"Kimchi Five", los cinco hijos de la Guerra de Corea

  • La Guerra de Corea, de cuyo final se conmemora este sábado el sexagésimo aniversario, esconde impactantes episodios como el de los "Kimchi Five", cinco niños nacidos durante el invierno de 1950 en el buque que protagonizó la mayor evacuación naval de la historia.

Atahualpa Amerise

Isla de Geoje (Corea del Sur) 26 jul.- La Guerra de Corea, de cuyo final se conmemora este sábado el sexagésimo aniversario, esconde impactantes episodios como el de los "Kimchi Five", cinco niños nacidos durante el invierno de 1950 en el buque que protagonizó la mayor evacuación naval de la historia.

"Mis padres me contaron que, al nacer, me tuvieron que cortar el cordón umbilical con los dientes", relata a Efe Lee Gyeon-pil, que el día de Navidad del primero de los tres años de la contienda se convirtió en el quinto "Kimchi Five" al llegar al mundo en una de las hacinadas bodegas de la fragata Meredith Victoria.

Meses después del estallido de la guerra en junio y tras haber ocupado gran parte del territorio norcoreano, en diciembre de 1950 las fuerzas de la ONU, capitaneadas por EEUU, se disponían a retirarse del área noroccidental de Corea del Norte ante la llegada de las numerosas tropas chinas.

La noticia de una gran evacuación en el puerto oriental de Hungnam corrió como la pólvora entre los norcoreanos disidentes del régimen comunista y decenas de miles de personas se agolparon con la esperanza de ocupar un hueco en alguna de las 193 naves preparadas para el repliegue de los soldados al Sur.

Fue entonces cuando el capitán del Meredith Victoria, originalmente con capacidad para 53 personas, desechó el cargamento militar de las bodegas para acoger a 14.000 civiles en una operación que figura en el Guinness de los Récords como la mayor evacuación de la historia en un solo barco.

Los refugiados viajaron durante tres días de pie, hacinados como sardinas en lata, sin apenas comida y sin poder desplazarse para ir al baño, según los testimonios de la época.

Lee Gyeon-pil, que ha dedicado años a indagar en los detalles del histórico trayecto, fue el último de los cinco bebés que nacieron durante aquellos largos tres días y que fueron apodados por los soldados estadounidenses "Kimchi Five", en referencia al alimento coreano por excelencia.

El recorrido culminó el 25 de diciembre de 1950 en la isla de Geoje, al sureste de Corea del Sur, donde muchos de los evacuados entonces, entre ellos los padres de Lee, decidieron rehacer sus vidas desde cero.

Geoje, la segunda mayor isla surcoreana por tamaño, combina fértiles parajes montañosos con imponentes astilleros, símbolo de la rápida industrialización del país y principal fuente de ingresos de sus más de 200.000 habitantes.

No es el caso del número cinco de los "Kimchi Five", que nunca deseó trabajar construyendo barcos a pesar de haber nacido en uno de ellos.

En su lugar aprendió a curar animales y hoy regenta aquí una clínica veterinaria a la que puso el nombre de "Pyeonghwa", que en coreano significa "paz", como un modo de expresar su anhelo de que "nunca más en Corea nazcan niños en barcos de guerra", afirma con un gesto de convicción.

Cuando se le habla de entendimiento entre las dos Coreas, cuyos habitantes son hermanos de sangre, Lee se muestra beligerante hacia el Norte, país al que considera "enemigo" y reconoce guardar rencor debido a que sus padres, asegura, "tuvieron que escapar de su pueblo para no ser asesinados por los comunistas".

Aunque no habla ni una palabra de inglés, él siente una mayor empatía hacia EEUU, a donde ha viajado para participar en actos conmemorativos de la guerra y con el que se considera "en deuda" por haberle otorgado "la posibilidad de nacer".

Una llegada al mundo, la de Lee y los otros cuatro "Kimchi Five", que aún en condiciones extremadamente precarias, se puede considerar afortunada en el contexto de una de las guerras más atroces de la historia de la humanidad, con un saldo estimado de más de 3 millones de muertos, la mayoría civiles.

Seis décadas después del final del conflicto, sellado en un armisticio que nunca se reemplazó por un tratado de paz, ambas Coreas mantienen a sus ejércitos preparados para el combate, como un reflejo de que la profunda herida originada en el antagonismo ideológico de la Guerra Fría sigue sin cicatrizar. EFE

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