El peligro de los asintomáticos

Así hablas, así contagias: el estudio que demuestra cómo 'infecta' el lenguaje

Una investigación de las universidades de Princeton y Montpellier prueba que la pronunciación de algunas consonantes oclusivas y un alto tono de voz multiplican la peligrosidad del virus en espacios cerrados. 

contagio gráfico
Así hablas, así contagias: el estudio que demuestra cómo 'infecta' el lenguaje.
PNAS

"Cada 'P' que pronunciamos es como una pequeña tos". Así explica Manouk Abkarian, un investigador de la Universidad de Montpellier (Francia), el que sin duda es uno de los principales hallazgos del estudio que ha realizado junto con otros cuatro 'colegas' —algunos de su misma universidad y otros de la de Princeton (EEUU)— acerca de cómo algunos rasgos del lenguaje pueden contribuir a un mayor riesgo de contagio de la Covid-19. Tal y como el propio Abkarian asegura a La Información, "la pronunciación de las consonantes oclusivas en un entorno cerrado generan un efecto en el aire que transporta aerosoles hasta a un metro de distancia en una fracción de segundo". Sin embargo, no es el único descubrimiento que aporta la investigación, publicada el 25 de septiembre en la National Academy of Science de EEUU (PNAS) bajo el título 'Speech can produce jet-like transport relevant to asymptomatic spreading of virus'. Otro de los investigadores, Howard A. Stone, así como el propio Abkarian, subraya que se trata de un estudio especialmente importante para radiografiar la capacidad de contagio de las personas asintomáticas

Manouk Abkarian: "Cada 'P' que pronunciamos es como una pequeña tos o un pequeño estornudo"

Que un individuo con síntomas tiene un alto poder de contagio es más que evidente. Se ha demostrado que los estornudos y la tos pueden llegar a transportar las 'gotitas' de saliva que contienen coronavirus a varios metros de distancia, pero también una y otra vez se insiste en el riesgo que suponen los asintomáticos y el presente estudio contribuye a esclarecer alguno de los motivos, concretamente los que tienen que ver con el lenguaje. "Una conversación con un asintomático", explica Abkarian, "entraña peligro sobre todo cuando se produce en un espacio cerrado". Esto es porque no existe "el viento que limpia el aire". Además, al hilo de la implicación que tienen las consonantes oclusivas (como la P) en el asunto, el investigador señala que casi nunca se pronuncian de forma aislada, sino que se dan en el contexto de una frase y, muchas veces, en una conversación, es decir, "se produce una concatenación de consonantes oclusivas". Y es precisamente esa concatenación la que entrañaría, según el estudio, un gran peligro en un diálogo del que formara parte una persona asintomática

¿Pero, por qué? Antes de nada conviene definir lo qué  son las "consonantes oclusivas". Son, simplemente, fonemas que se pronuncian obstruyendo el aire en la cavidad vocal y dejándolo salir después de una fracción de segundo (algunos ejemplos son la 'P' o la 'T'). En las "oclusivas bilabiales" —entre las que se encuentra la propia 'P' y que, en la investigación, se anuncian como las que más poder de contagio tienen—, el flujo de aire se obstruye mediante el cierre de los labios. Cuando se abren, el aire contenido se expulsa de golpe y genera el sonido. Es esa expulsión violenta la que provoca que las 'gotitas' de saliva que expulsan los interlocutores de una conversación determinada (en la que podría participar un asintomático) se desplacen, según el estudio, un metro de distancia de forma vertiginosa

Pero cuando esas consonantes se concatenan —como en la frase Peter Piper picked a peck, utilizada por los investigadores en sus experimentos— se produce un fenómeno todavía más preocupante. Manouk Abkarian lo explica así: "Al pronunciar tantas oclusivas juntas de forma sucesiva (como sucedería en una conversación normal), se genera un impulso extra del flujo de aire que puede llegar a dispararlo incluso hasta dos metros desde la posición del emisor". En ese punto, cuando los aerosoles sobrepasan los dos metros de distancia propulsados por las consonantes oclusivas concatenadas, las corrientes de aire alrededor del interlocutor toman el relevo de las del emisor principal y enfatizan su potencia. Se trata de un efecto cuya duración se establece en unos 30 segundos y que multiplica el riesgo de contagio: unas eventuales gotas con Covid se desplazarían hasta dos metros durante los 30 segundos posteriores a la emisión de un mensaje.

