La guerra agota los recursos y las esperanzas de muchos libios de Bengasi

  • Cuatro meses de guerra han agotado muchos recursos de la Libia rebelde, donde la escasez, la falta de trabajo y el encarecimiento de los precios también han empezado a hacer mella en la esperanza de muchos habitantes de Bengasi, su principal feudo.

M.J.Hallawa

Bengasi (Libia), 13 jul.- Cuatro meses de guerra han agotado muchos recursos de la Libia rebelde, donde la escasez, la falta de trabajo y el encarecimiento de los precios también han empezado a hacer mella en la esperanza de muchos habitantes de Bengasi, su principal feudo.

La familia de Mohammed Fayturi, profesor, casado y padre de cuatro hijos, es un ejemplo de cómo los cuatro meses de conflicto han supuesto para muchos una pérdida de nivel de vida y de la ilusión que invadió a miles de libios en febrero, tras la expulsión de las fuerzas fieles al coronel Muamar el Gadafi.

"Me levanto todas las mañanas sin saber cómo voy a poder alimentar a mis hijos", aseguró a Efe Fayturi, que tras dos décadas dando clases de idiomas en un colegio se vio sin trabajo y sin sueldo tras el cierre de los centros de estudio como consecuencia del levantamiento popular.

Ahora, intenta ganarse la vida vendiendo productos del hogar en puestos ambulantes de carretera, pero muchas veces no es capaz de llegar a fin de mes.

"Me iba bien antes del comienzo de esta revolución. No soy un seguidor de Gadafi, sólo quiero que las cosas vuelvan a ser como eran. Necesito alimentar a mi familia", comenta este profesor, de 44 años.

Pero Fayturi no es el único que ha sufrido las consecuencias de un conflicto cuyo fin parece por momentos cada vez más lejos.

Los cortes de luz, como medio de ahorrar energía, y de agua se han convertido en el pan de cada día. Además, debido a la falta de recursos financieros en las zonas controladas por los rebeldes, la tensión aumenta cada día, agravada por la inflación y la escasez de productos, que cada vez se hace cada vez más evidente.

En un pequeño supermercado estalla una discusión entre un cliente y el dueño del local: el consumidor indignado acusa al propietario de esconder los productos para poder después subir los precios.

Imágenes como esta, que pudo constatar Efe, se repiten a menudo en esta ciudad bañada por el Mediterráneo.

Instalaciones y conductos de petróleo que la máxima autoridad rebelde, el Consejo Nacional Transitorio (CNT), había logrado arrebatar a los gadafistas fueron destruidos por soldados del régimen a mediados de abril. Como consecuencia, su principal fuente de recursos quedó paralizada.

El vicesecretario de Petróleo y Finanzas del CNT, Mazen Ramadán, reconocía recientemente que la situación económica del consejo es grave, aunque se mostraba esperanzado de que la situación mejoraría en un breve espacio de tiempo.

"Estamos trabajando en ello. Hemos recibido ya un préstamo de 100 millones de dólares del Gobierno turco", comentaba Ramadán tras la visita del ministro de Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu, el pasado día 3 de julio.

Ramadán agregó que la intención de las autoridades era obtener dinero para ofrecer líneas de crédito a los comerciantes.

"Este es un país rico, pero nunca hemos visto nada del dinero del petróleo", indicó el número dos del organismo encargado de la administración de los recursos financieros del CNT.

Una percepción que coincide con la de muchos habitantes del este del país, bajo control rebelde, que sostienen que su región siempre fue marginada por Gadafi, que, según ellos, dedicó los recursos a enriquecerse y a desarrollar localidades como Trípoli (oeste) o Sirte (centro), ciudad natal del líder libio.

Sin embargo, ahora que han logrado expulsar al coronel, la prolongación de la guerra continúa impidiendo que los beneficios del comercio de los combustibles líquidos se refleje en su nivel de vida o en la mejora de las infraestructuras.

La basura permanece sin recoger cada vez en más zonas de la ciudad, hay rupturas de tuberías y problemas de alcantarillado que tardan días en ser reparados, y también es visible cada vez más un mayor número de niños pidiendo en las calles o vendiendo pequeños recuerdos para ganar algo de dinero.

"Queremos libertad para hablar, pero también riqueza para poder repartirla y prosperar", asegura Al Fayturi, que confiesa que muchas mañanas no tiene fuerzas para mirar a sus hijos a los ojos.

"No hay colegios, no hay dinero para comprar nada. Mis hijos juegan ahora con piedras", dice.

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