Holanda lucha contra la subida del nivel del mar

  • Con un 60 por ciento del territorio por debajo del nivel del mar, el cambio climático es una cuestión de supervivencia para este país.
Paul Ames – GlobalPost para lainformacion.com
Paul Ames – GlobalPost para lainformacion.com

KINDERDIJK, Holanda – Durante casi tres siglos, los 19 molinos que se alzan sobre esta área ganada al mar, al este de Rotterdam, han sido el símbolo de la larga batalla de Holanda contra el agua y las inundaciones.

Hoy, el siglo XXI presenta una nueva amenaza para los molinos de Kinderdijk y el resto de Holanda. Los expertos advierten que el aumento del nivel del mar, provocado por el calentamiento climático, podría acabar con el complejo sistema de antiguos diques y modernas represas que protegen a una nación con el 60 por ciento de su territorio por debajo del nivel del mar.

“Es de extrema urgencia hacer algo porque nos arriesgamos a perder la mitad de nuestro país”, advierte Raimond Hafkenscheid, director dellain programa de Cooperación sobre Agua y Clima en La Haya.

“Los holandeses nunca habían estado tan seguros como ahora, pero si no hacemos nada, no lo estaremos en 50 ó 100 años”, señala.

Los científicos holandeses sostienen que el calentamiento global amenaza con aumentar el nivel del mar en 1,3 metros de aquí al próximo siglo. Sólo ese dato pone en serio peligro a una nación que tiene a más de la mitad de sus habitantes y el 65 por ciento de la producción económica en zonas que están por debajo del nivel del mar.

“No podemos replegarnos. Somos tan vulnerables como Kiribati, las islas Seychelles o las Maldivas”, declara Hafkenscheid a GlobalPost. “Si tuviéramos una enorme zona interior que fuera el 80 por ciento de la superficie del país, al menos nos permitiría replegarnos. Nosotros, no podemos”.

Peligro de inundaciones

Pero el aumento del nivel del mar no es el único problema ambiental que afrontan los holandeses. Varios afluentes de los ríos más caudalosos de Europa -el Rin, el Mosa y el Escalda- atraviesan el país y forman un enorme delta en su camino hacia el mar del Norte. Además, ahora que la nieve se derrite más de prisa y los inviernos son más lluviosos, los holandeses están más expuestos a las inundaciones fluviales.

“El agua sube 5 ml. por año y el terreno ganado al mar se hunde, es un verdadero problema. Las casas construidas en la represa comienzan a inclinarse”, declara Meine Mollema mientras trabaja en la restauración de un molino del siglo XIX, en la orilla de uno de los diques que frena las aguas del Lek, un afluente del Rin, cerca de Kinderdijk.

Los expertos predicen que con el aumento del nivel del agua salada (de mar) el problema podría agravarse ya que provocaría escasez de agua dulce en los meses de verano y perjudicaría la agricultura.

Ante tal escenario de pesimismo, Hafkenscheid se muestra sorprendentemente optimista y sugiere que la “fatalidad” se puede convertir en un “renacer” con un enfoque más innovador del problema.

La solución no es simplemente construir diques más altos, afirma. Las autoridades holandesas ahora estudian acabar con la larga tradición de debilitar las represas para recrear planicies inundables para los ríos.

“Existe una gran campaña llamada “Dale al río su espacio”, lo que significa que ahora nos damos cuenta que es más seguro crear un espacio que el río pueda inundar de manera natural y no ponerle represas y diques por todos lados”, declara Lies Janssen, experta de la Sociedad de Aguas de Holanda, que coordina la gestión del agua de empresas tanto públicas como privadas.

En la costa también hay planes para reforzar represas como la carretera elevada de Afsluitdijk (de más de 30 kilómetros de largo) y crear una zona de contención con arrecifes artificiales y marismas entre los diques y el mar abierto. De esa forma se reduciría la fuerza de las olas contra la orilla.

También se evalúan planes para crear lagos, canales navegables o pantanos naturales que ayuden a desviar y almacenar el excedente de agua. Otras ideas incluyen la construcción de casas flotantes y hogares sobre pilares. Estos proyectos, que nacen de la necesidad de afrontar el cambio climático, pueden tener un impacto positivo en el medio ambiente y en la calidad de vida, declaran sus defensores.

“Si dejamos que el agua esté más integrada en la sociedad y lo hacemos bien, acabaremos con un mejor ambiente para vivir, lo que se traduce en algo más agradable, más bonito, más sano y más seguro”, afirma Hafkenscheid.

“Si diseñas una nueva zona residencial justo detrás de una muralla de concreto y detrás de ella está el río, no es muy atractivo. Si lo diseñas de tal forma que tenga vías navegables en las cercanías, que cada casa pueda tener un pequeño embarcadero, y que los caminos estén diseñados para que en caso de inundación los problemas no sean tan serios, entonces se puede crear un paisaje muy atractivo”.

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