"Hay productos más efectivos que las concertinas, más baratos y que no hacen daño"

    • El empresario que instaló las cuchillas en Ceuta y Melilla propone una alambrada antiescalada o un muro de hormigón como el de Israel
    • "Durante el montaje de las cuchillas vimos a niños caerse desde lo alto de la valla y seguramente matarse", asegura Clemente Cubero
Unos 200 inmigrantes entran en España en asaltos masivos por Ceuta y Melilla
Unos 200 inmigrantes entran en España en asaltos masivos por Ceuta y Melilla
José Ignacio Nevado / Seguridad y Tribunales

Clemente Cubero, gerente de Kwazulu, compañía que fabrica los rollos de concertina y alambre de cuchillas instalados en las vallas de las ciudades autónomas, lleva años analizando el modo de salvaguardar las fronteras entre España y Marruecos, tanto por tierra como por mar. Admite que hay productos más efectivos que se pueden instalar y que no hacen daño a las personas que intentan cruzarlos. Pone el ejemplo del muro de hormigón de 10 o 12 metros, como el que existe en Israel. "¿Por qué no una pared en lugar de una alambrada que hiere a las personas?", se pregunta.

Cubero, que instaló las concertinas de Melilla en 1999 y las de Ceuta en 2000, también explica otras alternativas que, aunque ya más caras, también respetan la integridad física de los seres humanos. "Tenemos una valla antiescalada en la que no entra una mano ni un pie, ni una cizalla; lo único que puede penetrar es una sierra radial, pero en el interior de la valla hay además unos barrotes rellenos de material cerámico que, para cortarlos con una radial, habría que cortar la muela cada dos minutos", asegura el experto, quien añade que además los inmigrantes "harían mucho ruido y alertarían a la Guardia civil". "Tu pones un vallado de esos de ocho metros de altura y ahí no trepa nadie; es ideal para este caso, aunque ya digo que más caro", sentencia. "Hace muchos años que tenemos este material, pero el precio es superior, porque pesa mucho y el hierro se vende al peso", detalla.

"Cuando estuvimos instalando la concertina en Ceuta y Melilla sabíamos que eso no impediría a esa gente seguir intentando cruzar", afirma Cubero, que ha expuesto sus productos esta semana en el Salón Internacional de la Seguridad celebrado en el recinto feria de Ifema en Madrid. "A unos señores que han cruzado media África y que han sido maltratados, unas concertinas no les va a impedir pasar", reflexiona al tiempo que transmite la facilidad con que uno puede herirse mientras manipula estas cuchillas. "Nosotros también nos cortamos durante la instalación, estamos cosidos desde entonces", recuerda el gerente de Kwazulu, empresa que instaló las concertinas de Melilla en 1999 y las de Ceuta en 2000.

Las de la primera ciudad fueron retiradas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como recuerda Cubero, quien subraya que es precisamente en Melilla donde se está registrando "el problema más gordo". Por eso, asegura, "las están poniendo" de nuevo, aunque esta vez no las suministra Kwazulu.

"Mientras montábamos las cuchillas, vimos delante de nuestros ojos niños caer del puente de una valla y seguramente matarse; esto lo observábamos todos los días", rememora. "Durante un año, vimos la desgracia que hay allí, el maltrato que reciben los inmigrantes por parte de los marroquíes", relata. Estos –continúa en alusión a los policías del reino alauí– "cuando quieren colaboran y no dejan a los inmigrantes acercarse; y cuando no les interesa, por las razones que sea, les permiten llegar a la valla"."Nosotros no preguntamos"

El gerente de Kwazulu recuerda que no es el fabricante quien decide qué productos se ponen para evitar los asaltos a la valla, sino "los políticos". "Nosotros no preguntamos por qué razón optan por una cosa u otra", aclara.

Cubero recuerda que esos mismos "políticos" que decidieron colocar las concertinas rechazaron otro producto que evitaba cruzar a nado. "Yo hice los espigones; y lo dije, dije que iban a pasar por ahí, por las piedras; pero decidieron poner un mazacote de hormigón; lo tiramos al agua junto a la concertina, que bajaba por el espigón también al agua", explica. Sin embargo –agrega–, "eso no impide que se metan por el agua y pasen nadando". "De hecho, ya hemos visto que no ha funcionado", señala. "Ese es otro punto débil que tienen allí, tanto en Ceuta como en Melilla", subraya Cubero, quien asegura que rechazaron la solución que él proponía, la instalación de una "barreras flotantes", que son "mucho más eficaces que un espigón". "Pero no les interesaban", declara.

"Un espigón, al fin y al cabo, es tierra y roca, y el de fuera va a poder andar hasta el final o va a poder ir por el agua sujetándose a las rocas y al final va a traspasarlo", explica. "Las barreras flotantes las tiras 20 metros, 200 metros, lo que quieras, y por debajo metes tres o cuatro metros de profundidad, depende de lo que estés dispuesto a gastar, de una valla normalita, galvanizada, de acero inoxidable; la parte de arriba es independiente de la de abajo y gira para evitar que se agarren o suban por ellas", describe. "Algunas, que tienen el objetivo de evitar la entrada de barcos, tienen pinchos, pero para las personas las hay sin pinchos, que impiden igualmente el paso debido a que el tubo gira e impide que puedan trepar por él", especifica Cubero, quien cuenta también que este producto lo trae todos siempre a la feria de muestras desde hace "muchos años" y que hasta ahora nadie se ha interesado por él. Sin embargo, revela, "hace dos semanas vino alguien del Ministerio del Interior y me pidió información". "Le di un precio aproximado".

Confiesa que este producto no tiene demasiado éxito en el mercado y que únicamente se lo vendieron a la central nuclear de Almaraz para evitar la entrada de pescadores curiosos. Las concertinas, sin embargo, sí cuentan con más aceptación y las comercializan a casas particulares, fincas, naves industriales, centrales eléctricas, desguaces, chatarrerías, bases militares o cárceles (de Portugal y Marruecos). "Otras no sabes cuál es el destino final, se las mandas al cliente por avión y desconocemos incluso dónde", reconoce.

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