Así hablas, así contagias: el estudio que demuestra cómo 'infecta' el lenguaje

vídeo

  • En el vídeo se aprecia cómo reaccionan los flujos de aire cuando un interlocutor pronuncia la frase Peter Piper picked a peck.

Un tono de voz alto y la 'cortesía' española

No obstante, la investigación aporta más información. Por ejemplo, el tono de voz con el que se comunican los integrantes de una conversación también es importante. Así las cosas, en el estudio se puede leer que "la tasa de gotas (cifra de gotas por tiempo) aumenta a medida que se habla más fuerte". Entra en juego, por tanto, el contexto en el que se produce una conversación. "Tal vez no debería de sorprender", continúa el texto, "que la generación de gotas y aerosoles y la posible transmisión de virus se incremente durante el habla rápida y emocionada en fiestas". Pero es que a medida que aumenta el volumen de la voz, no solo se multiplican las gotas que se expulsan por la boca, sino que también la potencia del flujo, que "puede superar los tres metros de distancia". Con todo, un asintomático charlando con varios amigos en un lugar ruidoso e interior podría ser, a tenor de lo expuesto en el artículo de investigación, un contagiador potencial de larga distancia. 

Manuel Alcántara Plá: "Las normas de cortesía en España provocan que se alce el tono en las conversaciones"

El fenómeno, por otra parte, puede ser muy distinto dependiendo del país en el que se produzca el acto comunicativo. Preguntado por este medio, Manuel Alcántara Pla, profesor de lengua de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), explica que las normas de cortesía conversacional que se siguen en una región u otra del mundo tienen un gran efecto en el tono de los diálogos de sus hablantes. Si bien, por ejemplo, en un país como Alemania es indicador de "cortesía" dejar un espacio de silencio entre las intervenciones de un grupo de interlocutores; en uno como España ese silencio "provocaría rechazo e incomodidad". En el caso español, la cortesía es justamente la contraria: la aprobación se demuestra al responder "prácticamente antes de que tu interlocutor termine su pregunta o su proposición". Por tanto, en un acto comunicativo que se desarrolla entre varias personas, "esa costumbre", concluye Alcántara Pla, "provoca que se alce el tono de voz". De acuerdo con el estudio, un asintomático en una conversación entre españoles sería, con todo, más propenso que uno alemán a contagiar a sus interlocutores.

Distancia de más de dos metros... y a un lado

Para muestra un botón. En las últimas semanas, una noticia sobre un 'supercontagio' asaltó las televisiones en España. Se trataba de un coro Gospel de Barcelona en el que se produjo un contagio masivo. La potencia de la voz de los cantantes al entonar sus canciones es mayor a la que se utiliza en una conversación normal y por eso el contagiado asintomático que infectó al resto despedía una enorme cantidad de gotas de saliva en un fuerte flujo de aire. El resultado final, más de 20 contagios. De todas formas, no es necesario participar de un coro de Gospel para verse afectado por el flujo de aire despedido desde la boca de un asintomático. Por eso, en las conclusiones del estudio, los investigadores advierten de que, según sus cálculos, sería conveniente que, en "espacios cerrados y en conversaciones de más de 30 segundos", los interlocutores se sitúen a más de dos metros de distancia y ligeramente a un lado (y no justo delante) los unos de los otros.

A pesar de la utilidad del estudio, Abkarian esboza el camino que deberán recorrer sus próximas investigaciones: "Estamos seguros de que el movimiento de un emisor influye en la potencia con la que dispara el flujo de aire cuando habla y en el radio que puede llegar a 'contaminar'", concluye. Por el momento, lo que ya han probado es que una palabra con consonantes oclusivas —pongamos, por ejemplo, 'patata'— a voz en grito es, en el contexto de la Covid-19 pero también en el de cualquier tipo de virus, una auténtica 'supercontagiadora'. 

Mostrar comentarios