La historia impresa del perfume se puede leer en la Biblia

  • La historia impresa del perfume no se limita al acto superfluo de admirar cuerpos hermosos retratados en revistas de moda, sino que puede leerse a través de las páginas de la Biblia, donde lo profano se convierte en sagrado y donde cada aroma, en apariencia anodino, evoca un encuentro místico.

Marta Hurtado

Ginebra, 13 sep.- La historia impresa del perfume no se limita al acto superfluo de admirar cuerpos hermosos retratados en revistas de moda, sino que puede leerse a través de las páginas de la Biblia, donde lo profano se convierte en sagrado y donde cada aroma, en apariencia anodino, evoca un encuentro místico.

"Perfumes antiguos, fragancias bíblicas" es el título de la exposición que el Museo Internacional de la Reforma, en Ginebra, acaba de prorrogar por el gran éxito recibido de crítica y público.

En la Antigüedad el perfume responde a cuestiones de orden religioso, sagrado, pero conforme pasan los siglos, las fragancias comienzan a adquirir un valor terapéutico, de higiene y de prevención de contagio de enfermedades, para finalmente adquirir un uso esencialmente hedonista.

La exhibición muestra doce ingredientes aromáticos que son citados con asiduidad en la Biblia Hebraica, pero también en el Nuevo Testamento.

Los más conocidos son la mirra y el incienso que los Tres Reyes Magos ofrecen al bebé que acaba de nacer en Belén; o el nardo que usa una mujer para perfumar la cabeza y los pies de Jesús de Nazaret:

"¿Por que este desperdicio de perfume? Se podía haber vendido y distribuir el dinero entre los pobres", se indigna un testigo de la escena. Y Jesús responde: 'Me está perfumando anticipadamente mi cuerpo para la sepultura", cita el Nuevo Testamento.

La muestra es, literalmente, un recorrido olfativo por los libros que millones de judíos y cristianos en el mundo consideran el texto más sagrado que existe.

Los aromas están a disposición del visitante, que puede sentir los efluvios tras o, antes de, haber leído uno de los pasajes de la Biblia donde se le cita.

Una de las esencias más conocidas y que, en la práctica aún se usa, es el incienso, símbolo de la alianza entre lo humano y lo divino.

La reina de Saba le ofreció al rey Salomón; los Tres Reyes Magos al niño Jesús; Nerón lo utilizaba como ungüento para curarse las heridas de su cara tras una noche de orgía; las iglesias católicas y romanas aún lo usan, mientras que las iglesias reformadas lo han suprimido para concentrar la atención de los fieles a la escucha de la palabra sagrada.

La mirra es utilizada en la Biblia como instrumento de seducción femenina -lo usa Esther como aceite de masajes antes de encontrar al rey Assuérus- pero especialmente como ritual, dado que es el principal elemento del aceite de unción, y es usado para calmar las heridas de Jesús tras la crucifixión.

El arrayán, el bálsamo, el junco, el ládano, la canela, el galbanum, la henna, el azafrán, y el storax son los otros efluvios presentes en la muestra, que también hace descubrir al visitante dos composiciones perfumadas de la Biblia.

El primero es el efluvio del altar de los perfumes y el segundo es el aceite de unción; ambos se citan en el libro del Éxodo en el que se explica el recorrido entre el nacimiento hasta la libertad del pueblo de Israel.

Tras partir de Egipto, y durante el viaje a través del desierto, se establece una nueva relación con "lo divino", y para sellar este encuentro, Moisés le da al pueblo un código con instrucciones precisas para organizar el culto.

El altar de los perfumes y el aceite de unción son los elementos esenciales: sin aceite no hay celebrante, sin perfume, no hay plegaria.

Finalmente, la exhibición se aleja de lo sagrado para adentrarse en lo práctico con tres "perfumes históricos", compuestos, muchos de ellos, por varias de las esencias que se presentan individualmente en la exposición.

El perfume real, muy usado en la antigüedad antes de nuestra era; el agua de ángel, especialmente apreciado en el Renacimiento; y el perfume antipeste, uno de los únicos métodos para prevenir la enfermedad.

Todas estas esencias han sido recreadas por la firma ginebrina Givaudian, líder mundial de la creación de aromas y perfumes, que tiene su sede, precisamente, en Ginebra.

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