En Vigo

Deja el piso a una amiga, se queda de okupa y juzgan a la dueña por insultarla

Un matrimonio intenta recuperar una vivienda que heredaron y dejaron a una compañera de trabajo que acababa de quedarse en paro. Ahora no logran recuperarla. 

Coche Policía Nacional
Los inquilinos llamaron a la policía para denunciar unos supuestos insultos y amenazas. 
POLICÍA NACIONAL

Dejar el piso a una amiga le ha costado caro a una mujer en Vigo. Tras año y medio viviendo en el cuando le pidió que se marchara se encontró que no solo no se marchaba, sino que se quedaba como okupa. Ahora, sin piso -lo heredó- se ve también ante los tribunales tras ser denunciada por su inquilina por los insultos que le dijo el día que le pidió recuperar la vivienda. 

Según relata La Voz de Galicia, técnicamente se trataría de inquilinos en precario y no de okupas, porque la dueña les dejó las llaves sin firmar ningún contrato de alquiler de por medio. Y tampoco puede demostrar que la vivienda le pertenece porque todos los papeles de la propiedad están en el interior, donde a día de hoy no puede acceder.

Cuando Nuria recibió como herencia esa vivienda se gastó más de 20.000 euros en reformarlo. Le quedó pendiente escriturar y ese fue su gran error. Antes de ello se le cruzó en su vida una compañera de trabajo "venezolana sin papeles que se quedó en el paro y estaba sola porque se acababa de separar". La idea era firmar un contrato cuando remontara. Y ni lo uno, ni lo otro. Al llegar el confinamiento todo se alargó y ahora se ven las caras en el juzgado. Sin trabajo, la dueña de la vivienda lucha ahora por recuperar su vivienda.

Su historia se suma a las que cada día se van conociendo, como el hombre que se fue a tratar de un cáncer y cuando regresó a su domicilio vio que estaba okupado.  Ángel, de 80 años, vive en estos momentos un calvario. Se ausentó unos días de su vivienda porque se fue a hacer un tratamiento contra el cáncer y de madrugada los vecinos le avisaron porque le habían okupado su vivienda. En cuanto pudo lo denunció en la ciudad en la que estaba en ese momento, Bilbao, y le envió una copia a su sobrino para intentar echarlos. Los okupas aseguraban que llevaban allí dos meses y que no tenían pensado irse. 

Fue otro vecino el que le alertó tiempo después de que parecía que se habían marchado y es cuando Ángel regresó a su vivienda y tras llamar a la puerta sin recibir respuesta se puso en contacto con un cerrajero para cambiar la cerradura. Los okupas llamaron a los agentes y le pusieron una denuncia que ahora le lleva a un juicio.

Mostrar comentarios