Ilham Tohti, comienza a ser llamado "el Mandela uigur"

  • Ilham Tohti, el catedrático chino condenado hoy a cadena perpetua por separatismo, lleva años fomentando el pensamiento crítico y denunciando las desigualdades que sufre su etnia, los uigur. Una labor que le ha llevado a prisión y que le ha valido hoy el apodo de "Mandela uigur" por parte de uno de sus amigos.

Pekín, 23 sep.- Ilham Tohti, el catedrático chino condenado hoy a cadena perpetua por separatismo, lleva años fomentando el pensamiento crítico y denunciando las desigualdades que sufre su etnia, los uigur. Una labor que le ha llevado a prisión y que le ha valido hoy el apodo de "Mandela uigur" por parte de uno de sus amigos.

De 44 años, Ilham Tohti llegó a Pekín hace más de dos décadas y, tras graduarse, comenzó inmediatamente a impartir clase como profesor en la Universidad Minzu, especializada en minorías étnicas, donde enseñaba economía pero también cursos gratuitos sobre su región.

En Artush, su ciudad natal en Xinjiang (oeste de China), Ilham vio de joven cómo su comunidad, los uigures, que son musulmanes, vivía en armonía con otras etnias minoritarias y junto a la mayoritaria en China, los han. Pero en los años noventa comenzaron las desigualdades, la desconfianza y la violencia, y él decidió alzar la voz y emprender una lucha pacífica que hoy le ha llevado a la cárcel de por vida.

Su voluntad por hacer de puente entre etnias, expresando su opinión en charlas, clases e internet, no ha sido bien vista por el régimen comunista, y hoy ha sido condenado a cadena perpetua por separatismo.

Este economista no era un ingenuo, ya había anticipado que podría acabar en la cárcel, aunque quizá no con una pena tan dura.

"Sé que puedo acabar en prisión, diez, veinte años. Podría soportarlo. Estoy preparado", aseguraba Ilham en una entrevista en 2009, tras el peor episodio de violencia en décadas en Xinjiang, donde al menos 200 personas murieron en enfrentamientos entre uigures y las fuerzas de seguridad chinas.

Cuando ocurrió esta tragedia, Ilham llevaba años fomentando el entendimiento desde Pekín y criticando la gestión del Gobierno chino en la región, donde él siempre ha creído que el desarrollo quedó en manos de unos pocos, los han, y que la frustración de los uigures, con los "peores puestos de trabajo", nunca ha sido atendida.

Su círculo más cercano habla de él como una persona apasionada, a la que le gustaba beber un buen vino en la intimidad de una cena a pesar de profesar la fe musulmana, y con una visión crítica, no sólo de lo que ocurre en China, sino también de cualquier tema de actualidad, como la gestión del presidente de EEUU, Barack Obama, en Oriente Medio.

Siempre se consideró una persona privilegiada, que consiguió viajar a docenas de países, estudiar fuera de su región y llegar a trabajar en uno de los mejores centros de la capital siguiendo la estela de su padre, también profesor y quien murió en condiciones que desconoce cuando él tenía dos años, en plena Revolución Cultural.

Su privilegio ha conllevado siempre un deber para él, pues desde sus inicios como catedrático consideró que su posición le permitía tener una tribuna que debía usar para hacerse eco de los problemas en Xinjiang.

Ilham echó mano de las nuevas tecnologías para abrir un debate hasta el momento inexistente con la creación de una página web -UygurOnline- donde escribía artículos sobre las desigualdades entre etnias en Xinjiang y en el que fomentaba la interacción con chinos de todo el país.

Volvía, como mínimo, una vez al año a ver a sus familiares a su región natal, a miles de kilómetros de distancia de la capital. Ellos, recuerdan sus amigos de Pekín, alguna que otra vez intentaban hacerle cambiar de idea para que redujera sus "discursos", que les afectaban de manera directa, pues todos trabajan en la administración.

No obstante, la lucha de Ilham para conseguir un mejor trato para su pueblo iba más allá de las quejas de sus allegados o los arrestos temporales y las amenazas constantes a las que se ha visto sometido.

"Nunca tuvo miedo, porque no hacía nada ilegal. Sólo quería una China unida", recuerda hoy su mujer, la segunda con la que se casó el académico y con quien tuvo dos niños, ahora de ocho y cuatro años, tras tener a una niña de su primer matrimonio.

Sus amigos creen que el atentado de octubre de 2013 en Pekín, cuando un coche irrumpió en la principal avenida de la capital y se incendió a las puertas de la Ciudad Prohibida causando cinco muertos, fue lo que marcó el "inicio del fin" para la libertad de expresión de Ilham en China.

El Gobierno no tardó en atribuir este suceso a grupos terroristas uigures, e Ilham, ante el miedo de que se condenara a todo un pueblo, dio voz a su comunidad ante los medios de comunicación foráneos.

"Habló con todos y eso irritó al régimen, que quería apoyos en su campaña antiterrorista contra los uigures", sostiene su amigo y activista Hu Jia, quien admira la valentía de Ilham y no se extraña de que se haya convertido en un icono político.

Tampoco lo hace el escritor Wang Lixiong, quien estrenaba hoy un nuevo apodo para su amigo en internet y sentenciaba: "El 23 de septiembre de 2014, las autoridades chinas crearon al Nelson Mandela uigur".

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