La Iglesia Ortodoxa gana poder en la Rusia de Medvédev

  • Un informe del Instituto de Libertad de Conciencia (en Moscú) advierte sobre el poder de influencia que ha ido ganando la Iglesia Ortodoxa rusa sobre el Gobierno del país. Tras décadas de imposición del ateísmo en la era comunista, la Iglesia con más seguidores en Rusia ha ido escalando puestos. Pero el informe indica que su papel actual podría ser inconstitucional en un país laico, además de suponer una discriminación de las minorías religiosas.
Catedral de San Basilio, Moscú.
Catedral de San Basilio, Moscú.
David Crawshaw
Miriam Elder | GlobalPost

(Moscú, Rusia). Sacerdotes sirviendo en unidades militares, clases de religión en las escuelas públicas, incluso bendiciones en los partidos de hockey. Este es el rostro de la nueva Iglesia Ortodoxa rusa.Tras varios años de firme recuperación post comunista, la Iglesia ha registrado en el último año un espectacular aumento en sus actividades y papel dentro del Estado. Pero algunas voces críticas advierten que este crecimiento se está produciendo a cambio de la libertad religiosa de Rusia, donde muchas creencias todavía son perseguidas.

En su informe anual sobre libertad religiosa difundido a finales de enero, la organización Liberty of Conscience Institute, con sede en Moscú, afirma que la relación entre Iglesia y Estado se ha convertido en algo "simbiótico" en Rusia, violando la Constitución y conduciendo hacia una amplia discriminación contra las minorías religiosas.El pasado diciembre, la Corte Suprema confirmó la ilegalidad de una rama regional de los Testigos de Jehová, un grupo que lleva bastante tiempo siendo cuestionado en Rusia. El informe denuncia además, que existe una amplia discriminación contra las principales minorías de Rusia: musulmanes, judíos y budistas. Junto con la Iglesia Ortodoxa, estas son las cuatro religiones reconocidas del país.

El verano pasado el presidente ruso Dmitri Medvédev anunció una iniciativa para nombrar capellanes ortodoxos en todas las unidades del Ejército. Este año académico es además el primero en el que se ofrecen clases de religión en las escuelas públicas y en las que los estudiantes pueden elegir cultos que no son el ortodoxo u optar por la enseñanza laica. Al ser la mayor parte de los rusos practicantes ortodoxos, quienes se oponen a esta nueva medida temen que las otras opciones disponibles en la escuela no vayan a tener mucho éxito.

El informe sobre libertad religiosa advierte que, en cualquier caso, estas decisiones pueden terminar desintegrando el declarado laicismo de Rusia. El Kremlin está teniendo gran peso en la nueva prominencia de la Iglesia Ortodoxa. Tanto Medvédev como el primer ministro Vladimir Putin aparecen con regularidad en la televisión estatal acudiendo a misa, y la mujer del presidente es especialmente activa en los círculos ortodoxos.

Mientras tanto, la acaudalada Iglesia Ortodoxa se deleita con su recién recuperado poder tras las décadas de ateísmo soviético y pide a sus fieles que contribuyan a que tanto la sociedad como el Gobierno sigan sus estándares. El padre Vsevolod Chaplin, portavoz de la Iglesia Ortodoxa, dio recientemente un sermón ante creyentes de varias ex repúblicas soviéticas. "No debemos tener miedo a imponernos la siguiente tarea: si nosotros somos la mayoría en nuestros respectivos países (y aquí hay gente de Bielorrusia, Ucrania y Moldavia), entonces tenemos total derecho a que nuestros principios morales, nuestra visión del presente y del futuro, sean factores determinantes en aquellas esferas de la vida social y del gobierno en las que trabajamos", dijo Chaplin, según la agencia Interfax-Religion.

En Rusia, religión y etnia están entremezclados. Definirse como ruso es definirse también como ortodoxo ("russki"). Hay otras palabras para definir a los judíos y musulmanes rusos (como "rossianie"), aunque sus familias hayan vivido en Rusia durante generaciones. Uno no es considerado un verdadero ruso a no ser que sea ortodoxo, bien sea practicante o no. Algunas voces críticas dicen que el papel del Gobierno en este nuevo perfil de la Iglesia Ortodoxa tan sólo está sirviendo para reforzar el creciente nacionalismo en el que está inmerso el país desde la caída de la Unión Soviética."Todo lo que está pasando ahora va en contra de nuestra Constitución laica", afirma el activista pro derechos humanos Lev Levinson. "Dice que ninguna religión puede ser la religión estatal, y que se debe garantizar la no implicación del Gobierno en los asuntos de la Iglesia".

La encuesta más reciente sobre este tema, realizada por la consultora independiente Levada Center, revela que en 2007 el 66 por ciento de los rusos se consideraban a sí mismos ortodoxos, en comparación con un 44 por ciento en 1996. En torno al 23 por ciento de los encuestados dijeron no ser religiosos, una cifra menor al 43 por ciento de 1996.Sin embargo, la asistencia a misa sigue siendo baja. Sólo el 8 por ciento de los rusos acuden regularmente a la iglesia (en 1996 eran el 5 por ciento). La mayoría, el 39 por ciento, dijo no acudir nunca a misa, pero eso es bastante menos que el 65 por ciento que declaraba no ir diez años antes.

Este sostenido aumento de las creencias ortodoxas tuvo lugar en gran parte bajo el mandato del popular Patriarca Alexei II, que falleció hace ahora un año. Se cree que esta tendencia al alza continuará también con su sucesor, de signo más conservador, el Patriarca Kirill.La pasada Nochevieja, Kirill asumió el control personal sobre el área de apostolado de la Iglesia Ortodoxa rusa, con planes para expandir su poder y aumentar su personal. La Iglesia ha puesto también su punto de mira fuera de Rusia.A finales de 2009, los ortodoxos rusos abrieron su primer seminario fuera de la antigua Unión Soviética, en Francia. También han abierto una nueva iglesia en Tailandia, en un destino costero popular entre sus conciudadanos, y pretende instalarse también en Alemania.

El patriarca viajará este año por África, donde -según aseguran fuentes eclesiásticas- el ortodoxo es el culto de mayor crecimiento (aunque no es la única religión que se atribuye ese dato).En Rusia, la riqueza de la Iglesia está creciendo de forma paralela a su poder. En la década de 1990 ganó un extraño pero lucrativo contrato para monopolizar el comercio de alcohol y cigarrillos. Aunque eso ya hace tiempo que se ha terminado, la riqueza de la institución proviene en gran parte de su creciente cartera de propiedades.

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