Francia desempolva la memoria del campo de concentración de Rivesaltes

  • Francia inaugura el viernes el museo-memorial del campo de Rivesaltes, un lugar de memorias "enterradas" en el que estuvieron encerrados a mediados del siglo XX cerca de 60.000 españoles, judíos, gitanos y argelinos.

Rivesaltes "es un caso único en Europa", "el mayor campo de concentración de Europa del oeste, que cubre tres guerras: una guerra civil, una guerra colonial y una guerra mundial", señala Agnès Sajaloli, directora del memorial.

El recinto militar, de 600 hectáreas, situado a unos 40 kilómetros de la frontera española, fue transformado a partir de 1941 en campo de concentración para cerca de diez mil republicanos españoles que huían de la dictadura de Franco.

Muy rápidamente, fueron encerrados también en él 5.000 judíos, la mitad de los cuales fueron deportados después a Alemania, y gitanos. Y después de la Segunda Guerra Mundial, se enviaron a colaboracionistas y prisioneros de guerra. Finalmente, 20 años después, más de 20.000 harkis (argelinos que tomaron parte por Francia en la guerra de la independencia de Argelia) fueron enviados a Rivesaltes.

La característica común de todos ellos: ser "indeseables" en el siglo XX. "Eran todas las poblaciones consideradas como potencialmente peligrosas", declara a la AFP Abderahmen Moumen, autor junto con Nicolas Lebourg del libro "Rivesaltes, el campo de Francia".

"De un lado está la Historia, y del otro los portadores de memoria, herederos de historias muy dolorosas", señala Pierre Daum, especialista del pasado colonial de Francia.

El museo "mira el siglo XX desde el punto de vista del hombre, del desplazado, del sufrimiento de los hombres", comenta el cineasta José Alcalá, encargado de la iconografía del memorial.

Nueve meses de investigación y 21 millones de euros de inversiones fueron necesarios "para sacar las enseñanzas de la Historia". "Lo más difícil era reflejar la rudeza de las condiciones de vida en el campo, y la represión", dice Alcalá a la AFP.

Porque en las barracas del campo, que no protegían del frío ni del viento, los internados luchaban contra los parásitos, la sarna, la tuberculosis...

"Las chinches nos entraban por la boca, las orejas", recuerda el republicano español Antonio De la Fuente.

Al frío y las enfermedades, se agregaban el hambre y la sed.

El arquitecto del memorial, Rudy Ricciotti, quiso que surja esta "memoria enterrada". Para ello concibió un monolito de hormigón que "pesa en la conciencia".

"Es también el símbolo de la destrucción de la memoria", dice a la AFP Denis Peschanski, que preside el consejo científico del memorial.

Y Rivesaltes, cerrado oficialmente en diciembre de 1964, es "el único campo que queda en pie" todavía en Francia, recalca.

El museo no hace referencia sin embargo al periodo en el que el campo sirvió de centro de retención administrativa para extranjeros en situación irregular, entre 1986 y 2007.

Su inauguración el viernes por el primer ministro Manuel Valls se producirá apenas mes y medio después de la publicación de la foto de Aylan, el niño sirio encontrado muerto en una playa turca, que zarandeó las conciencias respecto a los refugiados que llegan actualmente a Europa.

"El sirio de hoy no es el judío de ayer, pero las reacciones de miedo, de rechazo y de cierre de los Estados democráticos son el mismo mecanismo", estima Peschanski.

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