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La estafa del nazareno que roba millones a los empresarios... y que es casi perfecta

Guardia Civil
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Europa Press

Por antigua que parezca, la 'estafa del nazareno' está más a la orden del día que nunca. Su principal objetivo son los empresarios. Tradicionalmente, una empresa llega a un barrio y empieza a hacer negocio con comerciantes de alrededor. Se hacen pedidos no muy grandes, pero que dejan grandes ganancias y así poco a poco se van ganando la confianza del que después será estafado. Su nombre se debe a las largas colas que después hacen todas esas víctimas a las puertas de comisaría para poner la denuncia.

Desde que llegó Internet, la estafa vuelve a estar de actualidad, ayudados por el anonimato que ofrece la red. El último caso descubierto por la Guardia Civil sucedió el pasado domingo cuando siete personas fueron detenidas por la presunta estafa de cerca de 900.000 euros a bancos y empresas cárnicas. Es uno de los engaños más difíciles de detectar, pero los años de experiencia de un empresario de Crevillent en Alicante alertó a los agentes. En su empresa no se hacen tratos por email. Cuando los conoció, algo le llamó la atención. 

La operación, que consiguió recuperar un envío de embutidos valorado en 32.000 euros después de comprobar que la estafa alcanzaba los 900.000 euros, puso fin a un negocio que para los estafadores era redondo. En esta ocasión los delincuentes tenían que 'trabajar'. No todas las empresas quieren cerrar ventas por Internet y eso les obligó a tener que verse con la víctima elegida cara a cara. Su falta de habilidades les delató. Todo empezó cuando el representante de una empresa cárnica a la que ya le habían hecho dos pedidos llegó a sus oficinas.

Esas dos primeras facturas habían sido abonadas sin demora, pero en su mente tenían pensado ejecutar el mismo modus operandi que venían desarrollando en otras ciudades. Aprovechar los tres meses que tenían de plazo para pagar la tercera factura para hacer una cuarta compra en el primer mes y una quinta 30 días antes de vencer el plazo de pago... y luego desaparecer. No les dio tiempo. Ubicados en unas oficinas de alquiler, el vendedor no se creyó la compra y de ahí se dirigió al cuartel de la Guardia Civil donde llegó con una sospecha que acabó siendo una realidad. 

Fuentes del área de investigación y policía judicial de la Guardia Civil de Crevillent relatan a La Información que su  modus operandi consistía en hacer unos primeros pedidos de poca mercancía para después solicitar en ese tercero de 1.000 a 5.000 piezas que siempre dejaban a deber. Para guardar todos estos productos, alquilaron un almacén con cámaras frigoríficas en esta localidad alicantina, donde se quedaban el tiempo imprescindible hasta ser revendidos a otros comerciantes. Así pues, el beneficio obtenido por estas segundas ventas era muy alto, puesto que la mercancía les había salido prácticamente sin costes. Los productos que llegaban hasta allí provenían de empresas de Sevilla, Albacete, Girona, Barcelona, Lugo, Madrid, Murcia y Alicante con las que habían contactado vía Internet. Ninguno sospechó nada. 

Para evitar ser detectados los estafadores intentaban que se perdiera rápidamente el rastro de las compras. Si adquirían un camión de carne en Sevilla la enviaban a un centro de logística de Bilbao. En algunas ocasiones utilizaban los parking de algunas áreas de descanso para llegar a ellos con sus vehículos y pasar la mercancía del camión de transporte a sus furgonetas. En su poder tenían una flota de vehículos que les permitía tener todo controlado. Muchos podrían haber sido comprados con los créditos solicitados que tampoco se devolvían.

Al parecer, el grupo delictivo, encabezado por una persona de Murcia, montó tres empresas con oficinas en Bilbao, Madrid y Elche (Alicante), solicitando para ello varios créditos a los bancos. Necesitaban dinero rápido para comprar los productos más caros. De los embutidos ibéricos a los jamones de pata negra pasando por los mejores quesos o, por supuesto, las piezas de carne más valoradas. 

Y para cerrar el círculo, estos productos acababan en una de las empresas cárnicas de uno de los estafadores, colocando fácilmente el producto cuyo coste era cero euros y todo lo que lograba con su venta era ganancia. Lo tenían todo tan estudiado que lo normal es que lo colocaran todo ya que en su oferta de producto ofrecían lo mejor al precio más bajo que cualquier otro repartidor. Los investigados, siete personas residentes en Murcia (tres), Valencia (uno), Alicante (uno) y Elche (dos), han prestado ya declaración como investigados por los supuestos delitos de delito de estafa continuada, apropiación indebida y organización criminal.

Por ahora están fuera de la circulación y en esta ocasión se ha podido tomar medidas. En otras muchas ocasiones son las propias empresas estafadas las que prefieren no denunciar para evitar todo lo que viene después. No hay que olvidarse que todas cuentan con un seguro sobre su género que cubre las ventas no cobradas hasta  una cantidad de unos 50.000 euros. Las compras que hacían estos estafadores no solían superar esa cifra. Todo estudiado para evitar una denuncia que acabe con su desarticulación. 

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