Turno de los conciertos en salas

Los festivales cierran su temporada más eufórica con excesos de oferta y precios

La temporada de grandes conciertos al aire libre llega a su fin con varios fracasos sonados, alza de precios para productores y clientes y la sensación de ser una propuesta que empieza a agotarse por repetición. 

Festival Jardin de las Delicias
Festival Jardin de las Delicias
May Robledo

El verano queda atrás y con él, la temporada de festivales de música, que tras dos años cancelados por las condiciones sanitarias, volvieron con más fuerza que nunca ante las expectativas de un público que les tenía ganas. Sin embargo, las condiciones económicas y las expectativas de demanda han puesto patas arriba buena parte de los números y variables que manejaba el sector, que se ha visto muy afectado por el alza de precios. 

Si ya en julio este periódico informaba de que el contexto inflacionario había disparado los costes de producción, la situación fue empeorando según avanzaba el verano. A la falta de escenarios por la gran cantidad de eventos programados se sumaron problemas para encontrar camareros y técnicos para el montaje. A eso se sumó la crisis del hielo, que dejó a mínimos el suministro en pleno mes de julio y que implicó un coste no previsto para varios eventos. Y todo ello sin contar el efecto de la energía: los costes de los combustibles aumentaron la logística y afectaron a los traslados de los artistas, incluso llegando a pedir aumentos de caché a última hora

El sector de la música en directo no se ha librado de las polémicas pese a que este año es muy factible que consiga batir todos sus récords de facturación, que estaban en 382,5 millones en 2019, último año de normalidad pre-covid. Lo hará apoyado en un auge de las fiestas populares y del dinero público, que ve en estos eventos una oportunidad única para captar posibles votantes ante el próximo año electoral. Por desgracia, la precariedad de un sector acostumbrado a dormir poco y trabajar mucho han dejado estampas que aunque resulten anecdóticas, señalan que queda mucho trabajo por hacer. 

Los sucesos en estos eventos han protagonizado el verano, aunque fueran mínimos en relación con el total de festivales celebrados en España

No todo fue fiesta. Varios sucesos como la caída de un escenario en el festival gallego O Son do Camiño, que dejó tres técnicos heridos; los golpes de calor en el Capital Fest de Talavera de la Reina (Toledo) o los ataques de pulgas que tuvieron que sufrir los asistentes al festival Interestellar de Sevilla dieron mucho de qué hablar. La tragedia del Medusa festival (Cullera, Valencia) se saldó con un fallecido y decenas de heridos después de que una corriente de aire se llevara por delante parte de las estructuras del festival. 

Tras ese desgraciado hecho, muchos promotores y administraciones decidieron intensificar las medidas de seguridad, sin tener que lamentar más hechos del estilo, que han sido irrisorios en comparación con la cifra global de eventos que se han celebrado a lo largo y ancho del país. Los que sí se pueden catalogar como fracaso son los festivales que tuvieron que ser cancelados por la sobreoferta o la falta de demanda que lastraba la venta de entradas, como le sucedió al Diversity que debía celebrarse en Valencia. El Dream Summer (Talavera la Real, Badajoz), Benás Festival (Benasque, Huesca) o el Reggaeton Beach en Tenerife también fueron cancelados.

Grandes y pequeños, todos afectados

Gigantes del sector como Live Nation también se vieron afectados, al ver como caían eventos como el Mad Cool Sunset (Madrid). La cancelación de la gira de la banda californiana Rage Against The Machine trastocó los planes de la promotora, afectando también al cartel del Andalucía Big, evento subvencionado por la Junta de Andalucía con 3,5 millones procedentes de fondos europeos que no ha conseguido el impacto que esperaba. 

Otro de los nuevos problemas que los expertos del sector ya pronosticaban ante un escenario de sobreoferta sería la relación entre administraciones públicas y promotores, que en varias ocasiones han programado eventos sin tener cerrados siquiera los recintos donde se tenían que celebrar. Le pasó al Madrid Puro Reggaeton Festival que debía celebrarse en la Caja Mágica y que los organizadores trasladar sin éxito al estadio Metropolitano, ya que la Comunidad de Madrid denegó la licencia

Algo similar sucedió entre el ayuntamiento de la capital y el Boombastic, uno de los eventos de música urbana más exitosos del verano que se mudó a Rivas en el último momento. Posteriormente celebró ediciones en Benidorm (Alicante), Fuengirola (Málaga) y Llanera (Asturias). Esta última recibió acusaciones de impagos al personal que allí trabajaba por parte de subcontratas del festival. El Barcelona Beach Festival también estuvo a punto de suspenderse por un desencuentro administrativo entre la promotora y el ayuntamiento de Sant Adrià del Besos. 

En cuanto a los éxitos, fuentes del sector consultadas apuntan a que son "incontables", aunque señalan que el gran logro es la recuperación de la actividad tras dos años en casa. El Primavera Sound consiguió alcanzar el medio millón de asistentes en su primera edición celebrada durante dos fines de semana, dejando un impacto de 349 millones de euros según cifras del festival. Sonorama Ribera celebró por fin sus 25 años y se coronó como la capital de la música española sin olvidar sus orígenes ni su carácter social; o el nuevo Cala Mijas, que consiguió juntar a grandes cabezas de cartel como Arctic Monkeys y Muse, pese a competir directamente con el Andalucía Big.

Los últimos días del verano se han saldado con una batería de éxitos en los festivales de ciudad y algún que otro fracaso en los celebrados lejos de éstas tras la vuelta a la rutina. Granada Sound, DCODE y Jardín de las Delicias, estos dos últimos celebrados en Madrid, llenaron sus recintos sin problema. Lo contrario le pasó al Festival Brillante, que abrió sus puertas gratis a todo aquel que quisiera disfrutar de la música ante el fracaso de la venta de entradas, tratando de compensar la inversión con la llegada de visitantes a la localidad de Chapinería, en la sierra de Madrid. El Perfest, que debía celebrar su primera edición en Esquivias (Toledo) también fue pospuesto sin fecha. 

La próxima temporada ya está en marcha y hay quien ya se ha marcado los primeros tantos. La promotora valenciana The Music Republic puso hace unos días a la venta los abonos para la edición 2023 del Festival de Les Arts, que se celebra cada año en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València, y se vendieron en apenas ocho horas. En las próximas semanas irán saliendo a la venta el resto de entradas para la próxima temporada, que ya se planifica en los despachos de un sector que se reclama a sí mismo una reflexión para evitar los problemas de este año y seguir incentivando nuevas experiencias. 

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