Holder, primer fiscal general negro, quiere dejar legado en derechos civiles

  • Eric Holder, estrecho colaborador del presidente de EE.UU., Barack Obama, dejará el Departamento de Justicia después de seis años en los que luchó por romper barreras como la que él mismo derribó al convertirse en el primer fiscal general negro de la historia estadounidense.

Elvira Palomo

Washington, 25 sep.- Eric Holder, estrecho colaborador del presidente de EE.UU., Barack Obama, dejará el Departamento de Justicia después de seis años en los que luchó por romper barreras como la que él mismo derribó al convertirse en el primer fiscal general negro de la historia estadounidense.

Obama anunció hoy la dimisión de Holder, a quien agradeció su "profunda fidelidad al país" durante sus casi seis años en el cargo.

Discreto y leal, Holder había discutido con el mandatario varias veces en los últimos meses su intención de renunciar, pero, según fuentes del Departamento de Justicia, fue después de una conversación de más de una hora a principios de septiembre cuando el Obama aceptó la decisión de su colaborador y amigo.

En una reciente entrevista con la cadena ABC, Holder, casado y con tres hijos, indicó que servir en el Departamento de Justicia ha sido "el honor" de su carrera profesional pero también un trabajo "exigente" que le ha restado horas de estar con su familia.

Desde su nombramiento en febrero de 2009, ha sido una de las figuras de la vanguardia de la Administración de Obama. Entre sus logros la Casa Blanca ha subrayado la "protección de los derechos de la comunidad homosexual y transexual, el exitoso procesamiento de terroristas y su lucha sin descanso por los derechos al voto".

Sin embargo, también tuvo que dar marcha atrás cuando, comprometido con acabar con la política de detenciones indefinidas en Guantánamo apoyó que se juzgara en Nueva York a Sheij Mohamed, quien finalmente nunca ha salido de esa base militar, donde se le sigue un proceso acusado de planificar los atentados del 11-S.

Otro de los momentos difíciles fue el escándalo de la operación "Rápido y Furioso" (2009), por la que se introdujeron cientos de armas en México para seguir la pista a los narcotraficantes, un plan que resultó un fiasco debido a que le perdieron el rastro al armamento y del que Holder defendió que no fue informado, pero por el que los republicanos pidieron su dimisión.

No obstante, Holder, de 63 años y uno de los tres miembros que quedaba en activo del gabinete original del presidente Obama, ha continuado siendo una de las pocas personas del círculo interno del mandatario con el que comparte su pasión por el baloncesto, que han practicado juntos en alguno de sus escasos ratos libres.

Defensor de los derechos civiles desde su juventud, ha sido uno de los rostros principales del Gobierno en varios casos polémicos, como la muerte del adolescente negro Michael Brown en Ferguson (Misuri) tiroteado por un policía cuando caminaba desarmado, un caso que provocó disturbios y despertó de nuevo el debate racial.

Holder, que no ha dudado en hablar en términos combativos sobre las tensiones raciales en el país, se desplazó a Ferguson, donde desplegó su empatía con la población al asegurar: "Yo soy el fiscal general de Estados Unidos pero también soy un hombre negro", y confesó haber sufrido casos de discriminación racial de joven.

Como fiscal general ha subrayado la necesidad de acercar a las fuerzas del orden y las minorías raciales para acabar con la "desconfianza" y las "tensiones subyacentes" que persisten en algunas localidades, algo en lo que desea seguir trabajando desde el ámbito privado.

Además de enfrentar las diferencias raciales, Holder, hijo de padres inmigrantes, ha abogado por "erradicar" las "desigualdades aún demasiado persistentes" en el país, en alusión a una reforma migratoria que permita "salir de las sombras y tener su lugar en la sociedad" a los más de 11 millones de indocumentados.

Según Jeffrey Toobin, un experto legal que ha seguido de cerca la carrera de Holder, el fiscal general ha decidido que quiere "un legado en materia de derechos civiles", sin embargo, recuerda que se va sin haber logrado el cierre de Guantánamo, una de las primeras tareas de la lista cuando llegó al cargo.

Natural de Nueva York, con raíces familiares en Barbados, Holder se graduó en la Universidad de Columbia y trabajó durante años como fiscal federal, una labor en la que se labró una reputación de enemigo de la corrupción en el sector público.

El presidente Bill Clinton lo nombró abogado del Estado para el distrito de Columbia y en 1997 se convirtió en el número dos del Departamento de Justicia bajo la dirección de Janet Reno.

Tras la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca, en 2001, trabajó para el bufete Covington and Burling, desde el que contribuyó a negociar un acuerdo con el Departamento de Justicia en nombre del grupo Chiquita Brands, en el caso sobre los pagos de esa empresa a las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Dentro de ese acuerdo, Chiquita -que admitió haber pagado a paramilitares colombianos "bajo presión"- asumió una multa de 25 millones de dólares.

Holder, que concluirá una carrera de más de 26 años en la administración, ha acordado continuar como fiscal general hasta la confirmación de su sucesor y, según fuentes del Departamento de Justicia, su intención es seguir participando activamente en algunas de las causas a las que ha dedicado su tiempo en el cargo.

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