Historia de un #periodistadetenido (II): Ajedrez en la Castellana

  • Segunda parte de la crónica que pretende transmitir lo que pasó por mis ojos y oídos desde las 18h del jueves 4 de agosto hasta las 15.20h del día siguiente. Aquí puedes leer lo que ocurrió desde la primera carga de la Policía Nacional frente al Ministerio del Interior hasta la detención.
Vídeo: así agredieron siete policías al periodista Gorka Ramos
Vídeo: así agredieron siete policías al periodista Gorka Ramos
Youtube (Malopez2064)
Gorka Ramos

Primera parte: Historia de un #periodistadetenido (I): La plaza tomada

La avenida de la Castellana de Madrid, es un lugar arbolado, agradable y tranquilo para tomar algo en las noches de verano. Allí corre el aire y la amplitud de las aceras permite que las cafeterías monten terrazas bien acondicionadas. Pero la noche del jueves al viernes, muchos de los que disfrutaban de una cerveza allí prefirieron irse un rato antes a casa.

Después de la primera gran carga policial a las puertas del Ministerio del Interior, los manifestantes se dividieron en dos o tres grupos. Los primeros número de la Castellana eran testigos de idas y venidas de policías e 'indignados'. Decenas de furgones y coches de Policía iluminaban la avenida desde la Plaza de Colón. Una mala opción si se pensaba en salir corriendo.

 

Ante las violentas cargas, un grupo de indignados se puso de rodillas en la zona peatonal de la Castellana, una muestra de resistencia pacífica. La Policía se reagrupaba entonces, la primera carga había sido tan dura como desordenada.

 

Los antidisturbios, organizados en grupos de unos quince o veinte movían a los manifestantes espontáneos de lado a lado. Tras despejar las cercanías del Ministerio de Interior el objetivo había cambiado: ahora tenían que evitar que los 'indignados' se detuviesen o se agrupasen de nuevo.

 

Los 'indignados' divididos

 

La mayor parte de los 'indignados' siguieron subiendo la avenida. Los policías seguían azuzando a los que ya podían considerarse paseantes. La diferencia estaba en los ruidos. En lugar de cánticos coordinados, se sucedían gritos y exclamaciones cada vez que un grupo de antidisturbios cargaba.

 

Varios manifestantes se habían replegado en la calle Ayala, una perpendicular de Castellana y una vía de escape cómoda (cuesta arriba) si era necesario. Desde el primer paso de cebra de Ayala, hice una foto a los policías con uno de los teléfonos de la redacción de lainformacion.com, con el que estaba tuiteando la situación desde las 18h.

 

¿Qué mejor sitio que un poyete para escribir el texto que acompañaría a la imagen? No terminaría de escribir ese tuit, en el que informaría que la situación se estaba calmando y que los 'indignados' habían sido dispersados. A mi derecha y a unos cien metros estaban los manifestantes, que seguían increpando a los antidisturbios, a mi izquierda y a unos diez metros, los antidisturbios.

 

En un momento dado, tres policías se acercaron a donde estaba (esquina de Ayala con Castellana). A gritos y empujones gritaron que no podía estar ahí, que tenía que moverme. Les dije que no entendía por qué estaba entorpeciéndoles, que era periodista y que estaba trabajando. Ellos me amenazaban con detenerme por obstrucción a la justicia. Seguía sin comprender sus razones.

 

"¡Que tires coño!"

 

Entre los golpes con las porras en cintura y piernas intentaba seguir la conversación con los policías. Mientras uno de los policías me gritaba "¡tira! ¡tira! ¡que tires coño!" [en el vídeo de la detención se puede oír la voz del policía]. "Pues yo estoy hasta los cojones de los periodistas", me dijo otro agente, tras lo que recibí un porrazo en el estómago. Cuándo quise mirar su número de placa, me golpeó en la ceja.

 

Lo siguiente que recuerdo es estar en el suelo, con la rodilla de uno de los policías aplastando mi cabeza contra el suelo. Mi brazo izquierdo había quedado bajo mi cuerpo. Al no ponerlo fácil para ser esposado tiraron con fuerza de mi brazo derecho con la muñeca ya esposada [el grito de dolor también se puede oír en el vídeo].

No es fácil recordar lo que ocurrió cuando estaba en esa situación, además de tumbado y oculto tras un fila de policías y escudos.

 

Lo siguiente es fácil. Tras levantarme, nos dirigimos a la furgonetas que la Policía había dejado aparcadas en la calle Alcalá Galiano. Un paseo en el que los fotógrafos de varios medios tuvieron tiempo para recoger la detención.

 

En la parte de atrás de la primera furgoneta me esperaban Cristina y Bruno (otros dos de los detenidos) y dos policías que les vigilaban. Uno de los agentes me reconoció, era uno de los que me había pedido la acreditación en Sol horas antes.

 

Desde allí nos trasladarían a la comisaría en un vehículo de enlace. Cristina y Bruno entraron primero en la furgoneta. "¡Eh chavalote! Vente para acá", me dijo el policía. La noche acababa de empezar.

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