La lujuria de Strauss-Kahn, sin alfombra roja en Cannes

  • No hubo alfombra roja en el Festival de Cannes para la esperada película "Welcome to New York", en la que el director Abel Ferrara relata, en versión libérrima, la lujuriosa vida y el escándalo sexual que apartó del Fondo Monetario Internacional a Dominique Strauss-Kahn (Gerard Depardieu).

Javier Albisu

Cannes (Francia), 17 may.- No hubo alfombra roja en el Festival de Cannes para la esperada película "Welcome to New York", en la que el director Abel Ferrara relata, en versión libérrima, la lujuriosa vida y el escándalo sexual que apartó del Fondo Monetario Internacional a Dominique Strauss-Kahn (Gerard Depardieu).

"No es porno en absoluto, para que sea porno tienes que ver una gran polla levantada así (brazo en alto)", dijo hoy Depardieu al comentar la cinta tras su estreno.

El filme, mediatizado desde su génesis, no se proyectó en el programa del certamen, sino en el Mercado de Películas, la plataforma aledaña al festival donde la industria cinematográfica hace negocio, y solo para un centenar de periodistas acreditados para participar en el posterior rueda de prensa.

Simultáneamente, la película se estrenó internacionalmente a través de internet, un modelo de explotación global y directo para distribuir una historia de desenfreno brutal en la cúspide del poder financiero que ha dado la vuelta al mundo.

"Nunca me cuestioné la moralidad de mi personaje. Lo que vi es que este hombre no es como yo en absoluto, pero puedo entenderle. Y puedo entender cómo se vuelve cada vez más y más loco", agregó el francés, que se dejó guiar por la "improvisación".

El resultado, buscado o no, es un filme despiadado contra Strauss-Kahn en el que un Depardieu valiente se muestra desnudo artísticamente y que deja que la cámara se entretenga alrededor de su obesidad.

"Sabes que estás enfermo, pero no quieres ir al doctor", comentó el intérprete, que reconoció saber lo que es entrar en "una dinámica de autodestrucción".

La cinta, que emplea siempre nombres ficticios y que ha encontrado incontables obstáculos para llegar al público, según denuncian sus autores, se estrena exactamente tres años después de la demanda por agresión sexual que una limpiadora de un lujoso hotel de Nueva York interpuso contra DSK.

"Hay exageraciones que podrían haberse cortado. Bueno, hay que dejarlas, es su obra", comentó Depardieu tras el estreno de un metraje que abunda en "la adicción sexual" del político y no escatima en fotogramas mostrando carne, botellas de champán y lencería de escorts en hoteles de alta gama.

Aunque finalmente fue desestimada, la demanda precipitó la salida de Strauss-Kahn del FMI, aireó su libérrima vida privada y desencadenó una serie de diferentes denuncias relacionadas con asuntos de cama y poder, de las que solo una sigue pendiente.

Cercenó la carrera política del favorito en los sondeos para convertirse en presidente de Francia.

Ferrara, al que amigos y enemigos le recomendaron no grabar la cinta, ha puesto delante de la cámara a Depardieu, uno de los actores más aplaudidos y polémicos de Francia, cuya penúltima excentricidad ha sido abrazar la nacionalidad rusa y declararse admirador de Vladimir Putin.

De talento y carácter desbordante, el veterano actor tira de instinto para el papel de DSK, igualmente francés, de 65 años y célebre por sus excesos.

Ferrara lleva a Depardieu a forjar un relato íntimo, casi sentimental de los días que cambiaron la vida del economista y político, entonces el financiero más influyente del mundo.

"El tipo llega a la habitación, hay dos amigos, tres mujeres en ropa interior. En la película hicimos lo mismo, solo rodamos", explicó Ferrara, mientras Depardieu reconoció que las escenas más pornográficas en las que se muestra a "un enfermo con una erección" son "tristes, violentas".

El actor con más caché de Francia cobró solo 100.000 euros por la interpretación de un hombre al que desprecia profundamente. No lo esconde y se ofreció a rodar gratis.

A su lado, la británica Jacqueline Bisset encarna -con pseudónimo- a la influyente y acaudalada periodista Anne Sinclair, entonces esposa de Strauss-Kahn, correcta en un papel al que a última hora renunció Isabelle Adjani.

"Sentí que la historia es una historia universal" en la que el director "nos dio mucha libertad", comentó la intérprete, que se llegó a meter en la piel a un punto que sentía estar casada con su compañero de reparto, dijo.

La película de Ferrara, que el director de "Teniente Corrupto" o "Body Snatchers" rodó con 3 millones de dólares, no arroja ninguna luz sobre un caso que adornan varias teorías de la conspiración.

A partir de un guión trabajado por un psiquiatra y psicoanalista, se limita a describir el estilo de vida del político.

Se va adentrándose lentamente en la mente del que fue un brillante idealista sumido en una espiral de egoísta: el todopoderoso que prefería las orgías a jugar al golf.

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