La búsqueda del tesoro tuitero llega a Madrid, con victoria del equipo jubilado

    • En los alrededores de la estatua del ángel caído del Parque del Retiro se ha reunido gente de toda clase, edad y condición.
    • La desesperación cundía entre quienes habían acudido a buscar los sobres con 50 euros por verdadera necesidad.

El dinero no crece en los árboles, salvo en los del madrileño Parque del Retiro, al menos este jueves en el que un millonario pasado de vueltas ha depositado sobres con 50 eurosen los alrededores de la estatua del ángel caído.

Hidden Cash, el invento que se presenta como el motor de un experimento social anónimo, no le importa lo más mínimo a los que esta mañana se afanaban por dar con los billetes.

Jubilados, vagabundos, muchachas de vacaciones con vestidos primaverales deseando pagarse una sesión de spa, madres de familia con niños rastreadores, parejas de novios más pendientes de los arbustos que de su media naranja... gente de carne y hueso, con un brillo especial en los ojos para un billete de 50 euros.

Que le pregunten a la camarera del Kiosko Puerta de Alcalá, que sueña con hallar uno de los sobres para el comienzo del cole de su hijo: 'Los libros para el primer curso de Primaria del niño me cuestan 300 euros, el chándal 70 euros, y el comedor al que lo hemos apuntado 120 euros. Mi marido y yo trabajamos por eso no podemos recogerlo antes', nos cuenta.

Mucha gente se arremolina en las cercanías de las diversas fuentes del Parque, y salta más allá de lo asfaltado, de los caminos, mira debajo de los bancos, se vigila.

Llega un momento en que si se encuentra un sobre conviene guardar silencio absoluto. Han aparecido poco a poco algunos toxicómanosen busca de lo necesario para pagarse el chute del día.

Al lado de quienes se han tomado el reto como un pasatiempo, como excusa para ronear a las chicas, impresiona ver la desesperación de los que acaban de llegar, que saben bien que una cunda de ida y vuelta no se paga con sonrisas.

La Policía está más presente que nunca en el parque, por si acaso a algunos de los llegados al olor de la pasta que crece, se obstinan en llevarse un sobre a casa, lo encuentren o no.

En un momento a media mañana aparecen los medios. Hasta la EiTB oiga, esto sí es expectación. Un grupo de chicos agitanados con menos verguenza que pelos en el bozo, salta como un resorte al escuchar el euskera: 'Euskadi tiene un color especial', cantan riéndose recordando la cinta Ocho apellidos vascos.

Pasan dos amigos hablando qué harán si encuentran un sobre,'para pagarme el gimnasio tío', le espeta uno al otro.

Los jubilados son los verdaderos zahoríes en esta jungla. En binomios, en silencio, alejando cualquier imagen de destreza, en realidad llevan las de ganar en la búsqueda y captura.

A primera hora uno de ellos se ha ido a casa con tres sobres en la mano, 150 euros que le hacen merecedor de un aplauso. A mediodía el sol castiga, y las escuadras de mayores se sientan en los bancos frente al estanque, pero sin perder de vista los matorrales cercanos.

Una chica llega apurada a su puesto de trabajo en uno de los bares dentro del parque. Pierde el color cuando le cuentan la lluvia de billetes y la cacería en marcha.

No se cree que nadie le haya avisado, o que no se hayan puesto carteles en la M-30 para avisar: 'Son cincuenta euros, joder', se le escapa.

De repente, un señor que ya no recuerda cuando pagaba el autobús sale andando a paso rápido enfilando la salida del parque. Lleva un paraguas a rayas blancas y azules en su mano derecha, sujeto como una lanza de alabarderos.

En su mano izquierda, apretado por dedos como ganchos, uno de los sobres de la ilusión. 'Guapo, te leo la mano', le lanza una gitana con su romero a cuestas. No mira atrás, no frena el paso. Hay veces en que no es bueno tentar dos veces a la suerte.

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