Iglesia celebra medio siglo de declaración "Nostra Aetate", que cambio relación con judíos

  • La Iglesia Católica celebra el miércoles cincuenta años de la histórica declaración "Nostra Aetate", que cambió la relación con los judíos tras siglos de antijudaísmo y acusaciones de ser el pueblo deicida.

El papa Francisco dedicará la tradicional audiencia general en la plaza de San Pedro a recordar ese documento clave para la historia de las religiones, aprobado al término del Concilio Vaticano II, el 28 de octubre de 1965 y promulgado por Pablo VI.

En total 2.221 obispos, patriarcas y cardenales de todo el mundo adoptaron el innovador documento, promovido por Juan XXIII, quien en 1959 decidió eliminar la referencia a los "pérfidos judíos" de la liturgia del Viernes Santo, dando inicio a un proceso para revisar las enseñanzas católicas sobre el judaísmo y los judíos.

El Concilio Vaticano II (1962-65) no sólo produjo un revolucionario "aggiornamento" (actualización) de la Iglesia, reconciliándola con el mundo contemporáneo, sino que cambió totalmente la perspectiva con respecto al pueblo judío y a Israel.

Ese proceso culminó con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y la Santa Sede y la histórica primera visita de un papa a una sinagoga desde los tiempos de San Pedro, con Juan Pablo II en 1986.

En esa visita, el papa polaco pronunció una frase histórica, llamando a los hebreos "nuestros hermanos mayores".

Si bien los párrafos más largos y más importantes de "Nostra Aetate" se refieren a los judíos, la declaración establece nuevas bases con los musulmanes, los budistas, los hindúes y demás creyentes de otras religiones no cristianas.

"La Iglesia no rechaza nada de lo que es verdadero y santo en esas religiones", reza la declaración.

Tras los horrores del holocausto nazi durante la segunda guerra mundial, sacerdotes, teólogos y laicos católicos promovieron la revisión del tratamiento teológico que la Iglesia daba al judaísmo.

Siglos de "desprecio" hacia los judíos, acusados de haber causado la muerte de Jesús, habían alimentado un violento antisemitismo en Europa.

"Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy", sostiene el documento.

" Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras", agrega el texto.

"La Iglesia deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos", recalca.

Desde su promulgación, Nostra Aetate ha servido de guía para las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas.

Juan Pablo II (1978-2005) promovió los célebres encuentros interreligiosos de Asís, en la ciudad de San Francisco, en el centro de Italia, en 1986 y 1993. Benedicto XVI en 2011.

El papa argentino, quien cuenta entre sus amigos al rabino jefe argentino, multiplicó sus gestos hacia los judíos, visitó varias sinagogas o rezó ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, como sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Con el Islam, los esfuerzos de los papas y de la Santa Sede han sido constantes, aunque han tenido varios reveses.

Francisco visitó la Mezquita Azul de Estambul (Turquía) e incluso planea visitar a finales de noviembre Bangui, la capital de la República Centroafricana, país que sale de un doloroso conflicto interétnico entre milicias cristianas y musulmanas.

Otro gesto de acercamiento con las otras religiones es el realizado por el papa argentino cuando visitó un templo budista en Colombo (Sri Lanka) en enero de 2014, pese a las tensiones entre cristianos, budistas e hinduistas.

bur-kv.zm

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