La ONU acoge a más de 11.000 palestinos desplazados por los ataques de Israel

  • La escuela Gaza Il Ijdide, gestionada por la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), se ha convertido en refugio improvisado de parte de los 11.000 palestinos desplazados del norte de Gaza, que huyen de los bombardeos israelíes cuando la ofensiva israelí contra la franja cumple una semana.

Ana Cárdenes

Gaza, 21 nov.- La escuela Gaza Il Ijdide, gestionada por la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), se ha convertido en refugio improvisado de parte de los 11.000 palestinos desplazados del norte de Gaza, que huyen de los bombardeos israelíes cuando la ofensiva israelí contra la franja cumple una semana.

Los desplazados se quejan de no haber recibido comida, ni leche de lactancia para los menores ni agua desde ayer. Los vecinos sí se han encargado de entregarles manta, ropa y prestarles algo de ayuda, pero el reparto organizado de comida no había empezado aún esta mañana.

Llegaron aquí sin apenas nada, tras caminar más de una hora desde sus hogares en Bet Lahia, Alatra, Beit Hanun y otras localidades cercanas a la divisoria con Israel, después de que el Ejército israelí les advirtiese de que evacuasen la zona porque iba a ser bombardeada.

La ofensiva israelí contra Gaza cumplió hoy una semana, con un saldo de 147 palestinos muertos y más de 1.100 heridos, en su mayoría civiles, mientras que, del otro lado, cinco israelíes han perdido la vida y alrededor de 50 han sido heridos por los cohetes palestinos y en un atentado perpetrado hoy en Tel Aviv.

"Ayer llegaron aquí 1.800 personas, pero si no hay tregua pronto, tendremos que prepararnos para recibir muchos más", explica a Efe Yahia Zaqud, director de esta escuela de niños, que ahora dirige el refugio y trata de imponer orden en el caos de pupitres y colchones en que se ha convertido el edificio.

En los pasillos se acumulan las mesas y sillas infantiles, apelotonadas unas sobre otras. En ellas descansan adultos y pequeños, que apenas han dormido en la última semana y que no tienen nada que hacer.

Según declaró a Efe Christopher Gunnes, portavoz de la UNRWA, ya hay más de 11.000 palestinos que han tenido que abandonar sus hogares por el fuego israelí y, en los próximos días, podrían unirse varios miles más.

Nueve escuelas de la ONU en Gaza capital, cuatro en el norte de la franja y una en el centro, ya han sido convertidas en centros de acogida y la UNRWA ha solicitado donaciones por valor de 12,7 millones de dólares para hacer frente a la emergencia.

Im Said Umar, una mujer en la cincuentena, se queja desesperada y dice "vinimos andando desde el norte y aquí la situación es horrible. Dormimos en el suelo. No hay nada. No hay cuartos de baño, no hay duchas. Hay gente enferma, mi hija está enferma. Sería mejor morir que estar en esta situación".

Su familia, explica, salió corriendo cuando recibieron panfletos en árabe lanzados por el Ejército israelí que les pedían que evacuasen la zona, que iba a ser atacada.

"Vinimos después de vivir ocho días horribles de guerra. Estábamos en casa todo el tiempo y las bombas caían sobre nuestras cabezas", dice Umar, que precisa que su barrio, en un campo de refugiados, está "apenas a unos metros de la frontera".

En el colegio los desplazados se agolpan en delgados colchones, los adultos tienen ojeras y cara de agotamiento y los niños, sin darse demasiada cuenta de la situación, juegan, dibujan en las pizarras, corretean por los pasillos, se pelean y se entretienen con algún cuaderno del colegio. No se ven juguetes, ni balones.

Por el patio, con dibujos infantiles en los muros y una cancha de fútbol, van llegando nuevos desplazados, que entran cargando colchones y mantas. Un camión cisterna finalmente llegó esta mañana y distribuyó agua en botellas de refrescos vacías que llenaban mujeres.

Nedal Al Alat, del barrio de Alatatra, llegó ayer con su mujer y tres hijos. Caminó con ellos una hora, con miedo a que una bomba les golpease a él y su familia por el camino.

"Solo cogí a los niños y algo de ropa, nada más. Pero han venido vecinos a darnos mantas", explica, y se queja de que su hija más pequeña, Gadir, de ocho meses, "no ha tomado leche desde ayer".

Reconoce que no se siente del todo a salvo en el improvisado refugio, ya que en la anterior ofensiva contra Gaza, Plomo Fundido, a finales de 2008 y principios de 2009, Israel bombardeó instalaciones de la ONU, incluido un almacén humanitario.

"No hay ningún sitio donde estar a salvo", asegura. También se queja de que solo hay tres váteres por cada planta y ningún sitio donde poderse duchar o lavar la ropa. Son familias humildes, por lo que tampoco han traído con ellos dinero para poder comprar comida u otros bienes de primera necesidad.

Otra vecina, Susu Alat, recuerda con angustia que en 2008 también tuvieron que abandonar su hogar y que, cuando volvieron, se lo encontraron destrozado.

"Aún no nos hemos recuperado de la última guerra y ya estamos sufriendo otra. Los niños tienen problemas para dormir, se hacen pis en la cama, tienen daños psicológicos", se lamenta.

La mayoría de desplazados asegura que la pasada noche no logró conciliar el sueño. En cada aula se agrupan diez familias, más de cincuenta personas. No hay camas instaladas, cada uno duerme como puede. Tampoco hay un comedor o lugar para comer. El lugar tiene un aspecto sucio y desaseado, aunque varias mujeres se esfuerzan en fregar los suelos con los utensilios que han encontrado.

El refugio huele a sudor y cansancio. Y a esperanza; esperanza de que pronto, esta locura pueda acabar. EFE

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