La vida de El Chicle en la cárcel: educado, 'invisible' y con la celda impoluta

El Chicle
El Chicle
Europa Press

Cama perfecta. Celda impoluta en la que cuelga alguna fotografía familiar. Educación máxima. Intentando pasar desapercibido... así es José Enrique Abuín, conocido como El Chicle, en la cárcel de León desde donde ha sido trasladado a Teixeiro (A Coruña) a la espera de que se reanude mañana el juicio en Santiago de Compostela por la desaparición y muerte de Diana Quer. Su asesino confeso se enfrenta ahora a la prisión permanente revisable acusado de secuestrar, abusar y matar a esta joven madrileña de 18 años un día de feria en la localidad de A Pobra do Caramiñal. No regresó a casa y su cuerpo fue encontrado 500 días después en una fábrica abandonada de Asados por la que el acusado se paseaba alrededor y conversaba con los vecinos con el cuerpo de Diana ya en el pozo. Los vecinos aseguran que allí hacía algunos de sus trapicheos.

El Chicle fue el primero que se les pasó por la cabeza a los habitatnes del pueblo en el que veraneaba Diana Quer con su madre  y hermana Valeria  el día que desapareció. Allí llegaron buscando un lugar tranquilo en el que disfrutar de los veranos. De hecho, en esta localidad que "ya está marcada por ser el sitio donde murió Diana" es más conocido Abuín que la joven por "sus trapicheos", decían a La Información en A Pobra. "Pero nunca nos imaginamos que hiciera algo así".

Los antecedentes policiales de Abuín son varios y de hecho también fue el primer sospechoso de la Guardia Civil cuando los padres de Diana dieron la voz de alarma. Pero su mujer, Rosario Rodríguez,  le dio la coartada para que siguiera libre hasta que cometió el error de asaltar a otra joven en Boiro casi con el mismo 'modus operandi' de como se llevó a Diana. En una calle poco transitada y con apenas luz. Pero esta mujer con la que compartió 15 años pasó ante los agentes de sostener que estuvo con su marido la noche en la que desaparece Diana a reconocer que se marchó de casa solo.

Fue detenido el 29 de diciembre de 2017 y dos días después reconoció haber sido el responsable de la muerte de la madrileña y llevó a los investigadores a una nave abandonada en Asados, a pocos kilómetros de donde viven sus padres, y donde encontraron el cuerpo de la joven. El juzgado de Ribeira dictó prisión provisional. Para El Chicle entrar en prisión no le pillaba por sorpresa. Entre su pasado policial ya constaba un intento de violación a su cuñada. Fue en 2005. Quedó absuelto.

Dos años después cae en una redada por narcotráfico y acaba en prisión.  "Algo tuvo que revelar para que le cambiaran de prisión", recuerdan los que todavía no pueden mirar a la antigua fábrica de gaseosa y después de muebles cada vez que pasan por delante de sus puertas para llegar a su casa. Los que viven enfrente hablan de El Chicle como alguien "chulesco y altivo" que cuando llegó el día de la reconstrucción "no parecía el detenido sino o rey do mambo", recuerdan. 

Tras ser detenido por la muerte de Diana Quer fue trasladado de la cárcel de Texeiro a la de A Lama por unos problemas con unos internos hasta que llegó a la de León, donde fuentes penitenciarias cuentan a La Información que en los ratos libres de los que disponen los presos a El Chicle se le puede ver en alguna ocasión en solitario en el taller de carpintería concentrado en una maqueta o jugando a las cartas o el parchís.  "Su comportamiento y trato con los funcionarios es muy educado". Pero parece evitar ser reconocido, ocultando su rostro cada vez que puede. 

A la espera de la primera imagen de El Chicle llegando a los Juzgados de Santiago de Compostela, donde se encuentra la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, sus días en prisión le han hecho perder los músculos que exhibía en alguna fotografía de sus perfiles en redes sociales debido a su afición al running. Llegó a León en septiembre de 2018 y allí está en el módulo de respeto, con los presos de baja conflictividad, y a los que se les pide que todo esté impoluto. El Chicle lo sigue a rajatabla. 

En la prisión de  Mansilla de las Mulas los internos se levantan a las ocho menos cuarto para el recuento.  En quince minutos van a desayunar y a partir de las nueve empiezan las actividades, hasta las once: biblioteca, talleres, deporte, teatro, piscina en verano... Después van a comer y vuelven a las celdas hasta las cuatro y luego pueden estar en el módulo hasta la hora de la cena. Las celdas están abiertas y pidiendo permiso al funcionario que esté vigilando pueden irse a ellas. 

Y así pasa los días El Chicle, a la espera de conocer el veredicto por la muerte de Diana y la pena, que puede ser la de prisión permanente revisable. Es lo que piden desde la fiscalía y desde la acusación particular y es una de las batallas por las que lucha Juan Carlos Quer desde lo sucedido. "La Prisión Permanente Revisable no le devolverá la vida, pero evitar que se derogue esta ley necesaria salvará vidas de otras jóvenes inocentes, al evitar la puesta en libertad de violadores y asesinos reincidentes. Piénsalo", escribía ayer en su cuenta de Twitter horas antes de que empiece el juicio.

Uno de los puntos claves en este caso reside en dilucidar si Diana Quer sufrió una agresión sexual, como defienden tanto la Fiscalía como la acusación  que ejercen sus padres, y como sostiene el auto de apertura de juicio oral. Esta circunstancia sería necesaria para que, junto al delito de asesinato, José Enrique Abuín fuese condenado con esta modificación del Código Penal. En la cárcel de León cumple ya esta pena el primero al que se le sentenció con ella. Se trata de otro gallego: David Oubel que degolló a sus hijas de 4 y 9 años con una motosierra en Moraña (Pontevedra). Está en otro módulo.

Mostrar comentarios