La Escuela de Traductores trabaja para "hacer más completa" la realidad árabe

  • Lidia Yanel.

Lidia Yanel.

Toledo, 26 oct.- La Escuela de Traductores de Toledo cumple en noviembre veinte años de su nueva etapa, universitaria, en la que mantiene su esencia medieval de conexión entre las dos orillas del Mediterráneo y trabaja para "hacer más completa" la realidad árabe, por lo que ha logrado el reconocimiento internacional.

El director de la Escuela de Traductores, Luis Miguel Pérez, ha explicado a la Agencia Efe en una entrevista que esta institución tiene la misión "de ser vertebradores del flujo de ideas" con la cultura y la lengua árabe, la que utilizan en la actualidad 230 millones de personas y que en los siglos XII y XIII era la lengua de cultura.

Por ese motivo surgió en Toledo en aquellos siglos un "movimiento" (no hubo un edificio, ni una institución, ni profesores o método) que pasados los siglos (ya en el XIX) se dio en llamar Escuela de Traductores de Toledo.

Confluían en Toledo tres elementos, mecenas (arzobispos primero, y el rey Alfonso X después), numerosos manuscritos con la traducción al árabe de la filosofía griega y una población multiconfesional y multilingüística que hizo posible aquel intenso trabajo de traducir la filosofía y sabiduría griegas del árabe al romance castellano (hablado) y de éste al latín.

De la misma manera que en siglo XII los canónigos y pensadores de París, Escocia o Bolonia viajaron a Toledo al enterarse de que esta ciudad recopilaba una parte importante de la filosofía griega (en árabe), en estos inicios del siglo XXI la Escuela de Traductores también pretende facilitar el conocimiento del mundo árabe.

Pérez explica que entre los siglos VIII al XIII la lengua en la que se escribía lo más avanzado en medicina, matemáticas o astronomía era la árabe, "pero hoy el saber se ha desplazado". Si estuvo en Grecia, pasó a los árabes, luego a Europa y ahora se centra en el mundo anglosajón.

"Y nos corresponde facilitar el conocimiento del mundo árabe, potenciando las traducciones al árabe y facilitando la venida a la Escuela de Traductores de investigadores, estudiantes y profesores de distintos países árabes sin olvidar que el árabe sigue siendo una lengua de cultura, con su peso", ha agregado.

En noviembre de 1994 inició su nueva etapa la Escuela de Traductores de Toledo, que desde 2003 es un centro de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha, y en estos años ha desarrollado quince proyectos de investigación internacionales, nacionales y autonómicos, y ha participado en, al menos, otros diez.

Desde 1999 imparte un posgrado de especialista en traducción árabe-español, por el que han pasado más de 1.800 alumnos de todo el Mediterráneo, y ha publicado un centenar de obras de investigación y de traducción del árabe al español.

Pero, además, ha servido como espacio de encuentro, por ejemplo, entre israelíes y palestinos: "Aquí de eso sabemos, y lo hemos hecho. A veces con resultados positivos, y otras veces con cierta dificultad", admite el director.

Luis Miguel Pérez sostiene que el "desconocimiento" que hay en España, y en general en Europa, sobre el mundo árabe se puede superar, "si entre todos completamos" la visión actual que se ofrece del árabe, "que es real, pero no completa", puntualiza.

La red creada de colaboradores y convenios con universidades de todo el Mediterráneo les permite mantener su actividad y sus proyectos, pese al contexto general de crisis en la universidad pública.

Así, ahora trabaja en un proyecto de la Comisión Europea, un posgrado de 30 créditos en terminología jurídica multilingüe para magistrados europeos que necesitan un conocimiento específico para abordar, por ejemplo, cuestiones relacionadas con el derecho islámico.

La labor diaria de la Escuela de Traductores ha recibido numerosos reconocimientos internacionales en estos veinte años, entre ellos, de la casa real de Arabia Saudí o del Gobierno palestino.

De hecho, el "best seller" de la Escuela de Traductores, matiza con una sonrisa el director, es la traducción al árabe de la Constitución Española, que encargó el Gobierno español después de la primavera árabe.

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