio de Botafogo, Mohammed Ebraheem, de 20 años, vende empanadas árabes y otras comidas típicas de su país que prepara cada día junto a sus padres y sus dos hermanos. El padre Alex les ayudó a comprar una máquina para fabricar las empanadas.

"Preciso ayuda para encontrar una casa. Lo complicado aquí es la vivienda. Si uno tiene casa, venir aquí es mucho mejor que ir a Europa", dice ya en un buen portugués este joven que huyó de Siria justo antes del día en que tenía que entrar al Ejército.

Otros sirios que viven en la iglesia han captado rápidamente los gustos cariocas y para hacer unos pesos venden cerveza y vasos con vodka en las playas y calles de Rio a 1,3 dólares cada uno.

lbc/dw/tm

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