La cocina española lamenta la muerte del chef generoso, vital y sonriente

  • Pilar Salas.

Pilar Salas.

Madrid, 7 jun.- Generosidad, sonrisa, intensidad, alegría, solidaridad. Son palabras que los colegas del fallecido cocinero madrileño Darío Barrio repiten cuando evocan momentos compartidos con un hombre que puso pasión en la cocina y en los deportes de riesgo que le han costado la vida.

A muchos de ellos la noticia de su muerte mientras practicaba un arriesgado tipo de paracaidismo en Jaén les sorprendió anoche en el servicio de cena de sus restaurantes -otros se encontraban en eventos para difundir la cocina española en el extranjero- y algunos tuvieron que interrumpirlo para concederse unos minutos de lágrimas y recuerdos.

Los más cercanos acababan de celebrar con Darío el décimo aniversario de su restaurante dASSA bASSA y habían comprobado de cerca que tenía proyectos e ilusiones de futuro, aunque la crítica gastronómica le reprochase haberse volcado más en otros proyectos ajenos a los fogones.

El chef catalán Ramón Freixa, con dos estrellas Michelin en el restaurante que lleva su nombre en Madrid, recuerda la "generosidad" de Barrio al ayudarle en su aterrizaje en la capital española. Aunque su relación venía de años atrás, se estrechó entonces con vínculos como la devoción por la moda "y más aficiones compartidas".

"Fue una relación más de entre amigos que entre cocineros", dice a Efe Freixa, quien, buscando anoche fotos junto a su amigo, reparó en que "en todas estábamos riendo. Darío era esa sonrisa, siempre estaba feliz".

Para otro biestrellado como Sergi Arola, del restaurante homónimo en Madrid, es "complicado" hacerse a la idea de su muerte porque "no hay ningún hobby que la justifique". "Tenía un sentido del humor muy peculiar y era el guapo oficial. Fuimos de los primeros en hacer televisión y así lo definieron", recuerda a Efe sobre programas como "Esta cocina es un infierno" y "Todos contra el chef".

Quien más le conoció en los fogones fue el cocinero Pedro Larumbe: "Lo cogí con 17 años y estuvo con nosotros diez o doce, se crió culinariamente con nosotros", manifiesta a Efe.

Quizá por eso se permitió regañarle recientemente: "Le dije que no maduraba, que seguía siendo un crío, que tenía dos hijos y que no podía hacer deportes tan arriesgados y, aunque me dio toda una lección de seguridad en torno al salto Base, se ha demostrado que era una afición fatídica".

Mario Sandoval, como presidente de la Federación de Asociación de Cocineros y Reposteros (Facyre), ya trabaja en un homenaje a un amigo y colega por el que anoche lloró. "Era una gran persona, competitivo, sano, deportista y un gran cocinero que ha defendido la cocina de Madrid por todo lo alto, por lo que supone una gran pérdida", manifiesta a Efe.

Se queda "con su eterna sonrisa" y con su "continua actividad para mejorar el mundo", ya que colaboraba con varios proyectos solidarios, muchos de ellos dirigidos a paliar la desnutrición infantil en países desfavorecidos.

Su colega Juan Pozuelo, del restaurante Vaca Nostra (Madrid), lo recuerda como un hombre "intenso, explosivo, de sensaciones, de vitalidad en todo lo que hacía, en sus hobbies y en la cocina" y destaca a Efe que "había iniciado una etapa de tranquilidad en el sentido de saber lo que quería al cambiar a un concepto más informal su restaurante".

"Igual que su vida giraba en torno a la cocina, que es una profesión muy visceral y de mucha tensión, eso también lo reflejaba en sus deportes muy al límite", refiere a Efe el chef de Zalacaín (Madrid), quien destaca también su "generosidad en la lucha contra el hambre y la ayuda a los niños".

Diego Guerrero, a punto de abrir su propio restaurante tras abandonar Club Allard, donde logró dos estrellas Michelin, rememora la "cocina de compañerismo" que compartió con Barrio y la ilusión que le hizo celebrar con él la fiesta del décimo aniversario de su restaurante.

"Pensé que ojalá que yo pueda cumplir los diez de mi nuevo proyecto. Era vida pura, activo, deportista, generoso, siempre de buen rollo. Pasaba el día exprimiendo la vida. Siempre me he reído mucho con él", añade.

Una de las personas que mejor lo conoció en este ámbito gastronómico es Patricia Mateo, directora de la agencia de comunicación Mateo&Co, de la que Barrio era cliente.

"Comenzamos a trabajar hace seis años. Viajamos con él a la maratón de Nueva York y a Haití para construir una escuela para niños. Era tremendamente optimista y generoso. Un tío que aglutinaba a la profesión desde los cocineros más prestigiosos, a los mediáticos o a los más pequeños. Siempre cogía el teléfono y decía sí antes de que le contaras nada porque confiaba en ti. Me quedo con eso", señala.

Pero sus incursiones televisivas y su afición a los deportes extremos también le han costado más de una crítica. Alberto Luchini, director de la revista Metrópoli -que concedió su premio al Restaurante Revelación de Madrid 2004 a dASSA bASSA- aseguraba hoy que "fue un soplo de aire fresco, un tío con mucho talento, pero no lo aprovechó de la forma que tenía que hacerlo porque se dispersó en demasiadas cosas al mismo tiempo".

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