Kenia afronta una de las peores sequías de la última década

  • La hambruna secierne sobre la franja oriental de África, tras años sucesivos sin lluvias ysin cosechas.
Farmer Mutindi de 36 años posa junto a su hija (Kenia) | Tristan McConnell
Farmer Mutindi de 36 años posa junto a su hija (Kenia) | Tristan McConnell
lainformacion.com
Tristan McConnell | Global Post para lainformacion.com
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Se supone que aquí no debería habersequía, a un par de horas por carretera al este de Nairobi, la capital deKenia. En la zona de Mwingi viven pequeños agricultores y granjeros, que cuandollegan las lluvias, dos veces al año, plantan maíz y alubias en su espesatierra roja y sobreviven con lo ya recogido hasta la siguiente estación húmeda.Pero en los últimos años no ha llovido nada.

Mafuo David, una mujer de 36 años con cincohijos, asegura que su finca de poco más de una hectárea produce unos ocho sacosde maíz y alubias. Pero habla sólo en teoría, porque el año pasado el maíz murióy no logró recoger nada, y el año anterior sólo consiguió dos sacos de cosecha;y el anterior a ese, nada de nada.

A lo largo de África oriental y del sur lascomunidades se enfrentan a situaciones de hambruna debido a una sequía que vacamino de convertirse en la peor de una década o más. Veinticinco años despuésde que un reportaje de la BBC desde Etiopía diese lugar a Band Aid y después aLive Aid y nos hiciese llegar la imagen real de África contemporánea (los niñosescuálidos, las moscas sobre sus ojos que miran indiferentes a la cámara), lahambruna se cierne sobre Kenia, Etiopía, Yibuti y Somalia, y hay escasez dealimentos en Sudán, Eritrea, Uganda y Tanzania.

La organización humanitaria Oxfam calculaque la vida de más de 23 millones de personas está en peligro, y que sólosobrevivirán si se les facilita rápidamente comida de emergencia.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA),dependiente de las Naciones Unidas, ha pedido 1.000 millones de dólares parapoder dar de comer durante los próximos seis meses a los habitantes de estaregión del mundo castigada por la sequía. Pero no le está resultando fácilconseguir el dinero en un mundo en donde la recesión está bloqueando las ayudas caritativas.


Cosechas fallidas y almacenes vacíos

Grandes espacios de esta franja de Áfricaestán habitados por una población dispersa de pastores, granjeros semi nómadasque viven en tierras semiáridas o desérticas del norte de Kenia y el sur deSomalia y Etiopía.

Estos pastores están acostumbrados a lavida dura, en condiciones severas, pero los últimos años de sequía han diezmadosus rebaños y han hecho que su existencia sea más marginal y precaria quenunca.

Es tal la dureza de la sequía que losgranjeros e incluso los habitantes de las ciudades necesitan ayuda parasubsistir, una situación que ha empeorado debido al encarecimiento de losalimentos en el mercado. Los pobres no pueden permitirse comprar maíz cuando seterminan las reservas de sus cosechas.

"Ha habido cuatro cosechas fallidas, losalmacenes están vacíos y también se han agotado los pequeños ahorros paracomprar comida", explica Gabrielle Menezes, del PMA en Kenia, que estáalimentando a 3,8 millones de personas en el país: a uno de cada 10 habitantes.Los programas de alimentación en las escuelas alcanzan ahora a 1,1 millón deniños, algunos de ellos en las zonas consideradas tradicionalmente como elgranero de Kenia.


Mucha agua para cambiar la situación

Las montañas escarpadas y bosquesachaparrados de Mwingi deberían de estar salpicados por campos de maíz yalubias. Pero en vez de eso, sus habitantes se pasan el día mirando al cielo enespera de las lluvias. Hace unos días cayeron las primeras gotas, y el hijomayor de Mafuo David, de 16 años, pudo por fin arar la tierra, a mano, ycolocar las preciosas simientes en pequeños huecos abiertos entre el barro.

Ella nos asegura que está feliz de que hayavuelto a llover, pero sabe que un poco de agua no va a cambiar la situación.  "Cada año llueve un poquito y podemos llegar aplantar, pero no crece. Si llueve durante tres meses, entonces tendremos unabuena cosecha", dice. Mientras tanto, su familia sobrevive con la escasa ayudamensual que reciben de maíz, alubias y aceite para cocinar.En un pueblo cercano, Mutindi Maithya, de36 años, también desea que la lluvia se prolongue. Ella complementa la ayuda dealimentos que recibe para su familia de seis hijos con el dinero que ganalavando ropa para los vecinos o cortando setos.Aumentan las epidemias

Pero la lluvia en época de sembradosignifica que no habrá tiempo para trabajar en otras cosas, así que los mesesque vienen se presentan más duros. Y eso que para ella y su familia ya esextraño poder tener más de dos comidas al día, siendo la primera una simpletaza de té negro con azúcar.Las lluvias probablemente servirán de poco.En algunas partes del norte de Kenia ya se han producido inundaciones, lo quedificultará aún más el transporte de los alimentos a los hambrientos, ya quelas carreteras se han convertido en mares de lodo.También aumenta el riesgo de epidemias demalaria, cólera y enfermedades que se transmiten por el agua. El ganado, débilpor el hambre y la sed, puede sucumbir rápidamente con el frío. En las zonas decultivos, las inundaciones arrastran las capas fértiles de la tierra y lasvaliosas semillas. "Lalluvia cambia el tema del agua, pero no acaba con el hambre", apunta Menezes.

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